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Josep Burgaya

Josep Burgaya es doctor en Historia Contemporánea por la UAB y profesor titular de la Universidad de Vic (Uvic-UCC), donde es decano de la Facultad de Empresa y Comunicación. En este momento imparte docencia en el grado de Periodismo. Ha participado en numerosos congresos internacionales y habitualmente realiza estancias en universidades de América Latina. Articulista de prensa, participa en tertulias de radio y televisión, conferenciante y ensayista, sus últimos libros publicados han sido El Estado de bienestar y sus detractores. A propósito de los orígenes y el cruce del modelo social europeo en tiempos de crisis (Octaedro, 2013) y La Economía del Absurdo. Cuando comprar más barato contribuye a perder el trabajo (Deusto, 2015), galardonado este último con el Premio Joan Fuster de Ensayo. También ha publicado Adiós a la soberanía política. Los Tratados de nueva generación (TTP, TTIP, CETA, TISA...) y qué significan para nosotros (Ediciones Invisibles, 2017), y La política, malgrat tot. De consumidors a ciutadans (Eumo, 2019). Acaba de publicar, Populismo y relato independentista en Cataluña. ¿Un peronismo de clases medias? (El Viejo Topo, 2020). Colabora con Economistas Frente a la Crisis y con Federalistas de Izquierda.

Blog: jburgaya.es

Twitter: @JosepBurgayaR

¿A qué ciudad aspiramos?

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El concepto “modelo de ciudad” ya se utiliza poco en la política actual. Como ahora se trata de hacer espectáculo y apelar al voto emocional, se huye de cualquier discusión de cierto calado sobre cuál es el proyecto de futuro que se quiere para la ciudad que se imagina. A las puertas de unas elecciones municipales, parecería lógico hacerlo. Hay algo muy importante que no es espontáneo y no se improvisa, que es el del planeamiento urbanístico, del que dependerá no sólo ni especialmente el trazado de las calles y las densidades, sino la conformación del tejido urbano, sus usos, la mezcla o no de funciones y grupos sociales, el grado de amabilidad o dureza del espacio público, la movilidad o la disponibilidad de servicios.

La xenofobia como recurso

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En Europa vuelve a haber un flujo migratorio importante que llega de forma entre dramática y trágica a sus costas a través de organizaciones mafiosas y con barcazas la mitad de las cuales se pierden o hunden antes de llegar. En estos momentos la presión y a la vez la polémica política se produce sobre todo en Italia. A los importantes contingentes de llegada se añade el tener un gobierno de extrema derecha que, hace años, manipula de manera demagógica este fenómeno de cara a sacar rédito electoral. Giorgia Meloni, la nueva primera ministra de Italia ha moderado su extremismo durante los primeros meses de gobierno, pero ahora no ha dejado pasar la ocasión de calificar la migración como una conspiración destinada a realizar una “gran sustitución” de la población occidental originaría.

La cuestión geopolítica

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Muchos problemas actuales tienen una innegable dimensión geopolítica. La emergencia de China, su avance lento e imparable hasta obtener la hegemonía económica primero y militar después, es el contexto, se cierne sobre muchos conflictos vigentes. Estados Unidos se siente desafiado y sus golpes de palo de ciego en política internacional, especialmente evidentes bajo la presidencia de Joe Biden, pueden entenderse por la desazón que provoca la inevitable hegemonía futura del gigante asiático. El dinamismo de la economía, la creciente influencia internacional no sólo en Asia, sino en África o América Latina, su desarrollo militar, su capacidad financiera que la hace tenedora de buena parte de la deuda americana, la capacidad tecnológica o el diseño de la Nueva Ruta de la Seda, parecen señales claras tanto de la capacidad como de la voluntad de entrar en una nueva era.

La Kings league

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Es el tema de moda, el que sin duda se ha comentado más en estas últimas semanas. Como ocurre con las cuestiones que son novedad y todo el mundo habla de ello, parece que se debe tener una opinión elaborada, que sea además clara y contundente, sin matices. Para unos, el invento de Gerard Piqué y el grupo de “famosos” que le acompañan es una genialidad, un producto de entretenimiento nuevo y fulgurante, moderno, que supera de mucho el interés que puede generar el aburrido mundo del fútbol tradicional. Una propuesta disruptiva que habría venido para quedarse y ocupar un lugar entre niños, adolescentes y jóvenes que se aburren en los campos de fútbol ya que pasan pocas cosas, no existe el ritmo cambiante y sincopado que requieren los acelerados nuevos tiempos. Para otros, estamos ante una ocurrencia frívola y sin sustancia, un entretenimiento de baja estofa que nada tiene que ver con el deporte. Una pretendida competición, que no lo es, ya que las normas son cambiantes sobre la marcha y donde las estrellas no están en el campo sino en el palco. Un espectáculo más bien esperpéntico formado por jugadores de fútbol de categoría regional, combinados con figuras decadentes que pasean su sobrepeso y falta de forma por un terreno de juego que, básicamente, es un plató. Poco tiene deporte o juego. Fundamentalmente una excusa para hacer un buen negocio y reforzar el ego de cuatro espabilados.

Federalismo y gobernanza en un mundo global

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El espectacular ensanchamiento de los espacios económicos y sociales debido a la mundialización no se ha visto acompañado de una amplitud similar respecto a los espacios políticos, ni se vislumbra una evolución mundial hacia un Estado cosmopolita. Desde el punto de vista de la gobernanza, se hacen imprescindibles dos procesos paralelos que, aunque puedan parecerlo, no son contradictorios, sino complementarios. La existencia de potentes instituciones internacionales, habilitadas para tomar decisiones de gran calado, no excluye el necesario reforzamiento de los Estados-nación como ámbito de toma de decisiones políticas y de regulación. Las estructuras nacionales, fragmentadas y en competencia son demasiado débiles ante el globalismo y el poder de las grandes corporaciones, que les chantajean para volverse volátiles. Pero es necesaria cierta compartimentación del poder, así como de algunas dinámicas económicas y sociales, para evitar justamente procesos globales incontrolables. Lo nacional y lo mundial deberían entrar en una relación nueva, en una ecuación renovada de atribuciones, de políticas y de poder.

Ferrovial como (mal) ejemplo

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Esta empresa ha anunciado que realiza una fusión inversa, y una sociedad holandesa justamente suya, la adquiere y, así, una empresa española de referencia deja de serlo, trasladando su sede corporativa y fiscal a los Países Bajos. Juego de manos. Mala imagen y mal precedente para la economía española, ya que una de las “majors” del Ibex se va apelando a las ventajas que le proporciona radicarse fuera, lo que puede servir de inicio y estímulo para que lo hagan otras.

Biden

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Su triunfo en las elecciones presidenciales en el 2020, la mayoría de gente lo vivimos con alegría y esperanza. Lo necesitábamos después de la vergüenza y el temor que nos provocaba Donald Trump. Aparentaba ser un viejo decente y progresista muy moderado, a la americana, del que no esperábamos mucho más que un comportamiento digno. Durante los poco más de dos años de mandato no ha generado una imagen pública que nos proporcionase demasiada seguridad, justamente porque genera dudas sobre su salud y sus movimientos en público nos hacen sufrir porque está siempre a punto de caerse.

Terremotos y pobreza

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La Naturaleza, que nos lo da todo, también nos lo quita y hace sentir de vez en cuando su capacidad destructiva de forma desaforada. Lo que es habitualmente espacio de vida se convierte de repente en espacio de tragedia. El brutal terremoto que ha afectado esta semana a un importante territorio de Turquía y Siria nos ha sorprendido por su capacidad destructora. Un episodio sísmico brutal y afortunadamente infrecuente que se ha explayado en un amplio territorio llevando desolación y muerte de forma ingente. Rara vez se dan estos fenómenos con tanta intensidad y con epicentros tan superficiales como para provocar el daño generado. A día de hoy, se habla de más de 20.000 muertos y de varias decenas de miles de heridos que colapsan los malogrados y escasos hospitales de la zona. El problema es la gran cantidad de desaparecidos bajo los escombros de los edificios derrumbados. Las cifras de hoy son sólo una muestra de las que habrá al final de este drama. Teniendo en cuenta las condiciones materiales y económicas de parte de la zona afectada, muchos de los fallecidos y heridos ni siquiera se contabilizarán. Aunque los terremotos no se pueden prever, éstos se han producido en una zona de especial magnitud sísmica conocida. No había previsión de que pudiera ocurrir, ni ninguna medida de contingencia preparada por unos estados que, curiosamente, tienen poca presencia efectiva en la zona y se han preocupado más bien poco por el desarrollo de estos territorios.

Sobre democracia y populismo

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El término “populismo” está continuadamente presente en el lenguaje político. En Europa, más que la definición de un proyecto político resulta una manera de descalificar al contrincante. Hay populismo en la derecha y en la izquierda, muy especialmente en las nuevas derechas e izquierdas que han nacido o renacido más allá de los partidos tradicionales que se turnaban en el poder. Pero incluso partidos conservadores y socialdemócratas, como pasa en España entre el partido Popular y el Partido Socialista, se acusan a menudo de tomar medidas puramente populistas. Sería un sinónimo de demagogia e intento fraudulento de gustar a determinados colectivos o grupos sociales para mantener o intentar ocupar el poder. Dicho esto, resulta evidente que no estamos ante una ideología política sino más bien ante una manera de hacer política en tiempos de adscripciones tenues con las ideologías tradicionales y de debilitamiento de las organizaciones partidistas clásicas. Un instrumental político, básicamente centrado en la comunicación y el márqueting, que se impone en tiempos de fuerte desigualdad y polarización social y en el momento que se han desdibujado las antiguas vinculaciones y culturas de clase.

Joan Manuel Serrat

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Con la retirada voluntaria del cantante se cierra toda una inmensa época. Lo deja alguien que, con sus canciones, nos ha acompañado a lo largo de nuestra vida. Difícil de contar el último medio siglo sin una música que, utilizando todos los palos, llevaba siempre su voz inconfundible. El tópico dirá que forma parte de la banda sonora de nuestra vida. Ha sido uno de los grandes referentes de la música catalana y española durante sesenta años, que no es decir cuatro días. Ha recuperado la mejor tradición de la poesía española contemporánea, poniendo en el mapa a autores que el franquismo había logrado mantener en el ostracismo, como es el caso de Miguel Hernández, pero también de incuestionables como Lorca o Machado. Ha sido un gran letrista, con una fuerte capacidad para describir el mundo en blanco y negro de su infancia, de cómo vivía, de cómo reía y lloraba la gente en tiempos no demasiado propicios. Sino pobre, vivió y describió al menos lo que alguien llamó las clases subalternas y sus barriadas. Pronto abandonó el concepto de cantautor, probablemente demasiado pretencioso y afectado para él, y se embarcó en composiciones y arreglos musicales más orquestales y complejos, rodeándose para ello de los mejores profesionales que había.

Irán

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Éste es un gran país, en muchos sentidos. Por su dimensión geográfica, por la demografía, por poseer una cultura ancestral muy desarrollada como la persa, por su economía, por su inmenso patrimonio histórico... Tiene actualmente una sociedad muy dinámica, formada, y con numerosos movimientos vanguardistas dentro de sí, ya sea en las artes visuales, musicales o literarias.

El poder de los jueces

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El reputado intelectual y político progresista latinoamericano, Álvaro García Linera, explicaba ya hace unos años que, en el continente americano, ya no había mucho peligro de golpes de estado militares o de intervenciones de soldados de Estados Unidos, ya que de la función de liquidar a políticos y gobiernos de izquierdas se ocupaban los jueces. Si antes en las academias militares de Estados Unidos se preparaban oficiales y torturadores de países latinoamericanos para ir rectificando con la fuerza lo que decían las urnas, en las últimas décadas se formaban a jueces de estos mismos países en las costosas y elitistas universidades del vecino del norte. Al volver a su país, hacían su trabajo con “conocimiento”. Cuando le oí explicar esto, pensé que era bastante cierto y que la forma de acabar con regímenes progresistas en América Latina era, cada vez más, con intervenciones judiciales que hacían la función de brazo armado del reaccionarismo (casos de Evo Morales, Lula, Dilma, Correa...). Pero, yo creía, que sólo podía pasar en territorios donde los sistemas democráticos estaban poco consolidados y la división de poderes no había quedado bien establecida. Que esto no era posible en Europa, vamos. Iba errado. Lo que se ha evidenciado esta semana en España, llamarlo golpe de estado sería un abuso injustificable del lenguaje, pero con la interferencia intolerable del mundo judicial por medio del Tribunal Constitucional sobre el poder legislativo, se muestran algunas vergüenzas, se pone en crisis, ahora sí, lo que se ha dado en llamar el Régimen del 78 y que fue el resultado de la reforma política que permitió salir del franquismo e instaurar un sistema democrático en España.

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Publicidad y propaganda

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Que las instituciones informen, es lo suyo, como es lógico que los gobiernos se expliquen, aunque a veces no haría falta, ya que se les entiende casi todo. Para dirigirse a la gente, aparte de decretos y leyes, tienen los parlamentos, las comparecencias, las ruedas de prensa, las entrevistas... Los medios de comunicación, entre otras cosas, tienen la función de revelar y controlar ejercicio del poder político. Éste, cada vez más, le parece que no es suficiente y que merecemos unas buenas dosis de publicidad institucional por tierra, mar y aire. Especialmente cuando se acercan ciclos electorales, comienzan a aparecer vallas publicitarias recordándonos sus conquistas, anuncios a toda página de diario diciendo lo mucho que están haciendo por nosotros y spots televisivos y cortes de radio para hacernos todo tipo de recomendaciones para que cambiamos nuestra forma de comportarnos. Nos quejamos, a veces, del adoctrinamiento de los ciudadanos que se produce en la totalitaria China, pero lo cierto es que el que se lleva a cabo con todos nosotros no tiene mucho que envidiar al país asiático. Aparte de la relativa proximidad electoral, estamos a finales de año, y los departamentos ministeriales o de consejerías hacen limpieza de remanentes presupuestarios y nos montan unas cuantas campañas que mejoren nuestro espíritu navideño. No hablamos de hacer un esfuerzo por informarnos, que esto no haría falta, sino de hacer propaganda, que es otra cosa. Más que darnos datos relevantes, lo que se hace es sacar pecho y, sobre todo algunos sectores políticos con sus cuotas de poder, intentar aleccionarnos y decirnos, como si hicieran un manual de urbanidad de los antiguos, como hemos de proceder.

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Trabajo e identificación

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Lo que caracteriza a las últimas décadas es una extrema volatilidad del trabajo y, al mismo tiempo, el sentido de pertenencia a una clase social. Lo que antes se decía y se blandía con orgullo cómo era pertenecer a la “clase trabajadora”, en los últimos tiempos se ha diluido, difuminado y casi olvidado. Ahora, en este sector laboral y social se está siempre pendiente de la precariedad, de combinar períodos de trabajo con el subsidio o mantener varios trabajos a la vez para obtener ingresos mínimos. Aquí los miedos son básicos, elementales y dramáticos. No son temores infundados sobre la pérdida de estatus. Son posibilidades reales de perder ingresos, vivienda y mínimos vitales. Por el camino se tiene la sensación de perder la dignidad y la autoestima. El deterioro es muy acusado. El esfuerzo de mucho trabajo desgastante, pero al mismo tiempo la lucha y la erosión que implica la búsqueda constante de una nueva ocupación. Las condiciones del "proletariado del sector servicios" son mucho más duras que las que tenía el trabajador industrial clásico. Aquí no hay sindicación y a menudo se forma parte de una cadena de subcontratación dedicada a la limpieza, cuidados personales o reparto a domicilio. Trabajos aparentemente sencillos, pero de horarios interminables, ritmos frenéticos, condiciones inhumanas y salarios de miseria. Un mundo multicultural, con predominio de mujeres, en el que no es posible establecer salarios mínimos o bien de conciliación entre trabajo y vida privada. Nadie habla del bournout en este escalafón de nuevos sirvientes, aunque lo hay. Quizá tenga más connotaciones de desesperación. Y un miedo atroz.

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El pájaro y sus alas

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Como no podía ser de otra forma, Elon Musk ha entrado en Twitter haciendo ruido, o más bien como un elefante, como es su estilo. Le gusta ser singular y al mismo tiempo disfrutar de formas autoritarias. No se conforma con ser rico y poderoso, quiere que se note exhibiendo formas variadas de prepotencia. Afirma querer cambiar el mundo. "El pájaro ha empezado a volar", ha dicho de la nueva era que inicia la red social, pero de momento le han abandonado las empresas que se publicitaban. El trumpismo mundial está de enhorabuena. No tanto los partidarios de la gratuidad. La plataforma será de pago. A cambio, te ahorrarás publicidad y podrás publicar todo tipo de fantasías y animaladas sin límite. Esto es progresar.

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Impuestos, los justos

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El debate sobre la fiscalidad vuelve a centrar la pugna política en España y, probablemente, lo hará durante largo tiempo. Como mínimo, hasta que se celebren elecciones generales en un año. La derecha hispánica, tanto la de Feijoo como la de Ayuso y también la de Vox, han hecho suyo aquel precepto propagandístico del neoliberalismo que afirma que “los impuestos son una incautación de la riqueza privada y donde mejor están es en el bolsillo de los contribuyentes”.

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La fase más peligrosa de la guerra

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Las guerras no tienen un momento bueno, pero tienen etapas, algunas de las cuales resultan especialmente preocupantes. La invasión por Rusia de territorios ucranianos ha sido una agresión inaceptable con efectos humanos, sociales y económicos de inmenso alcance y no sólo para ucranianos y rusos. Se han roto la necesaria estabilidad que requiere el progreso en buena parte del mundo y los desequilibrios generados nadie sabe muy bien adónde nos pueden llevar. Todo cálculo en el terreno bélico resulta una mera aproximación. Como en una partida de ajedrez, cada movimiento abre una realidad nueva. En ese caso, se juega muy cerca del abismo. Rusia preveía una guerra relámpago que, en pocos días le permitiría ocupar la región del Donbass y provocar el colapso del gobierno ucraniano el cual sería sustituido por uno afín. Nada de esto ha pasado. La rusofobia ancestral en este país provocó una dinámica de cohesión y la emergencia de un liderazgo fuerte por parte de Zelenski, un cómico convertido en político. La resistencia militar de Ucrania resultó insólita, en gran parte por la ayuda militar occidental, pero también porque en Rusia de la gran potencia militar que había sido ya sólo le queda el arsenal nuclear. La guerra se alarga, con múltiples episodios de una brutalidad inusitada, y unos efectos económicos muy profundos más allá de los contendientes y de las sanciones impuestas por Occidente en Rusia. Parece que Europa no había previsto lo que significaría su posicionamiento en relación con la dependencia energética y el acceso a determinados alimentos y materias primas.

En defensa del Impuesto de Patrimonio

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Una vez más el PP cae en la demagogia y se presenta como el defensor de bajar impuestos. Más allá que bajar impuestos en un país donde la presión fiscal está por debajo de la media de la Unión Europea no resulta muy lógico, ya que se debilita la posibilidad de financiar unos buenos servicios públicos, ya resulta aleccionador que sólo se bajen o se hagan desaparecer aquellos que afectan a los ricos.

Chile como muestra

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En América Latina se va consolidando un nuevo giro hacia la izquierda en buena parte de los países, en una edición renovada de lo que fueron los regímenes nacional-populares de la primera década de siglo y que tuvieron su reflujo en los últimos años. Hay ejemplos muy interesantes, aunque en algunos países que a veces se contabilizan resultan indefendibles y donde no se superan ni mucho menos los estándares democráticos, como serían los casos de Venezuela o de Nicaragua. Pero existen modelos a tener en cuenta de transformación económica y social como los de Bolivia, una primera vez de ensayo de gobierno progresista en Colombia y el siempre dudoso y contradictorio kirchnerismo en Argentina. Será clave si en Brasil se logra deshacerse del ultraderechista Jair Bolsonaro y vuelve Lula y sus políticas de desarrollo e integración social. Seguro que, si lo consigue, dará un empujón y liderará las izquierdas democráticas del continente.

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La nueva extrema derecha

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El Partido Popular Europeo acaba de dar luz verde y reconocimiento a la alianza de la extrema derecha italiana. El conservadurismo continental abre la puerta así a que la derecha y la extrema derecha cooperen para recuperar el poder donde no lo disfrutan. Una buena noticia para el Partido Popular y Vox en España, no sé si tanto por el mantenimiento de los valores democráticos.

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La era del turismo

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Si algo define nuestro mundo es la profusión del viaje, del aleteo continuo. Es una actitud. Desplazarse, conocer entornos diferentes, ya no es algo asociado únicamente a las clases dominantes, a las élites, sino que se ha convertido en característica común y transversal de nuestro tiempo. Se ha erigido como un derecho inalienable de la ciudadanía en cualquier segmento social que se habite. Hay nichos y precios para todos, para que la democratización de la práctica turística y viajera no signifique la superación de las diferencias de clase, que tampoco se trata de eso.

Tipos de interés

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Las economías occidentales sufren procesos inflacionarios desbocados que, donde más donde menos, se acercan al 10% en la tasa interanual. Una mala dinámica. El resultado de un aumento de continuado de precios que devalúa salarios, ahorros y activos. En definitiva, nos hace progresivamente más pobres. Una de las preocupaciones siempre fundamentales de los gobernantes. Limita la estabilidad económica y la confianza de los inversores, así como la capacidad de los consumidores. Sobre todo, empobrece a los más débiles. Si la tasa anual no sobrepasa el 2% no sólo no es preocupante, sino que se considera saludable y activadora, pero a partir de ahí todo son problemas. Aumentar los tipos de interés para frenar la dinámica alcista de los precios es una solución tradicional, aunque con notorios riesgos. Lo ha hecho la Reserva Federal estadounidense dos veces estos últimos meses y de forma bastante contundente hasta llegar a tipos del 2,5%. Hay quien dice que el Banco Central Europeo, que lo hizo la semana pasada un 0,75%, va tarde y de forma demasiado modesta. No hay una varita mágica. Si estiras la sábana para tapar la cabeza, probablemente acabes por destapar los pies. Porque ese es el problema.

Un nuevo guión

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Una de las grandezas de la política son los giros inesperados. Dinámicas que parecen imparables durante meses, de repente se frenan e incluso dan la vuelta. Todo depende de saber utilizar los tiempos y no sólo construir relatos adecuados, sino ser capaces de tomar medidas que la ciudadanía entienda que son las que tocan y que no necesitan ser explicadas de forma compleja o con notas a pie de página. El debate de política general del Congreso de Diputados en Madrid nos dio la semana pasada una prueba bastante evidente de ello.

A propósito del cambio en Colombia

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La victoria de Gustavo Petro en las elecciones de Colombia tiene mucha significación. La tiene para un país que dispondrá, por primera vez en su historia, de un gobierno de izquierdas, pero la tiene para América Latina, pues el giro político colombiano refuerza la dinámica de retorno de gobiernos progresistas a buena parte del continente. El cambio resulta trascendente y de su éxito o fracaso se derivarán muchas cosas. Colombia ha vivido una sucesión de gobiernos entre derechistas y muy derechistas desde hace muchos años y una conflictividad interna que la llevó a una auténtica escisión social y política y al predominio de una violencia brutal, ya fuera procedente de las guerrillas de izquierdas, del narcotráfico o de los paramilitares, conceptos, además, que a menudo se mezclaban de forma indescifrable. El M-19, las FARC, representaron apuestas insurreccionales según el estilo del revolucionarismo poscolonial que se impuso en las décadas de los sesenta y setenta siguiendo la estela de Ernesto Che Guevara. Una salida quizás comprensible en un país de desigualdades sociales tan extremas y con una clase dominante de formas tan abruptas, pero que a pesar de los toques románticos que se le quisieran ver, no sólo estaba condenada al fracaso, sino que provocó reacción y violencia desenfrenada además de derivas de mala justificación cómo las narcoguerrillas o la eclosión de personajes vinculados al narcotráfico como Pablo Escobar. Tras los duros “años de plomo” el país ha vivido procesos de desmilitarización de los grupos armados y de cierta reinserción de sus miembros en la política democrática. Se ha avanzado en los últimos tiempos y de forma especial en el tema de la seguridad. El movimiento que hay detrás de la victoria de Petro pretende ahora estimular un progreso económico que, mediante la corrección estatal, no beneficie sólo a las minorías extractivas de siempre, sino que reequilibrio a la sociedad sacando de la pobreza los segmentos más bajos y excluidos a la vez que fomente el surgimiento de clases medias que puedan ser portadoras de cierta estabilidad política. El reto es inmenso y los planteamientos necesariamente moderados.