Sorpresa geopolítica irano-saudí
- Escrito por Rafael Fraguas
- Publicado en Opinión
El reciente anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudí por intermediación de China, constituye una sorpresa geopolítica sin precedentes. Estas relaciones estaban plenamente rotas desde 2016 tras el asalto de una turba iraní contra la embajada saudí en Teherán, asalto consecutivo a la ejecución en Arabia Saudí de Nimr al Nimr, líder religioso de la minoría chií en el país arábigo, acusado de sedición y terrorismo por el régimen wahabita. Sorprende, en principio, que el hombre fuerte saudí, Mohamed bin Salman, haya dado un paso que desmonta toda una trayectoria de rivalidad conflictiva por la hegemonía regional con su vecino Irán, rivalidad apoyada a sangre y fuego por Estados Unidos e Israel, aliados tradicional y de ocasión, respectivamente, del régimen saudí.
Sorprende, asimismo, que Irán, en un momento de máxima debilidad por las protestas internas y por el cerco sancionador externo, afiance así su estatuto de potencia regional, precisamente ahora, como implica su normalización de relaciones con su poderoso vecino. Y, sobre todo, asombra la astucia de China, que tuvo graves problemas con el islamismo en su provincia occidental de Sinkiang, y comparece ahora actuando como intermediaria entre sunnies wahabitas y chiitas duodecimanos, dos importantes corrientes dentro del Islam. Todo lo cual constituye, de momento, un éxito diplomático en toda regla y también en clave interna para Beijing. Más aún, el ministro de Exteriores chino Wang Yi, puede apuntarse el mérito de acercar a dos eslabones clave de la Ruta de la Seda en la apuesta china a largo plazo por abrirse comercial y políticamente, más aún, al mundo.
Es difícil no entender lo sucedido bien como una derrota o bien como un desestimiento de Washington en su política en el Medio Oriente, donde dos pivotes de la importancia de Irán y Arabia Saudí se amistan al parecer de espaldas al interés de una Casa Blanca que, tras apostar durante años por enemistarlos, muestra signos de desconcierto, cuando no de descontrol de situaciones de importancia como ésta.
No obstante, hay quien pudiera objetar que este paso carece de plena importancia mientras no se vea ratificado, a nivel estatal, por el hombre fuerte de Riad, bin Salman, y por Ali Jamenei, Guía de la República Islámica. Los signatarios del acuerdo han sido sendos consejeros de Seguridad Nacional, el saudí Abian y el persa Shamjani. Otros hay que sugieren que se trataría de un "acuerdo express" si no inducido por Washington, si bendecido con la boca chica desde allí para estabilizar la zona antes de que el hundimiento de uno o dos de los regímenes signatarios de este reciente acuerdo implique ya un absoluto descontrol estadounidense del Medio Oriente, distrayendo a Wahington de su prioridad en la atención hacia China.
Desde luego, es preciso contemplar lo sucedido desde la óptica petrolera, pues dos gigantes energéticos como Arabia Saudí e Irán, ven con inquietud compartida la irrupción estadounidense en mercados tan importantes como el europeo, aprovechándose del colapso del suministro ruso derivado de la guerra de Ucrania. En la OPEP, tanto Teherán como Riad cuentan con enorme ascendiente y ambas muestran signos de hartazgo por las presiones teledirigidas de Washington para fijar cuotas de producción- exportación- precios a terceros, rebajas de las que el principal beneficiado es el propio Washington. El pacto irano-saudíves es, según parece, un aldabonazo a favor de una autonomía energética de dos poderosos integrantes de la OPEP, hartos de que Washington dicte sanciones que, a la postre, perjudican gravemente el libre comercio energético con sus clientes y dejan manos libres a las petroleras norteamericanas para aumentar exponencialmente sus exportaciones.
Es curioso que los protagonistas personales de este acercamiento sean dos responsables áulicos vinculados a la Seguridad Nacional de saudíes e iraníes, respectivamente. Todo un síntoma del propósito de blindar el acuerdo, por lo que pueda pasar puertas adentro de los países presentes en el restablecimiento de relaciones. Atención a lo que pudiera sobrevenirle, señaladamente, al dignatario saudí, habida cuenta de cómo se las gastan importantes poderes fácticos made in... con aquellos que osan desafiar sus directrices.
De momento, China se apunta un importante tanto político, diplomático, económico y energético -Irán y Arabia Saudí son dos potentes proveedores-. El tanto también es ideológico: sentar en la mesa negociadora a dos representantes de dos regímenes islamistas rivales y, precisamente, en viernes, día sagrado en el Islam, así lo pone de manifiesto. Veremos si el acuerdo se consolida -o no- en fechas venideras.
Rafael Fraguas
Rafael Fraguas (1949) es madrileño. Dirigente estudiantil antifranquista, estudió Ciencias Políticas en la UCM; es sociólogo y Doctor en Sociología con una tesis sobre el Secreto de Estado. Periodista desde 1974 y miembro de la Redacción fundacional del diario El País, fue enviado especial al África Negra y Oriente Medio. Analista internacional del diario El Espectador de Bogotá, dirigió la Revista Diálogo Iberoamericano. Vicepresidente Internacional de Reporters sans Frontières y Secretario General de PSF, ha dado conferencias en América Central, Suramérica y Europa. Es docente y analista geopolítico, experto en organizaciones de Inteligencia, armas nucleares e Islam chií. Vive en Madrid.