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Robert Graves y los “sufis”


(Tiempo de lectura: 2 - 4 minutos)

No puedo decir que “conocí” a Robert Graves, pero sí me lo presentaron una tarde de verano en Deià. También he leído un par de libros suyos, pero no soy ningún experto en su literatura.

El otro día leí en Diario de Mallorca, un curioso artículo de Àlex Volney (escritor y librero) que trataba de la relación de Graves con los “sufís”. Más concretamente, nos hablaba del prólogo que escribió Graves, para el libro “Los sufís” de Idries Shah.

En el mismo Graves relata muy a su manera, aunque los expertos dicen que sin salirse de su literatura, la llegada a Mallorca del Rey Jaime I, en 1229, para arrebatar las isla a los sarracenos, después de cinco siglos de ocupación.

El autor de “Yo, Claudio”, se centra, y pone la atención, en el animal que aparece en el escudo de Palma, este animalillo tan nuestro: el murciélago o “ratpenat”. Esta pequeña criatura, pronto le sugiere la búsqueda de una explicación. Lo fácil y comun, era la equivalencia a “vigilancia”. Este mamífero alado, siempre relacionado con la brujería, lo llevaría a investigar la ayuda, recibida por Jaime I, desde su más tierna infancia, por los caballeros templarios que lo protegieron y que, mucho más tarde, le facilitarían el poder entrar triunfante, en lo que hoy conocemos como Palma. Parece que los Templarios instruyeron al pequeño Jaime en el “bon saber”. Ya en las cruzadas la Orden del Temple, había sido acusada de “colaboración” con los sufís sarraceno (habitantes del desierto).

Robert Graves interpreta, que el significado del murciélago en el casco o cimera del Rey, no sea otro que el símbolo de haber sido adoctrinado por esta corriente sufí, casi como si se tratara de una hermandad, entre los seguidores de Mahoma y los demás “pueblos del Libro”. Pero ojo, advierto yo, porque no está claro que Jaime I utilizara cimera alguna. Parece que el primero en utilizarla fue Pedro IV, y que en la misma lo que figuraba era un dragón rampante, y no un murciélago. Quizá mi buen amigo Onofre Vaquer, historiador especialista en la historia de Mallorca, pueda aclararnos algo más, si lee estas letras.

Idries Shah le sugiere a Robert Graves, que el significado etimológico, en árabe, puede tener varios sentidos, y uno de ellos sería “visión débil: pupilas que sólo ven de noche”. Los sufís se proclamaron siempre “ciegos para aquello que sólo es importante para el no iluminado”. Y sugieren que “la humanidad está sumida en una pesadilla de fracasos”. Para finalmente apuntar a su amigo, que no menosprecie el sentido ordinario y popular de “vigilancia”. Llega a insinuar, que si Jaime I no hablaba árabe de modo fluido, puede que gran parte de sus consejeros, si lo hicieran.

No solamente se atribuye a los Templarios, las ventajas que encontró Jaime I en su conquista, sino también a “dos o tres moros disidentes”. Recuerden al “traidor moro d’Alfabia” que, muy lejos de ese adjetivo propinado, sugiere Graves, cuando vé el casco del nuevo rey conquistador, y “lee” el mensaje esperado, corresponde no sólo sin ofrecer resistencia, sino regalando también, toda suerte de avituallamientos, para la agotada tropa.

Parece ser que los sufís, conformaban una antigua masonería espiritual, cuyos inicios se diluyen en la historia. Considerada secta musulmana, se fueron acomodando en otras religiones. No son pocos los autores, que observan una estructura sufí, en el “Llibre d’amic e amat” de nuestro Ramon Llull y, tras él, Anselm Turmeda. Muchos cervantistas encuentran, también, episodios de El Quijote en esa línea. Resiguiendo pistas gravesianas, y pasando por el origen sarraceno del rosario, o de El Patito Feo de Andersen, nos podemos hacer una idea de la magnitud, de lo que se mueve en la obscuridad, sólo surcada por el frágil y tímido eslalon, de un pequeño murciélago.

“Estar en el mundo pero no ser del mundo”. El ideal sufí de liberarse de ambiciones, codicias, obediencia a tradiciones, o a personas de alto rango, se compenetra con la inmersión en los versos ancestrales de Omar Khayyam.

Para otros, parece ser que la ciencia moderna, hoy desconcertada, hundía, tiempo atrás, sus raíces en el pensamiento sufí, que enseña, por decirlo suavemente, que la religión no puede ser otra cosa que folclore.

Pues eso.

 

Nacido en 1942 en Palma. Licenciado en Historia. Aficionado a la Filosofía y a la Física cuántica. Político, socialista y montañero.