La Declaración del PSOE y la UGT ante la firma de los acuerdos hispano-norteamericanos
- Escrito por Eduardo Montagut
- Publicado en Historalia
Como anticipo del estudio que estamos realizando sobre la reacción del socialismo español ante los trascendentales acuerdos firmados entre España y los Estados Unidos en 1953, y que supusieron un refuerzo de la dictadura franquista, superando de forma definitiva la época del aislamiento internacional, estudiamos la Declaración del PSOE y la UGT ante la firma de los mismos. El análisis socialista de los acuerdos reconocía que, junto con la firma del Concordato, se estaba reforzando al régimen franquista, quejándose de la actitud de los estados democráticos miembros del Pacto Atlántico por no reaccionar ante este reconocimiento internacional de la dictadura, y, por fin, planteaba que dichos acuerdos suponían una merma de la soberanía española, un argumento muy sugerente frente al hipernacionalismo españolista de Franco.
Para el PSOE y la UGT Franco había cedido, “sin avergonzarse”, parcelas del territorio nacional a los Estados Unidos a cambio de un puñado de dólares. Los Estados Unidos, por su parte, para defender la democracia y las libertades, habían elegido como aliado, “también sin avergonzarse”, al “más cruel de los dictadores”, que llevaba catorce años tiranizando a los españoles. Se había consumado una verdadera atrocidad, que ya había comenzado a ser denunciada por los socialistas desde el momento de la visita del almirante Sherman a España en el verano de 1951, punto de partida de unas negociaciones que habían durado dos años.
Los acuerdos se habían firmado un mes después del Concordato. Esta circunstancia permitía comprobar el “contubernio” de la Santa Sede, los Estados Unidos y Franco para encadenar más al pueblo español. El Concordato suponía hipotecar el porvenir espiritual de España, mientras que los acuerdos con Estados Unidos suponían otra hipoteca, pero ésta en el terreno del futuro económico y militar. España, por voluntad del dictador, renunciaba a su plena independencia y soberanía. Franco había convertido, por lo tanto, el país en colonia del Vaticano y de Estados Unidos.
Por otro lado, ambas organizaciones consideraban que estos acuerdos se firmaban en el momento menos indicado, cuando la tensión internacional había disminuido, y el mundo comenzaba a recobrar su confianza con la esperanza de que se alcanzaran acuerdos en la Conferencia de los Cuatro. Pero también se afirmaba que la misma llevaba todas las trazas de malograrse. Lo inoportuno, a juicio del socialismo español, era que con las dificultades que había para acordar la paz, y cuando los países se pedían unos a otros pruebas tangibles de su voluntad de restablecer la paz, llegaban estos acuerdos que podían ser considerados como una provocación. Este argumento sería, a nuestro juicio, el más endeble de la Declaración.
Pero lo que más llamaba la atención a ambas organizaciones era la resignación que los estados democráticos de la OTAN habían acogido la incorporación de la dictadura franquista al sistema defensivo occidental. Parecía como si no hubieran valorado la gravedad de dichos acuerdos o que carecían de la suficiente independencia para combatirlos. Pero los socialistas españoles auguraban funestas consecuencias en el Mediterráneo o en relación con el rearme alemán, “doblado de la presencia de un ejército francofalangista en los Pirineos”.
La Internacional Sindical y la Internacional Socialista habían manifestado repetidas veces su oposición a estos acuerdos, con advertencias y protestas, pero no habían sido escuchadas. Todas las fuerzas españolas fuera de España habían delcarado también en nombre de las mismas y de los españoles que no podían expresarse libremente en el interior del país, que no reconocían validez alguna a cuantos compromisos se concertasen con el dictador, es decir, sin consultar la voluntad de la nación. Tanto la UGT como el PSOE, ya firmados los acuerdos, reiteraban esta misma postura.
Para ambas organizaciones la cesión de soberanía territorial no sería nunca perdonada por los españoles. Por su parte, los Estados Unidos con el fin de mantener sus intereses a invertir en España, tendrían que sostener al régimen franquista. La democracia española no olvidaría tampoco esta traición.
Los socialistas reconocían que se ponía más difícil la lucha contra el franquismo con los acuerdos y el Concordato, pero proclamaban que ninguno de los dos conseguiría salvar al régimen, y se comprometían públicamente, a seguir luchando por la liberación de España.
La Declaración se firmó el 28 de septiembre de 1953 en Toulouse, y se publicó en el número del primero de octubre de 1953 de El Socialista.
Eduardo Montagut
Doctor en Historia. Autor de trabajos de investigación en Historia Moderna y Contemporánea, así como de Memoria Histórica.