Arte hispano-musulmán
- Escrito por Eduardo Montagut
- Publicado en Cultura
El arte hispano-musulmán se inscribe dentro de las características generales del arte islámico. Se trata de un arte con una clara inspiración religiosa, que da muy poca importancia de las artes figurativas frente a la arquitectura, donde abunda lo decorativo, primando la abstracción sobre el realismo. Pero el arte en Al-Ándalus asume también rasgos peculiares procedentes del ámbito cultural hispano-visigodo, como la superposición de los arcos, el arco de herradura, las celosías y el empleo de arcos con dovelas de colores. Por otro lado, del contacto entre cristianos y musulmanes saldrán importantes intercambios estilísticos que generaron dos estilos genuinamente peninsulares: el mozárabe y posteriormente el mudéjar.
Como decíamos, el principal impulso artístico se produjo en la arquitectura, que servía de reflejo del poderío de los gobernantes. Se trata, por tanto, de un arte eminentemente religioso y palatino, cuyas principales manifestaciones artísticas fueron la mezquita y el palacio.
Uno de los pilares del Islam es la oración, un precepto que no precisa un espacio concreto mientras se dirija hacia La Meca. Pero para fortalecer la comunidad de los creyentes los primeros califas mandaron construir edificios en los que, al menos los viernes, los musulmanes debían rezar juntos y escuchar al imán o jefe espiritual. La tradición afirma que las primeras mezquitas estaban inspiradas en la casa de Mahoma, de planta rectangular con un patio. En todo caso, la mezquita es un espacio muy sencillo, en el que no hay hitos que marquen jerarquías o simbolicen la proximidad a una zona más sagrada. Es un espacio continuo en el que lo único que importa es la orientación. En las mezquitas se pueden distinguir varias partes. En primer lugar, hay un patio o sahn, a cielo descubierto, rodado de arquerías, con un centro donde se abre una fuente para las abluciones. En uno de los lados del patio se levanta el alminar desde donde el almuédano llama a la oración. La gran sala de oración es el haram, con numerosas naves que se orientan perpendicularmente hacia el muro o quibla, que da la dirección de La Meca. El mihrab es el nicho abierto en el eje central de la quibla. Ante el mihrab se sitúa la maxura, un recinto cercado por estar destinado al califa o al imán. Al lado se sitúa el mimbar, especie de púlpito.
En el arte hispano-musulmán la mezquita más importante es la de Córdoba. Se comenzó a construir durante el siglo VIII y se concluyó, después de varias reformas y ampliaciones, en el siglo X. Las reformas más importantes fueron realizadas por Al-Hakam II y bajo el mandato de Almanzor, ya en el siglo X. El elemento más novedoso es la disposición de los arcos de separación de las naves; para elevar el techo y mejorar la visión hacia la quibla y el mihrab se superpusieron dos niveles de arcos: de herradura en el nivel inferior y de medio punto en el superior.
La arquitectura civil se halla representada por palacios y alcazabas. Entre los primeros destacan los restos del palacio de Madinat al-Zahra, verdadera ciudad palatina mandada construir por el califa Ab al-Rahman III y de la cual solamente se conservan algunos restos. Más tardía es la Aljafería de Zaragoza, palacio fortificado construido en la época taifa (siglo XI), que sigue el modelo de los castillos omeyas del desierto sirio. En esta misma época debemos situar las alcazabas de Málaga y Almería. Pero el palacio más sobresaliente fue, sin lugar a dudas, la Alhambra de Granada, palacio fortaleza que constituye un verdadero complejo arquitectónico. La muralla y sus numerosas torres le confieren un sólido aspecto defensivo exterior.
Pero su interior es un puro contraste, gracias la exuberancia decorativa y los espacios abiertos. La funcionalidad residencial y palaciega crea un mundo sosegado y placentero que denota el aprecio por lo sensorial de la cultura nazarí. Arquitectónicamente, la Alhambra incorpora dos novedades: las bóvedas de mocárabes y las esbeltas columnas nazaríes. Adosados a la Alhambra se construyen el palacio y los jardines del Generalife (siglo XIII). Sus rasgos decorativos son más sencillos que los de la Alhambra, pero sus jardines y huertas, diseñados con un sofisticado y deslumbrante tratamiento del agua, servían de recreo para los habitantes del palacio.
Eduardo Montagut
Doctor en Historia. Autor de trabajos de investigación en Historia Moderna y Contemporánea, así como de Memoria Histórica.
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