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Albert Otto Hirschman (1915-2012): Un pensador innovador, original y autor de textos de economía política que siguen desconcertando a los ‘biempensantes’


(Tiempo de lectura: 6 - 12 minutos)

... ¿qué hiciste

de nosotros, los que apenas

pudimos aprender

la tabla de sumar de la esperanza?

J.M. Caballero Bonald

En tiempos grises y sin brillo como estos en que apenas se lee, se indaga menos, se tiende a reducirlo todo, a ‘recetas’ poco exigentes y, pretextando falta de tiempo, se impone una brevedad sin matices. Por un lado, pasamos demasiadas horas prisioneros en las redes sociales, aturdidos y sin espacio ninguno para analizar lo que pasa y lo que nos pasa.

Con unas cuantas excepciones se repiten, machaconamente, conceptos e ideas simplistas, poco elaborados pero, eso sí, fáciles de ‘digerir’. En estas condiciones como se podrá comprender, la Economía Política obviamente no pasa por su mejor momento. El análisis crítico tiende a ser sustituido por ‘píldoras’. Nos quedamos, además, satisfechos por lo ‘modernos y tecnológicos’ que somos.

Quizás sea por eso, por lo que me llamaron mucho la atención los planteamientos heterodoxos e innovadores de Albert Otto Hirschman, que aunque murió hace algo más de veinte años, tenía la virtud de enfocar los problemas, desde un punto de vista creativo y analizando la realidad, con pasión por comprenderla sin recurrir a respuestas manidas, petrificadas y las más de las veces, vacías.

Este intelectual longevo, vivió casi cien años. Me parece especialmente interesante, por los análisis que realizó en los años setenta, ochenta y noventa del pasado siglo.

Tuvo una vida agitada y convulsa. Este berlinés, como judío se vio obligado a plantar cara a la adversidad y a las persecuciones, adquiriendo desde muy joven un intenso compromiso político. Estaba en juego su vida, su libertad y la de su pueblo. Era, desde luego, cosmopolita y ciudadano del mundo. Actuaba con solidaridad, allí donde la vida le empujaba. Se exilió en París, en Trieste, en Londres…

Formó parte de las Brigadas Internacionales durante nuestra Guerra Civil, concretamente en el Frente de Aragón. Sus ideas trotskistas le hicieron simpatizar con el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista). Con posterioridad su trayectoria un tanto errante, lo lleva a Estados Unidos y a Latino América. No perdió nunca su independencia de criterio. Se veía obligado a chocar con muros y con los obstáculos que las circunstancias iban sembrando a lo largo del camino. Esto lo preparó para resistirse a los convencionalismos y a teorías conservadoras que no veían más allá de los cauces establecidos.

Analicemos ahora, su sentido anticipatorio que se manifiesta en su mirada interdisciplinar y transdisciplinar y, por tanto alejada de los compartimentos estancos. Economistas, científicos sociales, politólogos… encuentran en su obra una riqueza de elementos interrelacionados y entrecruzados muy estimulantes y, por aquellos años, ‘pioneros’.

A ‘sensu contrario’, tuvo una acogida fría por parte de los representantes de rígidas escuelas económicas, que defendían –y siguen defendiendo, ahora- un pragmatismo insolidario poco o nada interesado por las cuestiones sociales y las consecuencias de una política neoliberal, de signo muy conservador, con efectos devastadores para la igualdad.

Más adelante me referiré a algunas obras suyas de esos años; ahora quiero hacer hincapié en “La retórica reaccionaria” donde, sin concesiones, expone abiertamente las frías argumentaciones de los conservadores, sin tener en cuenta lo que supone el retroceso de los derechos adquiridos y el atentado brutal a las políticas de igualdad que el Estado del Bienestar –más europeo que estadounidense- trajo consigo y que tuvieron la virtud de impulsar la economía hacia la mejora de la vida y hacia un reparto de la riqueza de carácter más democrático. Disponemos de una edición en castellano (Clave intelectual 2020).

Algunos economistas y especialistas en Economía Política dieron a luz, en esos años, textos prometedores e interesantes. Varios de ellos han envejecido mal y se han quedado ‘mudos’. Los más jóvenes, por otro lado, aprisionados en las redes y en círculos concéntricos de los que no quieren o no pueden salir, apenas ofrecen otra cosa que desconcierto, titubeos y pesimismo. Casi antes de plantar cara, han arrojado la toalla.

La tarea de preguntar y preguntarse y de rechazar las vías que nos quieren presentar como las únicas correctas, hay que tener el valor de rechazarlas –como otros hicieron antes- por las indeseables consecuencias que acarrean. Sigue habiendo círculos minoritarios encomiables, aunque suscitan los recelos acostumbrados por parte de los ‘biempensantes’.

Nunca está demás preguntarse ¿por qué?, ¿para qué? y ¿dónde queda la justicia? Una justicia a la que se llega a través de la dialéctica, quizás por eso, los planteamientos dialécticos tienen entre muchos economistas tan mala prensa. Por el contrario, las inquietudes que la realidad despierta en quien la observa, conducidas mediante las preguntas y formulaciones adecuadas, hace que surjan algunas veces pensamientos alternativos y son, con frecuencia, un caldo de cultivo adecuado.

Puede que no carezca de interés para los lectores, que la primera labor de Hirschman como economista fue para la Junta de la Reserva Federal sobre el Plan Marshall para la reconstrucción europea.

Creo que fue decisiva, pues marcó su ‘rumbo’ en el futuro, su estancia en Colombia. Vivir y analizar ‘in situ’ el subdesarrollo o las políticas que surgen, por parte de los países en vías de desarrollo, le impulsan a ‘tirar por la borda’ la ortodoxia y aventurarse por nuevos derroteros con un contenido, en cierto modo, alternativo.

Los retos de la democracia en América Latina y la encrucijada en estos países del Capitalismo, hacen que su pensamiento adquiera una perspectiva original. Surge así “Viajes hacia el progreso” que despierta un inequívoco interés en círculos estadounidenses progresistas y lo convierten en un autor conocido y reconocido aunque, a decir verdad, nunca compartieron estos planteamientos, los conservadores.

No era nada complaciente, por el contrario, practicaba un escepticismo sano. No seguía la moda ni las corrientes imperantes, ni era ni deseaba ser estructuralista. Iba más allá. Lo que tal vez signifique que en él latía la esperanza. Solía repetir que hay que vencer al pesimismo ya que paraliza. Nunca fue un revolucionario mas sí, un pensador independiente que no se movía siguiendo las vías establecidas. Rechazaba los rígidos esquemas y apreciaba las Políticas Económicas más humanas y liberadoras.

Le interesaba la antropología. La filosofía y el psicoanálisis le aportaban enfoques críticos y perspectivas analíticas para abandonar las políticas, que una y otra vez, fracasaban al proponer recetas superadas para salir del subdesarrollo. Pensaba que la solución debería estar vinculada a actividades cooperativas, a partir de realidades concretas y de las características y circunstancias del entorno.

Para Hirschman donde impera el subdesarrollo, no son los recursos escasos los que paralizan sino lo que denominó la falta de habilidad para ponerlos en valor. Así indaga, profundiza y crea una nueva terminología que resulta novedosa para ‘romper’ los círculos viciosos. De ahí, nace nada menos, que la que quizás sea su obra más leída, “Salida, voz y lealtad” (1977). Estos conceptos y los a ellos vinculados, convierten a esta obra en un texto fundamental tanto de la Ciencia Política como de la Economía. Supone –si no un vuelco- si modificaciones significativas para incentivar las respuestas humanas a los cambios políticos y económicos que deben ir estrechamente vinculados y que demandan un enfoque organizativo que tenga en cuenta su potencialidad.

Las consecuencias fueron múltiples y variadas. Su preferencia por ‘lo micro’, que lleva implícita la desconfianza hacia una planificación de arriba a abajo y la búsqueda de espacios que conlleva una planificación de abajo a arriba, son ‘elementos clave’. Es especialmente relevante, a mi juicio, que las expectativas, el universo de creencias, la visión de la realidad son elementos aspectos necesarios para llevar a cabo proyectos, que si no se tienen en cuenta las peculiaridades e intereses humanos, generan frustración e inestabilidad. Son relevantes tanto el debate en torno a la democracia como sus métodos, exigencias y criterios de redistribución, así como una interacción entre aspectos económicos y políticos para aplicarlos y ponerlos en relación en las múltiples vinculaciones existentes en la sociedad entre las esferas pública y privada.

Pensaba que las propuestas abiertas e integradoras tenían más futuro que los modelos impuestos, además, sin un estudio previo de las necesidades concretas del entorno. El insuficiente estudio y conocimiento de las circunstancias locales impedía y sigue impidiendo, que las medidas que se apliquen carezcan de fundamentos sólidos.

Naturalmente, siempre hubo y sigue habiendo fuertes resistencias a las innovaciones, especialmente si tienen un contenido progresista.

Citaré a este respecto al politólogo Lluís Orriols y a su obra de reciente aparición “Democracia de trincheras” donde expone, entre otros supuestos, siguiendo a Hirschman, los principales argumentos que los reaccionarios emplean para neutralizar, impedir o en todo caso, que tenga un efecto limitado cualquier medida innovadora. Habla de nuestro país, mas sus puntos de vista son trasladables a la mayoría de las sociedades europeas.

Los tres principales son: perversidad, futilidad y riesgo. Los conservadores, que una vez más, lo que hacen es defender su posición de privilegio, sus acólitos y altavoces consideran que toda medida de calado social será inútil y terminará agravando aquello mismo que pretende remediar (subir el salario mínimo, por ejemplo) para ellos destruye empleo y empeora las cosas. Así se las gastan.

Como era fácil de prever, otra argumentación es que cualquier ampliación de los derechos políticos, sociales o económicos aparte de ser meramente cosmética, no servirá para nada. Se hace ostensible así, su negativa y miedo a los avances sociales.

El tercer argumento, el del riesgo, hipócrita y de forma artera, derrama lágrimas de cocodrilo, pretendiendo convencernos de que los avances tendrán un efecto negativo para la economía y para la estabilidad social. No se desaniman nunca pese a que la realidad contradiga a diario estas y otras afirmaciones.

Me parece muy inteligente el que Lluís Orriols aplique a la política planteamientos y puntos de vista económicos de Hirschman. Tal vez sea este el momento de indicar que sus textos más representativos son asequibles. La mayoría, están publicados en la editorial mexicana, Fondo de Cultura Económica.

Unas palabras del filósofo y pensador Emilio Lledó son un buen aviso para navegantes, respecto a lo que venimos comentando. Nos expone, con sensatez que la moderna historiografía, más que una labor de interpretación ha de realizar una labor de liberación de los problemas que afectan a los seres humanos gravemente. De la Economía Política podría decirse otro tanto.

De un tiempo a esta parte vengo observando que cada vez se leen menos textos sobre Economía Política que tengan un carácter emancipador y un alcance social.

Tengo cierta inclinación a mirar hacia atrás. Mirar al pasado es una manera de comprender el presente. Para mí, Karl Marx pudiera decirse que fue el padre de la Economía Política. Sé que no está de moda citarlo pero una vez más, prescindo de los sabios consejos de los neoliberales reaccionarios.

En esa materia, como en todo o casi todo, la voracidad de usar y tirar, de consumir y de arrojar al vertedero lo consumido, impide o al menos dificulta, la vocación de permanencia no solo de las cosas sino de las ideas.

Añoro con frecuencia los sistemas y todo aquello que tiene una vocación de permanencia, por eso, hay libros que se me caen cada día de las manos, dicen lo mismo que otros que aparecieron hace unos meses o un año o dos.

Es la consecuencia del pensamiento único, que se manifiesta de forma trivial en todo o casi todo. Por eso, precisamente por eso, me parece que Hirschman es una excepción en medio del seguidismo y del reduccionismo que caracterizan a la Economía Política de un tiempo a esta parte. Una especie de oasis en el desierto.

Sus ideas tienen fundamento y solidez. Su pensamiento es inteligente y crítico. A su modo, sus obras fueron muy originales y favorecieron el despertar de no pocas conciencias. Los temas que trataba pasaban de un libro a otro, mas siempre, eran abordados y analizados de forma original y exigente. Tienen un rigor epistemológico, lo que cada vez es menos frecuente.

Quizás por eso, alcanzó un prestigio sólido y ganado a pulso. No es de extrañar por tanto, que pasara por algunas de las universidades más prestigiosas estadounidenses: Harvard, Columbia o Yale. Son especialmente apreciadas y apreciables las tareas que realizó en el Institute for Advanced Study de Princeton.

Me interesa mucho su mirada penetrante y crítica sobre los problemas del desarrollo y la planificación en los países en vías de desarrollo. Creo que en este ámbito realizó una labor, sencillamente encomiable.

Tuvo una vida azarosa, especialmente en su juventud. Fue un antifascista convencido, combativo y tenaz que se enfrentó al fascismo con una energía y vitalidad que no le abandonaron nunca. Aprendió mucho de los refugiados y pensadores con los que fue encontrándose en los diferentes lugares en que residió.

Insignes expertos latinoamericanos han venido destacando su latino-americanización y como marcó un antes y un después en su producción intelectual.

Lejos de caer en las redes del pesimismo y la paralización, procuraba captar todo lo valioso que había en el ambiente. Se recuerda su paso por la London School of Economics, por la Universidad de París o por la italiana de Trieste, en unos años en que destacaba por las inquietudes de sus alumnos y por un claustro competente de profesores, que las oprobiosas leyes raciales mussolinianas, se encargaron de expulsar y, en muchos casos, de aniquilar.

Finalizan aquí estas páginas dedicadas a traer a la memoria las ideas de este pensador de Economía Política, en un tiempo en que la Economía Política, ya no es lo que era. 

 

Profesor Emérito de Historia de la Filosofía, Colabora o ha colaborado en revistas de pensamiento y cultura como Paideía, Ámbito Dialéctico, Leviatán, Temas de Hoy o la Revista Digital Entreletras.

Ha intervenido en simposios y seminarios en diversas Universidades, Ha organizado y dirigido ciclos de conferencias en la Fundación Progreso y Cultura sobre Memoria Histórica, actualidad de Benito Pérez Galdós, Marx, hoy. Ha sido Vicepresidente del Ateneo de Madrid.