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La política chaparra


(Tiempo de lectura: 2 - 4 minutos)

Es la de Feijoó una política gruesa y bajita, con poca altitud de miras. Casado al menos levantaba la voz, pero su nueva versión no levanta ni el ánimo. El partido popular parece que crece en un entorno de monte electoral bajo, donde la competencia es la compañía del bombero torero (Ciudadanos en llamas y Vox de capea). En el Partido Popular, conocedores de que el mejor ataque es el atraque (primera acepción RAE) se arriman a cualquier discurso que les sirva de abrigo contra la necesidad de ofrecer opciones de gobierno real. Algo cada vez más difícil, porque ser conservador en un mundo en el que ya poco se conserva y todos son problemas frescos del día, con las respuestas enlatadas terminas dando la lata. Con el pescado va que viene, pero meter en conserva los problemas sociales del día (a lo Rajoy, por cierto) es un sé o no sé. Ya se sabe, pero es lo que hay ahí viniendo de Galicia, tierra de conservas.

Andan emocionalmente empinados (segunda acepción) porque el partido va empinado (sexta acepción) en las encuestas gracias a que su líder aguanta empinado (cuarta acepción) sobre sus pies. La cuestión central es cuánto tiempo se aguanta empinado de pies sin acabar en fascitis o dolor de empeines. Que dilema el de Feijoó, elegir entre fascitis plantar para sacar cabeza o fascitis palmar como Abascal y en su momento Casado. De pie saca en apariencia un palmo y de mano posiblemente dos palmos de narices. Mi consejo, “palmero sube a la palma”, que todo católico sabe cómo acabó el de la borriquilla que también llegó entre palmas y olivos. Me refiero a Rivera, claro. Aunque igual ya está en ello, pero esperando para ir a que llegue el próximo “jet-foil”… Es lo interesante del líder del PP, que marcha en burra, pero aún no hay día en que dé pie sin traspiés.

Hace ya tiempo que escribí en estas páginas que en ocasiones las encuestas paralizan y desorientan más que son brújula de decisiones. Aunque paralizarse y desorientarse también es una decisión, aunque parezca indecisión. Como ser ateo y definirte negativamente: eres lo que eres debido a que no crees que algo sea. Luego la negación es fundamento y raíz de la afirmación. Vamos, que hay que creer en dios (su no existencia) para ser ateo. Lo cantaba la canción “ateos los quiere dios, que no agnósticos como eres tú” (¿o era comunistas? ¿anarquistas? ¿raperos? bueno algún culpable habitual). Después de hacer la de Tarzán y alejarme por las ramas vuelvo al quid haciendo chitón para no liar la liana.

¿Do you remember? Castilla y León; Mañueco así tratado de letras trastocado por quien acabó al fin y al cabo cascado… Un Guillermo Tell con arco luciendo tanta precisión histórica como futura (Tell le daba a la ballesta. No sé si a la calle, pero el perito ahistórico construyó las arcadas del amor que los llevó de calle y aunque encalló no calló. Es más, se hizo fotos) lanzó las flechas de la mayoría minoritaria (“Quince años tiene mi amor” y no acabaron enchironados. Es que el franquismo tenía un delito…) y se dieron con… la realidad. Y es que en las condiciones actuales las estimaciones de las encuestas apuntan, pero no disparan; más que nada por andar la cuerda floja de la campaña electoral y clima (bandwagon o underdog). Toda estimación flota en el “ceteris paribus” del mañana y mal interpretadas llevan al “ceteris paribus” político en el presente. En resumen, quien se acomode en el nido de las estimaciones electorales y se fie de la virgen y no corra, se lo llevará la corriente de opinión del consenso demoscópico. Creo, ahora que lo pienso, que en el PP le llaman autocomplacencia ¿o era auto contemplativo? No puede ser auto cuando no se baja del burro del negocio, pero cuido solo de mi negocio. Bueno, les deseo omnisciencia plenipotenciaria (con arco) o en su defecto el efecto embriagador del consenso demoscópico (lo que pasa es que la banda está borracha…). Confieso que dar con la estimación en la “mónada” (Leibniz pitagórico) o en “consenso demoscópico” (a los chinos), puestas juntas, son ideas que dan para una filosofía dialéctica de la ciencia social actual o en su defecto de los profetas subidos a la columna. Y eso tirando bajo.

Catedrático de Sociología Matemática.