Felipe González, las diferencias entre física y metafísica
- Escrito por Antonio Campuzano
- Publicado en Opinión
Cuando llega al momento histórico en que Julio Iglesias se acuerda apaciblemente del mismo modo de Aznar que de Felipe González solo existe un problema en ese triángulo de personas y no atañe al cantante ni al presidente de FAES. Le afecta a González. Ha sido traspasado por la acción del tiempo para convertirlo en estatua de sal, estado del que solo puede emerger para dar la nota. Si entras en la comparativa del astro de Miami, cuya preocupación por el destino de España es equivalente al afán de equiparar a Aznar y el hacedor sevillano de la transición, existen pocas posibilidades de acierto en todo lo que digas sobre el presente político más actualizado. Perteneces a otro tiempo quieras o no quieras.
Así lo ha sentenciado Julio Iglesias, sobre cuya palabra no existen controversias. González se encuentra, pues, en un espacio de escrutinio muy alejado de la dimensión pública, pero precisamente cuando las decisiones que pudieran afectar tanto a los asociados al socialismo como a los damnificados especialmente por aquellas decisiones, esto es, la oposición al gobierno de coalición y su quizá continuidad, es cuando comienza la activación del periscopio del ex presidente andaluz. A petición expresa de la dirección de Ferraz, el antes conocido por Isidoro ha escondido durante la campaña del 23 J todo su potencial de ayuda y colaboración con Pedro Sánchez y adyacentes para ceñir su manuficencia en plena temporada de preparación para las investiduras.
Los indultos a la nomenclatura del procés, con peldaño inmediatamente anterior a Puigdemont, excitaron los ánimos de Alfonso Guerra, otro histórico de la gobernanza socialista, pero no tanto los de Felipe, quien convino en que quizá proporcionasen una mejora de la convivencia. Tal confirmación de connivencia de los indultos y su cualidad benefactora para el idilio humano entre los iguales catalanes tanto a favor como en contra del destino de su nacionalidad no ha resultado suficiente para el convencimiento de la amnistía como parte de ese proceso.
González ha roto su silencio electoral para su conversión en elocuencia post electoral sin la ignorancia como atenuante para descuidar la prudencia debida. La demonización de la amnistía como la epifanía de la convulsión social prematura de un riesgo de confrontación civil está servida con el inestimable auxilio del correligionario antiguo inquilino de la Moncloa. Los pronunciamientos de González, con el corifeo de antiguos protagonistas del aquel tiempo de la transición, muchos de ellos ministros del propio Felipe, nunca gozaron de la amistad y de la voluntad de cercanía de Sánchez, entre otras cosas porque hicieron trabajos de gran calado para impedir el ascenso del ahora presidente.
De los ahora instalados en el ejercicio de poder ejecutivo solo aparece García Page, presidente castellano manchego, si bien sus declaraciones están aderezadas con algo más de prudencia que las emanadas en la denominación de origen “transición”. No es aventurado en este caso averiguar que la amnistía y su análisis en el presente momento no es lo único que separa a los disidentes del principal instigador de la actuación generosa para con los catalanes sediciosos de 2017, especialmente con el president residente en Bélgica. La aparición de la amnistía como núcleo de calidad pública de especial relevancia para parangonar la defensa constitucional no es entonces el principal motivo de las diferencias entre este grupo perseguidor de la actual dirección del partido socialista. El pasado de los últimos ocho años está jalonado por una oposición federalizada en diversos territorios y grupos de presión dentro de la misma organización socialista y esta apreciable y concreta circunstancia antes de la investidura brinda una magnífica oportunidad de exposición del bloque de oposición dentro del partido.
Es decir, menos grandilocuencia y más interés concreto. Witold Gombrowicz dice en sus Diarios que “matafísica, de acuerdo, pero hay que empezar por la física!”. Dentro de las similitudes con fuerzas políticas pertenecientes al conjunto de la oposición, el ex vicepresidente Guerra ha manfiestado con toda la sinceridad de que es capaz que “de buena gana acudiría a la manifestación convocada por el candidato Feijóo”. Muchas han sido las ocasiones en que las diferencias de criterio en el seno del partido socialista han suscitado la aparición de facciones o corrientes con inclinación hacia unos u otros liderazgos.
En este caso, a nadie se le oculta que la manifestación objetora de las negociaciones con los nacionalistas catalanes es coincidente con la oposición, lo que supone una enorme dosis de inoportunidad. Las referencias, las vacas sagradas, de la transición, no solo tienen preocupaciones trascendentes, también las tienen mundanas y cuantificables. Lo dice el tratadista malogrado Tony Judt, en Pensar el siglo XX (Taurus, 2012), “afirmar que Hitler no fue el responsable de la segunda guerra mundial va absurdamente en contra de la intuición”.
Antonio Campuzano
Periodista (Ciencias de la Información, Univ. Complutense de Madrid), colaborador en distintas cabeceras (Diario 16, El País, Época, El Independiente, Diario de Alcalá), miembro del Patronato de la Fundación Diario Madrid.