Reflexiones sobre nacionalismo y socialismo de Isidro Escandell en 1926
- Escrito por Eduardo Montagut
- Publicado en Historalia
Isidro Escandell (1895-1940), al que nos hemos acercado en más de una ocasión, fue un maestro y destacado periodista socialista valenciano, que llegó a ser diputado, siendo fusilado por el franquismo. En este trabajo estudiamos su visión del nacionalismo y sus relaciones con el socialismo a mediados de los años veinte, a través de un artículo que en julio de 1926 publicó El Socialista.
Escandell se puso a reflexionar sobre el nacionalismo a raíz de la lectura de la obra de Karl sobre la cultura del Imperio bizantino que, como sabemos, Labor publicó en castellano en ese año de 1926. Sus reflexiones le llevaban a destacar el esfuerzo centralizador del Imperio bizantino en política, justicia y la administración. Una cosa se revelaba desde el pasado más remoto con la omnipresencia de estas grandes agrupaciones políticas, y que no era otra, siempre según Escandell, que las vicisitudes de las ideas de progreso para abrirse paso a través de la “gris y forzada uniformidad de estas manifestaciones de Estados artificiales. También le evocaba el Imperio austrohúngaro, que había mantenido unidas con lazos de hierro distintas nacionalidades, y que luego colapsó al terminar la Gran Guerra para dividirse en “granos como nacionalidades oprimidas”. Y, curiosamente, en muchas de esos nuevos estados el socialismo se había convertido en la fuerza política organizada más importante. En este sentido, también aludía al caso del Imperio ruso colapsado con la Revolución, y la creación de nuevos estados, y donde también había prendido el socialismo.
Si el objetivo del socialismo era la liberación económica de la clase proletaria, Escandell opinaba que el m ismo no era ajeno a la libertad política de los pueblos oprimidos de los grandes imperios ya desaparecidos. Reconocía los valores del nacionalismo al pertenecer a la “conciencia moral” de los pueblos, pero el problema era cuando desbordaba esos cauces para convertirse en un instrumento de dominación, y que ejemplificaban Maurras en Francia y Ludendorff en Alemania. Ese nacionalismo traicionaba los principios del liberalismo del mismo, siempre según nuestro intelectual levantino.
Por culpa de estos nacionalismos ni Europa ni el mundo podían dormir tranquilos porque eran un semillero de discordias. Era el paso hacia el imperialismo. Por eso, en contrapartida, según la tesis de Escandell, en el otro nacionalismo, el que luchó contra los viejos imperios, triunfaba el socialismo.
Hemos trabajado con el número 5447 de El Socialista, del día 20 de julio de 1926.
Eduardo Montagut
Doctor en Historia. Autor de trabajos de investigación en Historia Moderna y Contemporánea, así como de Memoria Histórica.