Recodando y homenajeando a Horacio Hermoso Araujo, último alcalde republicano de Sevilla
- Escrito por Antonio Chazarra Montiel
- Publicado en Historalia
A LA MEMORIA DE EUGENIO GORDILLO,
CONCEJAL REPUBLICANO DE CARMONA,
ASESINADO POR LOS GOLPISTAS EL 1 DE SEPTIEMBRE DE 1936
Pasaban trenes
cargados de soldados a la guerra
gritos de excomunión
escapularios.
Enormes moros, asombrosos moros…
José Ángel Valente (La memoria y los signos)
Como no es difícil imaginar, murió asesinado pocas semanas después del Golpe de Estado perpetrado por los militares africanistas, con el apoyo de la Italia fascista y del nacional-socialismo hitleriano.
La derecha extrema y la ultra derecha, no han asimilado todavía las consecuencias, nefastas para nuestro país, de la Guerra Civil y de la dictadura franquista, con su feroz represión, su miseria, así como el miedo que mantenía en silencio una España en blanco y negro de uniformes, sotanas, tricornios, hambre, aislacionismo y desolación.
Tampoco, es extraño sus reticencias a condenar el régimen franquista y, de cuando en cuando, la exaltación de sus símbolos, así como la presencia en el callejero, con el valor simbólico que representa, de personajes siniestros e ignominiosos que por higiene democrática deberían desaparecer.
Frente a tanto olvido interesado, ‘memoricidio’, falsificación y tanta edulcoración es imprescindible, para todos aquellos que nos sentimos demócratas, utilizar ‘Las palas de la memoria’ para sacar a la luz lo que durante tantos años se ha querido ocultar, manteniéndolo sepultado.
Este artículo es un homenaje a Horacio Hermoso y a tantas otras víctimas del terror sistemático que siguió al Golpe de Estado. No conviene olvidar que el régimen franquista murió matando. Los últimos fusilamientos tuvieron lugar en 1975, poco antes de la desaparición del dictador. Conviene recordar que la oprobiosa pena de muerte, no desapareció en nuestro país hasta la entrada en vigor de la Constitución del 78.
Tengo un libro en las manos, lleva por título La huella borrada, su autor es Antonio Fuentes Ruíz (publicado en 2023 por la Editorial Plaza y Janés). Está dedicado a Gonzalo Crespo y a Almudena Grandes, ejemplos de identificación con causas nobles y justas de integridad y decencia. Antonio Fuentes es un periodista que ha dedicado años a la investigación y que pertenece al gabinete del Defensor del Pueblo Andaluz.
Su obra se convierte en un valioso documento histórico, por la riqueza y variedad de las informaciones que aporta. Ha elegido, quizás para dar agilidad al relato, técnicas más propias de la novela, donde se exponen testimonios y documentos de primera mano.
Cuando desde medios de comunicación próximos a la extrema derecha y a la derecha extrema, se difunden con impunidad, falsedades, tergiversaciones e infundios, cuando en varias Comunidades Autónomas y en centenares de Ayuntamientos los gobiernos Pp–Vox, sin rubor alguno, muestran su animosidad contra la Ley de Memoria Democrática y, afirman que si las urnas le son propicias, la derogaran… es un deber democrático responder con contundencia y rigor a sus exabruptos e infundios.
Sugiero leer y reflexionar sobre el contenido del libro El derecho represivo de Franco, (1936-1975) del catedrático Marc Carrillo, (Editorial Trotta, 2023), que pasa revista con profundidad, al uso y abuso de las leyes contra la libertad que llevó a cabo la dictadura sistemáticamente. La mera lectura y la información que contiene, serviría sin duda, para acallar muchas voces, mas como es sabido, en este país se lee poco y la ignorancia se enroca en una visión falsificada del pasado.
Horacio Hermoso perteneció a lo que se ha denominado ‘tercera España’. Admirador de Manuel Azaña, se afilió a IR (Izquierda republicana). Con moderación y equilibrio, evitó los extremismos y realizó una excelente gestión municipal.
No le valió de nada. Fue detenido, encarcelado y fusilado como tantos otros centenares, miles de demócratas. Es sencillamente conmovedor el que, cuando tiene noticias del Golpe, da un beso a sus hijos y se dirige al Ayuntamiento, a cumplir con su deber.
Es inconcebible como se pone de manifiesto en las páginas de La huella borrada, que personajes como el Algabeño, torero, fanático y matón todavía, hoy, estén presentes en el callejero.
El periodista Manuel Chaves Nogales, al que recientemente, Francisco Cánovas ha dedicado una magnífica biografía, como sevillano que era, es mencionado asimismo, tal vez debido a su buen hacer periodístico, a sus agudos comentarios y a su compromiso inequívocamente, democrático.
Aquí y ahora, es más necesario que nunca, divulgar con rigor apuntes biográficos como el de Horacio Hermoso, así como dar testimonio de lo acaecido en esos primeros meses, tras el Golpe en Sevilla.
Lo contrario es falsificar conscientemente los hechos. Es sobradamente conocido que actuar así es pura y simplemente, mentir y tergiversar. Han actuado con total impunidad durante demasiado tiempo. Es hora de que tengamos presente que la memoria mantiene vivo el legado de las víctimas.
El Golpe Militar, la Guerra Civil y la interminable y represiva post-guerra… pese a los intentos para negarlo y ocultarlo, ponen de manifiesto, con claridad, un enfrentamiento entre ideas democráticas y totalitarias.
El ‘memoricidio’ que se llevó a cabo, intentó echar toneladas de tierra, que hay que remover, para que la verdad de los hechos históricos se imponga. Franco fue un dictador y sus aliados Mussolini y Hitler son repugnantes y representantes del fascismo, del nazismo y de los crímenes perpetrados… que se cuentan por cientos de miles, millones.
La Memoria Democrática es la llave que abre las puertas del pasado, para que pueda ser analizado de forma objetiva, aunque claro está, sujeto a diversas interpretaciones. La memoria es un fuego interior que hay que alimentar para que no se apague.
La memoria tiene la capacidad de conservar la fuerza del pasado para proyectarla al presente y poder así, construir una visión de los hechos rigurosa, sin falsas equidistancias, bien documentada con el conocimiento y colaboración de prestigiosos historiadores y científicos sociales. Se pone así distancia con el ruido tóxico de voceros ignorantes que, interesadamente, apuestan por la desmemoria para conservar sus privilegios.
La memoria hace germinar las semillas del pasado, que de otra forma, permanecerían en la penumbra, cuando no olvido. Es una antorcha que hay que esgrimir con fuerza para iluminar el camino, el itinerario que hemos de recorrer. La memoria –como nos han mostrado filósofos y pensadores desde la antigüedad- es creadora de conciencia. Esto no impide, naturalmente, que una mirada inteligente y sostenida al pasado no tenga en cuenta lo que podríamos llamar el escepticismo socrático. La mayoría de las veces, con profundidad no exenta de elegancia, separa lo esencial de lo accidental.
Aproximarse a los hechos, con una información actualizada y contrastada, es un antídoto contra la altiva estupidez, tan arraigada en determinados sectores. Es eficaz, asimismo, para ‘desmontar relatos falsificados’, trampas dialécticas y la retahíla de tópicos y tergiversaciones al uso.
Obsérvese, asimismo, que todavía, en determinados sectores los términos, laicidad y tolerancia, provocan ‘sarpullidos’.
Ejemplos como el de Horacio Hermoso, nos recuerdan la obligación de poner coto al peso muerto de la indiferencia, que suele ser heraldo de males futuros, ya que acaba produciendo desaliento e impidiendo que afloren las energías necesarias para reformar, progresar y ampliar derechos y libertades.
Quienes subvierten la verdad, pervierten la convivencia. En definitiva, dañan severamente las convicciones racionales sustituyéndolas por slogans vacios y una propaganda hueca que apela a los sentimientos más bajos.
La lección que una lectura de La huella borrada nos aporta, es ponernos sobre aviso de lo peligroso que resulta no poner freno a quienes opinan con rotundidad, sobre lo que ignoran, haciendo gala de un narcisismo que sería ridículo si no fuera acompañado con el uso de la violencia y la toxicidad de los infundios.
Hemos de permanecer vigilantes contra quienes dedican sus esfuerzos y campañas a ‘enmascarar’ interesadamente los hechos, ajustándose a un guión preestablecido, reaccionario e indocumentado. Su programa político ‘parece sintetizarse’ en conjugar, en todos los tiempos y modos, el verbo ‘derogar’, comenzando, claro está, por la Ley de Memoria Democrática.
Buscan imponer un relato que tiene mucho de despótico y tiránico. Siempre que les es posible, imponen silencio. La suya es una añoranza totalitaria que ni siquiera logra encubrir sus prejuicios e inquina antidemocrática. Así como su manifiesta hostilidad hacia la cultura, la ciencia y el conocimiento. Sólo así se explica que hicieran suyas aborrecibles consignas como ‘¡Abajo la inteligencia, viva la muerte!’.
La huella borrada nos muestra lo importante que es despejar la mente de prejuicios y adaptarnos a circunstancias cambiantes y a situaciones complejas.
Los totalitarios y populistas neoconservadores, sustituyen este afán innovador de explorar la realidad por consignas fáciles y empobrecedoras e incluso volviendo, sin pudor, los hechos históricos del revés.
La huella borrada rinde homenaje a quienes se atrevieron a alzar su voz contra la visión tóxica de la historia que ciega los ojos y nubla el espíritu crítico.
Andalucía tenía muchas carencias. Es preciso valorar en sus términos la importancia de la reforma agraria –que no llegó más lejos porque se lo impidieron- y la limitación o supresión de abusos que se venían perpetrando, dotando de derechos a quienes habían estado excluidos de toda protección.
Pretendieron acabar con la servidumbre impuesta a sangre y fuego. Llevaron a cabo reformas, que de haber tenido tiempo de dar sus frutos, especialmente en el terreno de derechos laborales, educación y cultura hubiesen posibilitado una modernización del país, anclado en el tiempo. La labor que desarrolló la Segunda República, fue en definitiva, una apuesta firme por la justicia social, destacando los esfuerzos y realizaciones de los Ayuntamientos democráticos por mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos.
La memoria no es un arma arrojadiza. Por el contrario, es fomentar un diálogo entre el presente y el pasado, a fin de que puedan escucharse voces que permanecían sepultadas y conocer de primera mano, los hechos para estar en condiciones de juzgarlos con equidad y rigor.
La figura de Horacio Hermoso merece salir del olvido, resaltando su bonhomía, cordialidad y su compromiso con las ideas reformistas y democráticas. De ahí, su adhesión al proyecto azañista.
Quiero finalizar estos comentarios y reflexiones con un aviso a navegantes: los revisionistas de toda laya y condición, no logran encubrir por mucho que lo intenten, su fatalismo, desprecio a la libertad… y, sobre todo, su temor a vivir y a convivir con quienes sienten respeto y lealtad hacia los valores y principios democráticos.
La egregia figura de Horacio Hermoso como símbolo de tantos represaliados, que todavía hoy, nos ayudan con su ejemplo y dignidad a recorrer el camino, ni puede ni debe echarse en el olvido. En primer lugar por nosotros mismos y en segundo por el respeto y admiración que su ejemplo nos merece.
Antonio Chazarra Montiel
Profesor Emérito de Historia de la Filosofía, Colabora o ha colaborado en revistas de pensamiento y cultura como Paideía, Ámbito Dialéctico, Leviatán, Temas de Hoy o la Revista Digital Entreletras.
Ha intervenido en simposios y seminarios en diversas Universidades, Ha organizado y dirigido ciclos de conferencias en la Fundación Progreso y Cultura sobre Memoria Histórica, actualidad de Benito Pérez Galdós, Marx, hoy. Ha sido Vicepresidente del Ateneo de Madrid.
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