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Los misteriosos féretros del general Pulaski y del compositor Gaztambide


(Tiempo de lectura: 4 - 7 minutos)
Estatua del general Pulaski en Freedom Plaza, Washington DC. / Wikipedia. Estatua del general Pulaski en Freedom Plaza, Washington DC. / Wikipedia.

Hace ahora cinco años, el análisis del ADN de un héroe nacional estadounidense fallecido en combate en 1779, el general Kazimierz Pulaski, despejó su identidad y ofreció pistas sobre su controvertido sexo. Salvando las distancias, el caso de Pulaski recuerda mucho al misterioso caso del compositor Joaquín Gaztambide, que este año se espera que también sea resuelto con la ayuda del ADN.

Una estatua ecuestre del escultor polaco Kazimierz Chodziński que se levanta en Freedom Plaza, a tiro de piedra de la Casa Blanca y del Capitolio, presenta al general Kazimierz Pulaski ataviado con un aparatoso traje de húsar, jinete sobre un brioso corcel. Pulaski no fue un cualquiera: es considerado un héroe nacional tanto en Polonia como en Estados Unidos. Cada 11 de marzo, el país conmemora el Día de Pulaski, en recuerdo de su muerte en el asedio de Savannah.

En la Guerra de Independencia de Estados Unidos no faltaron voluntarios extranjeros en uno y otro bando. El más conocido de todos ellos fue, sin duda, el marqués de Lafayette, que se incorporó al ejército de Washington costeándose sus propios gastos. Pero si hay alguno cuyo sexo haya dado que hablar es el polaco Kazimierz Pulaski, militar de carrera que durante la guerra polaca contra Rusia adquirió experiencia bélica al mando de un regimiento de caballería. Polonia fue derrotada y Pulaski buscó refugio en Francia, donde en 1977 fue reclutado por Lafayette y Benjamin Franklin para servir en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos.

Combatió con valor en varias batallas como brigadier general al mando de la llamada “Legión Pulaski”, la primera división mixta de infantería y caballería del Ejército Continental que él mismo organizó y que le valió el título de “Padre de la Caballería de Estados Unidos”. Resultó herido de muerte en el sitio de Savannah de 1779.

En marzo de 1825, durante su gira triunfal por Estados Unidos, Lafayette colocó personalmente la piedra angular del mausoleo Kazimierz Pulaski en Savannah, donde debía reposar definitivamente el general polaco. En 1854 sus restos fueron trasladados al monumental mausoleo, un monolito tallado en Italia en mármol de Carrara y enviado desde Europa en treinta y cuatro bloques, que fue erigido en Monterey Square, en el corazón del distrito histórico de Savannah, donde sigue.

A finales de los noventa del siglo pasado, el monumento estaba profundamente deteriorado y la ciudad decidió restaurarlo. Fue necesario desmontarlo para trabajar en los bloques originales y volverlo a montar sobre la basa granítica sobre la que se alzaba. Durante el meticuloso desmontaje se encontró un pequeño cofre metálico. El agua que se había filtrado durante más de cien años lo había corroído en buena medida, pero la placa grabada que lo coronaba no dejaba lugar a dudas: «Brigadier General Cassimer [sic] Pulaski».

Basamento del monolito dedicado a Pulaski en Monterey Square, Savannah.

Cuando se abrió el cofre en 1996, los antropólogos hicieron un descubrimiento sorprendente: algunas características del esqueleto, como la inconfundible pelvis, las características del cráneo y de la mandíbula inferior terminada en ángulo agudo, eran indiscutiblemente femeninas. Estupefactos, no estaban seguros de si los huesos eran de Pulaski o los de una mujer desconocida cuyos restos hubieran sido colocados vaya usted a saber por qué en la tumba del general. Como por aquel entonces no se habían difundido las pruebas de ADN para determinar la herencia, hubo que recurrir al análisis antropológico forense.

Las características físicas del esqueleto en estatura, edad y origen étnico fueron todas consistentes con las descripciones conocidas del noble polaco que murió con 34 años: era bajito (poco más de 160 cm), delgado y esbelto. Una herida de guerra en la frente, la nariz rota y el pómulo hundido eran propios de un militar experimentado que participó en combates cuerpo a cuerpo. Los dedos rotos de la mano derecha coincidían con la descripción que el propio Pulaski había hecho de una fractura sufrida en el campo de batalla. La extensión y el desgaste del cartílago que rodeaba los huesos de la cadera y los hombros eran los propios de personas que pasan gran parte su vida como jinetes. Incluso el rastro decolorado del tumor que había dañado el hueso orbital izquierdo era concordante con algunos retratos del general que muestran una marca en la misma posición.

Se conservó el esqueleto y en 2006 su ADN fue comparado con muestras obtenidas de un pariente fallecido (el general, a quien no se le conocían relaciones con mujeres, había muerto soltero y sin descendencia). A pesar de que las pruebas no fueron concluyentes, las autoridades decidieron que los restos eran de Pulaski y ese mismo año, una vez restaurado el mausoleo, los huesos fueron colocados de nuevo en su sitio original.

Prudentemente, los antropólogos conservaron algunos restos óseos, cuyo ADN mitocondrial fue comparado en 2018 con ADN de una base de datos no disponible en 2006. El ADN mitocondrial pasa inmutable de madres a hijos, así que los resultados basados en su análisis son prácticamente infalibles.

Descubrieron que el ADN de Pulaski y de un pariente materno coincidían más entre sí que con los de otros 27 000 perfiles genéticos en la base de datos. Era la prueba definitiva que los dos estaban relacionados, y de que los restos en el monumento eran de Pulaski, cuyas características físicas no encajaban en las estrechas y convencionales definiciones binarias de hombre y mujer. Los investigadores sugieren algo que no se consideró seriamente cuando se examinó el esqueleto en 2006: la posibilidad de que Pulaski fuera un intersexual, que sufriera hiperplasia suprarrenal congénita (HAC), una deficiencia hormonal que puede hacer que las hembras desarrollen genitales que parecen más masculinos que femeninos.

El aumento de la producción de testosterona causada por la HAC también podría ser la causa de que alguien que era genéticamente femenino tuviera una línea de cabello y de vello facial que retrocedía ligeramente, como se aprecia en los retratos del general.

Considerado uno de los compositores más importantes de la historia de España, Joaquín Gaztambide murió el 18 de marzo de 1870 a los 48 años en Madrid donde fue enterrado. La rocambolesca historia del cadáver de Gaztambide comienza cincuenta años después. El insigne tudelano descansaba en el ruinoso cementerio Patriarcal de Madrid. El Ayuntamiento madrileño iba a trasladar sus restos al cementerio de Hombres Ilustres, pero el Consistorio de Tudela creyó que era el momento oportuno de traerlo a casa, construir el panteón que merecía y rendirle un merecido homenaje.

Joaquín Romualdo Gaztambide y Garbayo

En 1921, el ataúd salió de Madrid y poco después llegó a Tudela. Como no se había preparado un panteón acorde la fama del ilustre zarzuelista, el ataúd fue almacenado hasta 1955, cuando los munícipes retomaron la idea de construirle un panteón. Un médico, el doctor Remacha, solicitó abrir la caja. Una vez abierta, llegó la sorpresa: el cadáver calzaba unos zapatos rojos de tacón y tenía cuerpo mujer. Durante más de treinta años se había estado custodiando a una señora anónima. La estupefacción dio paso, de nuevo, al olvido. Hasta ahora, cuando aún no se sabe dónde están los auténticos restos de Gaztambide.

En 2022 se conmemoró el 200º aniversario del nacimiento del compositor, lo que hizo que el Consistorio tudelano retomara el proyecto de identificar los restos y construirle por fin un mausoleo. En un proceso largo han logrado localizar a un descendiente directo, un varón de edad avanzada que ha dado su permiso para que le hagan las pruebas de ADN y disipar así cualquier duda sobre los restos putativos del compositor navarro.

 

Catedrático de Universidad de Biología Vegetal de la Universidad de Alcalá. Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Granada y doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid.

En la Universidad de Alcalá ha sido Secretario General, Secretario del Consejo Social, Vicerrector de Investigación y Director del Departamento de Biología Vegetal.

Actualmente es Director del Real Jardín Botánico de la Universidad de Alcalá. Fue alcalde de Alcalá de Henares (1999-2003).

En el PSOE federal es actualmente miembro del Consejo Asesor para la Transición Ecológica de la Economía y responsable del Grupo de Biodiversidad.

En relación con la energía, sus libros más conocidos son El fracking ¡vaya timo! y Fracking, el espectro que sobrevuela Europa. En relación con las ciudades, Tratado de Ecología Urbana.