Moses Hess (1812 - 1875). De la izquierda hegeliana al sionismo laborista
- Escrito por Antonio Chazarra Montiel
- Publicado en Cultura
La filosofía es el fundamento de la racionalidad, de la
inteligencia del presente y de lo real, y no la construcción de un
más allá que se encontraría Dios sabe donde…
Wilhelm Friedrich Hegel
Fundamentos de Filosofía del derecho
Lo que parece estar al margen de toda duda es que Moses Hess es un pensador lleno de recovecos. Inteligente como era, vió desaparecer del horizonte algunos ideales en los que había creído. En cierto sentido, poseía una amargura y un resentimiento que le impulsaba a revolverse contra algunos conceptos de mayor proyección histórica a los que en otros momentos se adhirió.
Fue contradictorio en un periodo en que las divisiones se enrocaban incluso en el interior de los propios movimientos emancipatorios.
Perteneció a la izquierda hegeliana, que de ningún modo puede ser considerada, un movimiento uniforme ni univoco. Procedían de ella pensadores que adoptaron, con el paso del tiempo, posiciones muy diferentes. Su relación de afinidad primero y sus enfrentamientos, después con Karl Marx lo ponen claramente de manifiesto.
La importancia de los judíos en Centroeuropa, especialmente, en la segunda mitad del XIX y en el primer tercio del XX, fue sencillamente crucial. Intervinieron de una forma u otra, en algunas de las corrientes o movimientos tanto científicos como filosóficos o culturales de mayor envergadura.
Es interesante poner de manifiesto, que en el seno de la comunidad judía se libraba una batalla cuyos resultados, en no pocas ocasiones, fueron traumáticos. La tensión entre tradición y modernidad, que por una parte suponía la integración en la vida política, social y cultural y, por otra, una negativa a incorporarse a la modernidad y a refugiarse en su religión, costumbres, indumentaria y formas de vida, adoptando una actitud de impermeabilidad a las características de su entorno.
Algunos se movieron entre los dos márgenes, buscando inútilmente, hacerlos compatibles. En realidad había que adoptar una opción entre cosmopolitismo, con todas sus consecuencias o encapsulamiento, en la cultura hebrea, sin atreverse a trasgredir los muros culturales que guardaban, celosamente, sus señas de identidad.
Antes de seguir adelante, quisiera poner de manifiesto que Moses Hess fue durante toda su vida un concienzudo especialista en el pensamiento filosófico de Baruch Spinoza, es más, acabó marcándolo de una manera decisiva. Toda su vida lo tuvo como un referente esencial y puede afirmarse que fue un seguidor muy fiel… a diferencia de los cambios de rumbo y saltos que dio en su peripecia vital que fueron abundantes y contradictorios.
Como es sabido, el pensamiento de Hegel marcó profundamente, toda una época. Pronto sus epígonos acabaron escindiéndose en dos ramas, progresivamente irreconciliables.
La derecha hegeliana, de carácter fuertemente conservador, desarrolló su pensamiento para defender el Estado absolutista prusiano en el que la religión jugaba un papel determinante como sostén y argamasa.
La izquierda hegeliana, por el contrario, rechazó enérgicamente el sistema político que defendió Hegel, pero aceptó el método dialéctico. Sus componentes criticaron el Estado absolutista, la religión que lo legitimaba y adoptaron posiciones transgresoras y revolucionarias.
Me imagino, en ocasiones a Moses Hess como una ‘serpiente luminosa’. Su insatisfacción lo condujo, progresivamente, a alejarse de sus correligionarios y a guarecerse o perpetrarse tras un nacionalismo, que acabó denominándose ‘Sionismo laborista’.
Analicemos sucintamente su pensamiento, eso sí, a vista de pájaro. No descarto que en una próxima colaboración para EL OBRERO descienda más al detalle, en algunos aspectos esenciales.
En Europa se estaban produciendo cambios estructurales profundos: unos de carácter centrípeto y otros, centrífugo… ambos, sin embargo, portadores de un germen de inestabilidad inequívoco… que acabó provocando conflictos y heridas mal cicatrizadas que desembocaron en estallidos bélicos sin precedentes.
Son muchas y de diversa índole las diferencias profundas entre Hess, Marx y Engels. Quizás la principal de ellas es que mientras Karl y Friedrich interpretaban la historia como lucha de clases, Moses Hess hacía de la lucha racial el componente más destacado de sus análisis diacrónicos y dialécticos.
¿Cómo se produjo el paso de sus convicciones socialistas al sionismo? Es posible que influyera la educación religiosa judía de su infancia, pero de lo que no cabe duda, es que el desprecio, las humillaciones y los ataques indiscriminados a las comunidades judías, le llevaron a adoptar una posición defensiva que alimentó un progresivo nacionalismo.
Algunos historiadores, filósofos y politólogos señalan que esta evolución fue lenta. Colaboró durante un tiempo en el Rheinische Zeitung (Gaceta Renana) y, cuando esta publicación no pudo seguir viendo la luz en Prusia, se trasladaron a París. Hacia 1840 ya se había consumado la ruptura. Por cierto, en ‘La ideología alemana’, Marx y Engels critican abiertamente la deriva ideológica de Hesse.
El sionismo, también, es plural. Es un tronco común del que surgen distintas derivaciones. ¿Cuáles podemos considerar sus características más destacadas? Señalemos, en primer lugar, su convencimiento de que el pueblo judío tiene derecho y legitimidad para dotarse de un Estado propio, estos son los cimientos del actual Estado de Israel, que llegó a hacerse realidad, como compensación del Holocausto y de las políticas de exterminio de los nazis. ¡La mala conciencia tiene estas cosas! Así se escribe en tantas ocasiones la historia.
Es, asimismo, ostensible que las corrientes y oleadas antisemitas que tenían lugar en Europa, provocaron un movimiento reactivo, que dio origen a esta ideología nacionalista. Hay que señalar que el sionismo es, en cierto modo, -aunque reconozco que este asunto es polémico- una rama del nacionalismo moderno. Como es natural y común a tantos nacionalismos, se autodefinió y reafirmó como un movimiento de liberación nacional.
Entre quienes forjaron el denominado sionismo socialista, se encuentran Moses Hess y el escritor y pensador soviético, nacido en Ucrania, Dov Ber Borojov, entre otros.
Otra característica que no debe pasar desapercibida, es que el sionismo socialista no se inscribe en la ortodoxia tradicionalista judía, sino que es un movimiento secular y, con frecuencia, ateo. Para ellos las condiciones económicas y la lucha de clases no son el motor de la historia sino que ésta se mueve a impulsos de la lucha de razas, podríamos decir abreviando mucho el argumento.
Estas ideas y proyectos están expuestos en ‘Roma y Jerusalén’ (1862) quizás su obra más representativa y, a un tiempo, esclarecedora. En esos años el antisemitismo empezaba a adquirir tintes peligrosos tal y como se pondría de manifiesto décadas más tarde.
Lo que en un principio fue una afirmación de la identidad judía fue adquiriendo, progresivamente, un carácter más y más nacionalista. Moses Hess estuvo, igualmente influido, por el Resorgimento Italiano al que admiraba y, también, por la firme convicción de la intolerancia ‘prusiana’ con respecto a las aspiraciones más reivindicativas y dinámicas del pueblo hebreo. En este mismo sentido es muy útil leer sus ‘Cartas sobre la misión de Israel’ (1864).
De su etapa de mayor ardor combativo y donde se mostró claramente identificado con las directrices de la izquierda hegeliana y de su método dialéctico me atrevo a destacar ‘La filosofía de la acción’ (1843) o ‘Socialismo y comunismo’ (1842). Desde luego, no es casualidad que en este periodo se alinee frecuentemente con las posiciones de Marx y Engels. Asimismo, convendría mencionar ‘Triarquía europea’ (1841). momento crucial en esta etapa es, la Revolución de 1848, que vivió en París y a partir de la cual, comienza su transformación desde los supuestos economicistas y socialistas a otros de carácter nacionalista.
Progresivamente se va tornando pesimista y su pensamiento va adquiriendo una tendencia cada vez más profunda al pesimismo y a la amargura.
No puede evitar que una sombra de tragedia y, en cierto modo, de fatalismo… vaya acompañando sus pasos… incluso se va mostrando más y más hermético… soñó muchas veces en ello, más nunca pudo ver como la primavera deshacía las nieves del invierno.
Es desasosegante su mirada, a un tiempo, inteligente, contenida, irónica y huidiza. Camina por calles estrechas y empinadas, lleva un libro de Baruch Spinoza, probablemente, ‘La Ética’, bajo el brazo… mientras va cayendo la tarde, medita. Siente un escalofrío y por encima de todo adquiere una conciencia lucida de su soledad y su destino.
Murió en París en 1875, cuando lo peor estaba por llegar y el terror nazi, todavía estaba lejos de asolar Europa. Tal y como era su deseo, sus restos fueron trasladados al cementerio judío de Colonia.
Su mayor satisfacción fue póstuma. En 1961, sus restos fueron trasladados a Israel, al cementerio de Kinneret, donde yacen junto con otros destacados socialistas-sionistas como Dov Ber Borojov o Nachman Syrkin.
He dedicado este breve ensayo al socialismo sionista de carácter nacionalista, ya que creo que posar nuestra mirada sobre este movimiento… puede aclarar algunos puntos oscuros sobre este periodo de la convulsa y agitada historia europea… en el que germinaron tantos nacionalismos de consecuencias tan funestas en el siglo XX.
Antonio Chazarra Montiel
Profesor Emérito de Historia de la Filosofía, Colabora o ha colaborado en revistas de pensamiento y cultura como Paideía, Ámbito Dialéctico, Leviatán, Temas de Hoy o la Revista Digital Entreletras.
Ha intervenido en simposios y seminarios en diversas Universidades, Ha organizado y dirigido ciclos de conferencias en la Fundación Progreso y Cultura sobre Memoria Histórica, actualidad de Benito Pérez Galdós, Marx, hoy. Ha sido Vicepresidente del Ateneo de Madrid.
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