Si vota la buena gente
- Escrito por Alberto Vila
- Publicado en Opinión
“La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes.” Charles Bukowski
Si lo haces, si acudes a votar el 4M en Madrid, entonces la sociedad que soñamos puede ser posible. Porque las buenas gentes son mayoría. Son las que soportan el sufrimiento de los continuos despojos y el agravio de la falta de respeto. Las buenas gentes madrugan cuando tienen trabajo y también cuando no lo tienen, porque lo hacen por la desesperación de no tener con que dar de comer a sus hijos.
A esas gentes las están engañando otra vez. Se burlan de ellas sin el menor pudor los políticos que eluden el control desde una justicia amable. Los tratan como a envases no retornables de una sociedad que los tritura sin compasión, luego de haberlos utilizado sin misericordia.
Estas personas soportan la colosal operación de engaño construida desde el tardo franquismo de modo que se resignen a ser perdedores sin remedio. Sin embargo, pese a todo, sean los despojos derivados de las decisiones traicioneras de sus propios representantes o la contumaz avaricia de los predadores económicos, las buenas gentes aún tienen en sus manos la llave para cambiar las cosas.
No obstante, siempre tendrán, frente a su esperanza, a todo el sistema de medios de comunicación machacándoles los oídos y ojos que “no sirve de nada”. Que todo está perdido. Que es inútil. Que seguirán burlándose de las promesas hechas para lograr los respaldos y llegar al poder. Luego, incumplir.
Escucharán, mirarán y leerán todo un relato de mentiras sostenidas por un ejército de propagandistas dispuestas a esgrimir mentiras, difamaciones y medias verdades, siempre respaldadas por las instituciones del statu quo. Esto es así porque las buenas gentes quieren creer. El Estado no es ejemplar. La justicia europea nos deja en evidencia de modo continuado.
De todas maneras, la realidad es terca y los datos no engañan. Por ejemplo, en el caso de los menores de 16 años, nuestro país es el tercer país con más niños pobres de toda Europa por detrás de Rumanía y Bulgaria. Así, con 9,6 millones de pobres, España es el quinto país comunitario con más pobreza. La gente padece las consecuencias de las políticas neoliberales que defienden desde un sector del gobierno. La pandemia a opacado esta catástrofe humanitaria.
“Se observa que las estrategias tradicionales de protección y lucha contra la pobreza se muestran insuficientes. Así, el incremento del PIB, del empleo y del nivel educativo, no generan, cada una de ellas por sí sola, una reducción de la pobreza y deben ir acompañadas de políticas redistributivas. Actualmente, sufren privación material severa una de cada 10 personas que viven en familias monoparentales, una de cada seis personas extranjeras provenientes de países no UE y uno de cada 27 españoles o españolas. Los hogares con menores soportan una tasa un 25% más elevada que la de los hogares sin menores (6% y 4,8%, respectivamente). Las cifras señalan que el 49,3% de la población española tiene alguna clase de dificultad para llegar a fin de mes. Si bien la cifra se ha reducido seis puntos porcentuales con respecto al año pasado y es la más baja de todo el período, el informe señala que no debe olvidarse que ello significa que, aproximadamente, la mitad de la población española vive en el límite de sus posibilidades, y que algo más de una quinta parte del total (22%) llega a fin de mes con dificultad o con mucha dificultad.”
Son datos extraídos del último informe sobre “El estado de la pobreza en España”, llevado a cabo por la EAPN-ES (European Anti Poverty Network-Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en España)
Así, a las buenas gentes les han roto tanto las esperanzas. Aunque siempre tienen en sus ojos un poco de la melancólica ilusión de los despojados para seguir viviendo. De lo contrario el futuro se les volvería un abismo de negrura infinita. Es lo que buscan los que defienden el mantenimiento de ese estado de cosas injusto.
Con el simple acto de votar se puede dar a esas personas la ventana a un futuro mejor. Por ello las minorías empeñan cuantiosos recursos para disuadir que acudan en masa a ejercer su derecho a sumar las voluntades de cambio. Se puede.
Alberto Vila
Economista y analista político, experto en comunicación institucional.