El pasado fin de semana supimos por Marruecos que el presidente del gobierno español había remitido al Rey Mohammed VI una carta en la que califica la propuesta marroquí de una autonomía para el Sahara Occidental, como una “la base más seria, creíble y realista” para la resolución del conflicto. Las explicaciones oficiales españolas llegaron a posteriori, cuando ya se había desatado la polémica. La carta de Sánchez fue filtrada al diario EL PAÍS. En el Congreso, el ministro de exteriores, José Manuel Albares, detalló el entramado de intereses económicos, comerciales, humanos y culturales que vinculan a los dos países. La intención del gobierno, dijo, es abrir una nueva etapa de cooperación reforzada en las relaciones hispano-marroquíes y acabar con las “acciones unilaterales” que han provocado los conflictos periódicos de las últimas décadas. Albares aseguró que “no abandonaremos a los saharauis”.