La crisis del partido popular no remite
- Escrito por Javier García Fernández
- Publicado en Opinión
La crisis interna del Partido Popular no remite sino que sigue creciendo. A lo largo de los últimos días hemos visto el trato diferente que la dirección de Casado otorga al partido en Andalucía y en Madrid. También hemos visto la protesta no disimulada de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso, ante la imposibilidad de convocar un congreso que le daría todo el poder regional. Para embrollar la situación la Diputada disidente Cayetana Álvarez de Toledo acaba de publicar Políticamente indeseable (Barcelona, 2021) donde la imagen de Pablo Casado no sale favorecida. Y para cerrar la situación crítica el Presidente del Partido Popular se mete (¿por despiste?) en una misa dedicada al recuerdo del dictador Franco… y no fue capaz de salirse ni de explicar su error.
Evidentemente, el Partido Popular vive una crisis que está gestionando mal. Ya no son las críticas internas pero exteriorizadas contra el Secretario General, Teodoro García Egea, es que la opinión pública tiene la impresión de que la Presidenta de la Comunidad de Madrid ha iniciado una ofensiva para desplazarle, al menos como candidato a Presidente del Gobierno. Que Díaz Ayuso tenga capacidad para desplazar a Casado por sí sola o empujada por su Director de Gabinete es secundario, pues lo que importa es que hay una operación para desplazar a Casado. En el Partido Popular saben que las posibilidades de ganar las elecciones a Cortes Generales son muy escasas y por eso se encargan sondeos a empresas mercenarias que dan los resultados que sus clientes les piden. Además, el Partido Popular tiene Vox a su espalda, y hay que reconocer que la fuerza del partido de extrema derecha perturba la política de centro porque Casado no ha tenido el valor de formular una opción de centro que aísle a Vox. Al revés, en el Partido Popular están siempre mirando hacia los votantes de extrema derecha, cuando no franquistas, de los que habría de alejarse si quiere ganar las elecciones.
Esta combinación de problemas es muy negativa para la gestión gubernamental. Hoy por hoy el Gobierno sólo puede llegar a acuerdos con Casado cuando hay un interés extremo de éste y así ha sido con la renovación del Tribunal Constitucional, del Tribunal de Cuentas y del Defensor del Pueblo, donde Casado estaba comprometido (él sabrá por qué) con Enrique Arnaldo costara lo que costara y por eso ha tenido que ceder con los otros órganos. Pero esa situación de inseguridad en su liderazgo y de permanente presión de extrema derecha le permite enrocarse con el Consejo General del Poder Judicial en un pulso suicida para satisfacer a la derecha judicial (con la que Casado está comprometido no sólo por razones ideológicas sino por la larga lista de asuntos judiciales que van aflorando). Eso explica la gran agresividad que despliega Casado en el Congreso en las sesiones de control al Gobierno y la dificultad de pactar las iniciativas legislativas del Gobierno, pues el Partido Popular no acepta que hay una mayoría parlamentaria que ha de imponer su propio programa, sin perjuicio de llegar a acuerdos con la oposición.
Esta situación nos vuelve a llevar al origen político del Partido Popular. Creado por la élite política de la dictadura (de los “siete magníficos” que crearon Alianza Popular sólo Enrique Thomas de Carranza no había sido Ministro, aunque acumulaba tanto cargos políticos en la dictadura como sus otros seis compañeros), aunque Fraga Iribarne hizo un esfuerzo importante de asunción de la democracia, fue un partido que no quiso hacer pedagogía con sus bases y sus electores para que aceptaran la Monarquía parlamentaria. Tuvo su gran momento en las elecciones del 28 de octubre de 1982, cuando recibió todos los votos de centro derecha que perdió la Unión de Centro Democrático pero siempre, en el Gobierno y en la oposición, ha tenido la tendencia a no romper con la extrema derecha franquista cuando una labor pedagógica del Partido Popular hubiera contribuido a reducir esa franja ultramontana. De modo que, a diferencia de los principales partidos conservadores europeos, el partido de Casado cultiva dos almas, una de centro derecha y otra de extrema derecha.
¿Cómo incidirá la actual crisis del Partido Popular en su estrategia? El domingo tuvimos la respuesta: Casado en una misa en recuerdo del dictador. Y es así, porque si Casado se viera desestabilizado por Núñez Feijoo, acentuaría su perfil centrista, pero teniendo a Díaz Ayuso moviéndole la silla, incidirá en una política de extrema derecha que, además de sus contenidos ideológicos, conlleva una política ultra-agresiva contra el Gobierno. Ese es el panorama previsible de los próximos meses salvo que los “barones” centristas se impongan a Casado y le obliguen a rectificar. Pero hoy por hoy no parece posible.
Javier García Fernández
Subsecretario de Cultura y Deporte, Director general de Reclutamiento y Enseñanza Militar en el Ministerio de Defensa, Subdelegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid, Secretario General Técnico de los Ministerios de Vivienda, Presidencia y Relaciones con las Cortes, Delegado de España en la primera reunión Intergubernamental de expertos sobre el anteproyecto de convención para la salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, organizada por la UNESCO, en los años 2002 y 2003.
Fue fundador y director del anuario Patrimonio Cultural y Derecho desde 1997. Hasta la fecha ha sido también vicepresidente de Hispania Nostra, Asociación para la defensa y promoción del Patrimonio Histórico.
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