HEMEROTECA       EDICIÓN:   ESP   |   AME   |   CAT
Apóyanos ⮕

La interminable investidura


(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

Desde el día siguiente a las elecciones del 28 de mayo, en que el presidente Sánchez continuó con la reflexión del sábado anterior, interrumpida por las urnas en ejercicio del domingo mediante, para dar por terminado el esfuerzo aquel lunes 29 de mayo. Elecciones el 23 de julio. Pese a todos los imponderables puestos sobre la mesa sobre la inadecuación de la fecha elegida, la participación fue mayor que la esperada, sorpresa que acompañó a los resultados, muy ajenos a las cifras puestas sobre el tapete.

A los tres meses transcurridos desde el anuncio de la fecha electoral, hay que añadir un mes adicional para la celebración del debate de investidura del candidato Feijóo. Leyes y reglamentos permiten un alargamiento que se presenta como excesivo y que, en el peor de los casos, podría llevar a la convocatoria de nuevas elecciones ya metidos en el próximo año 2024. Lo que supondría más de ocho meses desde la obtención de la primera sorpresa merced al atrevimiento y audacia a partes iguales achacables a Pedro Sánchez, líder indiscutible en las acciones extravagantes y peregrinas en materia de cosa pública y sus calendarios.

Si cuatro meses se hacen excesivos, los ya contados con motivo de la presentación de la candidatura del gallego Feijóo, la suma de otros cuatro de no producirse la entronización política de Sánchez, colocaría el hartazgo en fase corporal. Es decir, entre las novaciones prometidas en las diferentes campañas se antoja necesaria la reforma de los tiempos para la clarificación una vez celebradas las elecciones. Si en los comicios municipales todo resulta tasado en tiempos y modos, en la gran política, la que resulta de la investidura del máximo cargo ejecutivo del que pende el Consejo de Ministros. Esta continuación de narraciones por saber si se producen aproximaciones o acercamientos entre fuerzas antagónicas, o separaciones entre aparentemente iguales o similares, para de nuevo desmayarse en la relación natural de la que nunca se debió salir, conforma una sustancia viscosa que genera necesariamente una fatiga descriptible.

El muchas veces aferrado a la indiferencia por todo Thomas Bernhard, en sus “Relatos autobiográficos”, reeditado hace pocos meses por Anagrama, define esta situación como “toda nuestra vida, si lo pensamos bien, no ha sido más que un calendario de festejos usado, y finalmente de hojas totalmente arrancadas”. Este mes de septiembre, con la concesión hecha al dirigente del PP para ensayar el cambio de pareceres en las fuerzas políticas que deberían para ello trastocar drásticamente sus coordenadas de posición ya descritas en la campaña precedente, podría generar altibajos sustanciales que definirían interés renovado.

De no ser así, se prolongaría innecesariamente un protocolo que supondría la pérdida de tiempo para adentrarse en el mes de octubre y a la peligrosidad de una repetición electoral. El gasto de crédito del primer encargado de formar gobierno si acaso se produce la acción de investir no solo debería afectar al abnegado electorado popular con sus desafectos por la molesta situación de no poder completar el designio electoral de un triunfo en plasmación de gobernanza. El propio candidato ahondaría la impresión de fracaso, de nuevo bajo la denegación del éxito tras la primera tentativa electoral, ocasión de la que solo resultaron vencedores en esta reciente etapa democrática contemporánea el pionero Adolfo Suárez, en 1977, y Zapatero, en 2004, ambos con la ayuda de una situación extraordinaria. Feijóo, al igual que González, Aznar, Rajoy y Sánchez, tendrá que guardar turno de espera, pero con la fatigosa adherencia de unos plazos inaguantables y necesitados de una reforma que sencillamente acabe con sus dilaciones tan inexplicables.

Periodista (Ciencias de la Información, Univ. Complutense de Madrid), colaborador en distintas cabeceras (Diario 16, El País, Época, El Independiente, Diario de Alcalá), miembro del Patronato de la Fundación Diario Madrid.