La historia del nacimiento de Elisabeth
- Escrito por Rosa Amor del Olmo
- Publicado en Historalia

Elisabeth (Isabel), la esposa de Zacarías fue la madre de Juan el Bautista, que nació sólo seis meses antes que su primo Jesús. Antes incluso de que naciera, su padre profetizó que Juan "iría delante de la faz del Señor para preparar sus caminos". (Lucas 1: 76) El ministerio de Juan entre los hijos de Israel consistía en ayudarles a prepararse para escuchar las palabras de Cristo, de quien dijo que era "...uno más poderoso que yo... la hebilla de cuyos zapatos no soy digno de agacharme y desatar". (Marcos 1:7) De la misma manera que Juan preparó el camino para que Cristo cumpliera su misión divina, su madre, Isabel, ayudó a preparar el camino para que María cumpliera su misión divina.
En Lucas 1 leemos que Elisabeth y Zacarías eran justos e "irreprochables" ante Dios y, sin embargo, nunca se les habían concedido hijos. Ambos estaban "entrados en años" cuando Zacarías, cumpliendo sus deberes levíticos en el templo, recibió la visita de un ángel que le dijo que Elisabeth daría a luz un hijo y que se llamaría Juan. Zacarías dudó y el ángel lo dejó mudo. Sin embargo, tal como había prometido el ángel Gabriel, Elisabeth quedó embarazada en su vejez. Ocultó su embarazo a todos hasta que estuvo de cinco meses diciendo: "Así me ha tratado el Señor en los días en que me miró, para quitar mi oprobio entre los hombres." (Lucas 1:25)
Cuando estaba de seis meses, María, su joven prima, recibió la visita del mismo ángel que había hablado con Zacarías y le dijo que daría a luz al hijo de Dios. Cuando María dudó preguntando: "¿Cómo será esto, pues no conozco varón?", el ángel le explicó que el Espíritu Santo le haría sombra y dio el hecho de que Isabel estuviera embarazada de seis meses como prueba de que "para Dios nada hay imposible." (Lucas 1:37) No mucho después de esta visita con el ángel, María dejó su casa en Nazaret y viajó a Judá, que estaba a unas 67 millas de distancia, para visitar a Elisabeth. Es de suponer que estaba ansiosa por saber si lo que el ángel le había dicho era cierto y por adquirir fuerzas para sobrellevar la pesada carga que se había echado sobre sus jóvenes hombros.
Cuando llegó a casa de Elisabeth, María fue recibida con dos testigos más de que lo que el ángel le había dicho era cierto. En primer lugar, María pudo ver claramente que Isabel, a pesar de su avanzada edad, estaba embarazada de más de seis meses. En segundo lugar, el niño que llevaba dentro saltó cuando oyó la voz de María e Isabel se llenó del Espíritu Santo. Sabía, antes incluso de que María se lo dijera, que llevaba en su vientre al salvador y redentor del mundo. Isabel bendijo a María y le dijo "...porque se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor". (Lucas 1:45)
La historia de Elisabeth (Isabel) y María es muy poderosa porque demuestra, en primer lugar, que cuando Dios da un mandamiento o una inspiración, siempre ofrece múltiples testigos para proclamar la veracidad de su palabra. Uno sólo puede imaginar que María debió sentirse bastante asustada y sola al enfrentarse a su vida futura. Estaba prometida y embarazada y no sabía cómo reaccionaría su futuro marido, pero sabía que se enfrentaba a la posibilidad de morir lapidada. Tampoco sabía cómo reaccionaría su familia ni cómo podría explicarles su situación. Debió de sentirse muy asustada y sola. Qué fuerza grande fue entonces para ella tener a su prima Elisabeth que a través del poder del Espíritu Santo fue capaz de discernir lo que le había sucedido y que fue capaz de darle la fuerza emocional, espiritual y física que necesitaba para seguir adelante en el duro camino que había aceptado del Señor.
Para los creyentes, no es difícil pensar que el Ser Supremo, Dios suele enviar a alguien a las vidas de muchos, que ayuda a allanar el camino para cumplir la misión concreta que cada uno vendrá a hacer en esta tierra. Envía personas que guían por el camino correcto, que validan los sentimientos y dan testimonio de los impulsos, sueños, visiones y revelaciones que la persona siente que ha recibido del Señor.
Hay personas en la vida de cada ser, que son enviadas para "...ir delante de la faz del Señor para preparar su camino" y ayudar a darnos la fuerza espiritual, emocional, mental y física que necesitamos para lograr lo que el Señor nos ha enviado a hacer. Seguro que tu mismo lector si lo piensas, sientes que hubo alguien en algún momento, como para Cristo fue Juan el Bautista, y para María fue Isabel.
Lo que podemos aprender de su historia:
Las mujeres -con o sin creencias cristianas- pueden recibir inspiración divina sobre quiénes son sus hijos y cuáles son sus misiones en esta vida incluso antes de que nazcan. Las mujeres tienen derecho al don de profecía y a ser llenas del espíritu del Espíritu Santo; si el Señor lo quiere, incluso las mujeres que están físicamente incapacitadas para tener hijos, los tendrán; Dios sabe cuándo tiene que nacer cada niño en esta tierra y de qué padres. A veces eso significa que las mujeres tienen que esperar mucho tiempo para tener los hijos para los que fueron predestinadas a ser madres.
Es interesante observar lo diferentes que fueron los embarazos y partos de Isabel y María. El embarazo de Elisabeth (Isabel) fue anunciado como un milagro y los acontecimientos que rodearon el nacimiento de Juan (el Bautista) fueron "divulgados por toda la región montañosa de Judea". En cambio, el embarazo de María fue probablemente recibido con lágrimas, ira y vergüenza por parte de su familia, la familia de José y todos sus parientes y conocidos. Nadie, excepto María, José, Isabel y Dios, conoció el verdadero milagro de su concepción y, cuando Cristo nació, lo hizo en un humilde establo sin que nadie, salvo los pastores, diera testimonio de su nacimiento. ¿Por qué crees lector, que estas dos experiencias de nacimiento fueron tan diferentes?
Rosa Amor del Olmo
Doctora en filosofía y letras, Máster en Profesorado secundaria, Máster ELE, Doctorando en Ciencias de la Religión, Grado en Psicología, Máster en Neurociencia. Es autora de numerosos artículos para diferentes medios con más de cincuenta publicaciones sobre Galdós y trece poemarios. Es profesora en varias universidades y participa en cursos, debates y conferencias.
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