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El barón de Münchhausen: el héroe en la era de la posverdad


(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«En el siglo del escepticismo en que vivimos, las gentes que no me conocen podrían ser inducidas, en virtud de tan groseras mentiras, a poner en duda la verdad de mis aventuras reales y positivas, como hechos estrictamente históricos, cosa que ofende gravemente a un hombre de honor»

Las aventuras del barón de Münchhausen, 1785, Rudolf Erich Raspe

Basado en las increíbles historias adjudicadas a un personaje real, Karl Friedrich Hieronymus, barón de Münchhausen, el bibliotecario, literato (y científico) Raspe lo tomó como referencia para crear un personaje fantástico, divertido y burlón, el perfecto fantasmón antihéroe del militar alemán que en su retiro de la Baja Sajonia se haría famoso por contar batallitas de su época castrense. Ni qué decir tiene que a pesar de ser igual de fantasioso que muchos otros compañeros de carrera, al pobre barón su fama de mentiroso le arruinó bastante el nombre y la vida. Bueno, es el precio de ser todo un arquetipo literario, tanto que cuenta con un club de fans en Kaliningrado (la antigua Königsberg alemana) y en su ciudad natal; ha sido traducido, versionado y copiado en multitud de idiomas y además, resulta fantástico como lectura infantil. Tal fue la fama de este barón capaz de volar a la Luna en una bala de cañón, viajar de Turquía a Viena en una hora, volar atado a una bandada de patos, terminar en la panza de una ballena como Jonás, etc., etc., que incluso tiene una disfunción psicológica con su nombre: el síndrome de Münchhausen.

Es interesante constatar cómo la literatura y la realidad se entremezclan en forma de casi entremés burlesco, en el que la vida esquiva las mieles del éxito a uno y encumbra a la fama inmortal al otro, aunque la de ambos sea bastante azarosa. La de Raspe tampoco se queda atrás. A pesar de ser un erudito noble, tuvo que salir corriendo del país antes de que le pusieran en la picota por sus deudas, consiguió huir a Inglaterra, pero tampoco le fue mejor, le quitaron la membresía de la Royal Society (eso sí se quedó en la Lunar Society, ahí lo dejo) y nunca consiguió levantar cabeza a pesar de sus muchos proyectos científicos y literarios. Lo curioso es que el autor alemán escribió el libro en inglés, así que luego tuvo que traducirlo Gottfried August Bürger y lo hizo tan bien, lo mejoró tanto este poeta, que muchos se olvidaron quién fue el verdadero autor. Las aventuras están narradas a la alemana, de forma directa, explícita, sin medias palabras, logrando que la lógica del absurdo alcance su cuota máxima, transmitiendo la originalidad de lo improbable como posibilidad. En verdad, se trata de cuestionar a la diosa razón encarnada por Kant, de devolver al ser humano la fantasía y capacidad de crear su propio destino, tan del Romanticismo del momento, abogando por un mundo de posverdad que no tiene por qué reflejar las experiencias tangibles ni las leyes de la posibilidad, que para eso ya está la misma realidad. La narrativa de la importancia de las emociones que suscitan las aventuras del barón está por encima de los hechos objetivos, porque busca emocionar y liberar sensaciones en el público, darle alas, sacarle deliberadamente de su triste verdad. Por eso, su lectura es modernidad pura.

Licenciada en Filología Hispánica (1984-89) y en Filología Alemana (2001-04) por la universidad de Salamanca, con diplomaturas en italiano y portugués. Vivió 10 años en Alemania, donde dio clases en la VHS (universidad popular) de Gütersloh, Renania del Norte-Westfalia, desde 1993 a 2000.

Posteriormente, ya en España, decide dedicarse a la traducción y corrección de libros y textos de diversa índole, labor que sigue ocupando a día de hoy.

Es miembro de la AEPE (Asociación Europea de Profesores de Español), de ASETRAD (Asociación Española de Traductores e Intérpretes) y otras entidades relacionadas con la traducción.

Asimismo, colabora como traductora honoraria para diversas ONG.