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Cumbres borrascosas


(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«El tirano oprime a sus esclavos, y estos, en lugar de volverse contra él, se vengan en los que están debajo»

Cumbres borrascosas, 1847, Emily Jane Brontë

Esta intrincada historia con múltiples capas de cebolla literaria fue la única novela escrita por su autora a los 29 años y bajo seudónimo, que no estaba la fiesta en la Inglaterra victoriana como para firmar con el propio si eras mujer. Por lo visto, estaba escribiendo la continuación de Cumbres borrascosas cuando le sorprendió la muerte al año siguiente y el manuscrito fue destruido no se sabe muy bien por quién. La tuberculosis, la enfermedad más romántica y común del s. XIX, se la llevó tan joven por delante, como a otras dos hermanas suyas. Quinta hija de un párroco de pueblo viudo, Emily tuvo que trabajar como institutriz, la salida más habitual para señoritas solteras cultas y con escasos recursos, pero lo dejó para tomar las riendas de la casa familiar. No sería la única escritora de la familia: junto con Charlotte y Anne crearon un universo poético y narrativo que las encumbró a la categoría de clásicas de la literatura inglesa.

Severa y algo intransigente, sacrificada y austera, retraída y responsable, dotada de una gran fantasía, solo se permitió dar rienda suelta a sus pasiones a través de su pluma. Pero ahí sí se explayó, sacando a la luz una historia de venganza, amor y dolor a lo largo de años que retrata oscuros sentimientos muy bien enterrados en la sociedad de la época. Así, el alcoholismo, el maltrato, la sumisión de la mujer (pero también el derecho a decidir su destino), encuentran en la obra un espacio para juegos de espejos en los que reflejarse. No extraña, pues, que la novela fuera rechazada por una sociedad tan aparentemente correcta y exquisita, incapaz de reconocerse y mucho menos de apreciar el torrente de pasiones que contenía. La literatura de señoritas no podía ser de esa manera, ¿verdad? Pues sí, lo fue. Sus personajes son extremadamente vitales, apasionados en lo bueno y lo malo, rodeados de una especia de destino fatal provocado por sus propias acciones. Sea el ansia de venganza del abusado Heathclifft, sea su amada Catherine presa de las convenciones sociales, o Earnsaw, abocado al juego y la bebida como resultado de una expiación equivocada a sus propios actos, o la pobre Isabella, esposa y tonta necesaria en la venganza del primero, todos ellos ensartados en un collar que es una soga asfixiante unida por el recuerdo de la vieja criada de una historia contada a un extraño, Lockwood que asiste asombrado al relato casi gótico de dos familias abocadas al destrozo de sus propias vidas. Sin moralina, que es lo bueno.

A veces pienso que las revistas de hoy se inspiran en Emily para sus increíbles tiradas sobre sagas familiares mucho más sádicas y retorcidas, pero enseguida me doy cuenta que la sangre que venden no logra ascender ninguna cumbre, por más borrascosa que intente ser. Solo pretenden traernos a casa sus tristes vidas envueltas en papel cuché de tres al cuarto. No son ejemplos de nada.

Emily dice que el hombre sensato debe tener bastante compañía consigo mismo y a mí me parece una idea bastante juiciosa para evitar emular vidas ficticias.

Licenciada en Filología Hispánica (1984-89) y en Filología Alemana (2001-04) por la universidad de Salamanca, con diplomaturas en italiano y portugués. Vivió 10 años en Alemania, donde dio clases en la VHS (universidad popular) de Gütersloh, Renania del Norte-Westfalia, desde 1993 a 2000.

Posteriormente, ya en España, decide dedicarse a la traducción y corrección de libros y textos de diversa índole, labor que sigue ocupando a día de hoy.

Es miembro de la AEPE (Asociación Europea de Profesores de Español), de ASETRAD (Asociación Española de Traductores e Intérpretes) y otras entidades relacionadas con la traducción.

Asimismo, colabora como traductora honoraria para diversas ONG.

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