El arma familiar para intentar derrocar a un representante del Gobierno
- Escrito por Javier García Fernández
- Publicado en Opinión
Hace unas semanas hablábamos de las cinco columnas que, al igual que los rebeldes de 1936, convergían sobre el Palacio de la Moncloa para intentar tomarlo y para intentar desalojar al Presidente del Gobierno. Esas columnas son las sospechas sobre fraude electoral difundidas por José María Aznar y por Núñez Feijóo, la petición de elecciones por parte del Presidente de la Conferencia Episcopal, la presión judicial con huelga ilegal incluida, la presión simultánea del Presidente Trump con el pretexto del gasto militar y, como columna situada en el interior, los intentos de división y de rebelión en el PSOE que propician antiguos militantes. Todas estas columnas están presionando sobre el Gobierno, sobre el PSOE y sobre sus aliados y utilizan armamento diverso para intentar derribar al Gobierno, pero entre las diversas armas que utilizan hay una que es una novedad en la política española, que es la presión sobre la familia del Presidente.
No hay que ser muy avispado para pensar que es mucha casualidad que al mismo tiempo un Juez impute a la esposa del Presidente, otra Magistrada al hermano y el Presidente del Partido Popular invoque al suegro de Pedro Sánchez a partir de los informes sospechosos de Villarejo. Mucha casualidad, pero ¿qué pretenden con esta presión familiar?
Los comentaristas más solventes han interpretado de diversa manera el último round del debate de la semana anterior en que Núñez Feijóo aludió con evidente despecho al suegro del Presidente. Para El País, por ejemplo, obedece a una estrategia del Partido Popular de hacer guiños a los electores de Vox, para que vean la especial dureza que utiliza frente al Gobierno. Pero quizá acierte más La Vanguardia, que cree que el partido de la derecha pretende “exasperarle [al Presidente Sánchez] hasta que ceda su capacidad de resistencia psicológica” (Enric Juliana: “Mujeres enfadadas, jóvenes airados”, La Vanguardia, 13 de julio de 2025). Quizá ahí esté la clave de la presión familiar que la derecha política, con la complicidad de la derecha judicial, ha ideado para desalojar al Presidente Sánchez.
Después de la moción de censura de 2018 la derecha política y sus aliados en el mundo económico y empresarial han comprobado la enorme capacidad de resistencia que tiene el Presidente Sánchez. Han comprobado que, en parte a causa del insuficiente apoyo electoral de las derechas y en parte a causa de la gran capacidad de Sánchez de tejer alianzas duraderas o coyunturales, el actual Gobierno es muy difícil de abatir por la vía parlamentaria. También han comprobado las derechas que a día de hoy no hay salidas extraparlamentarias como pide algún profesor en un medio digital. Por ende, a las derechas les resulta imposible derribar al Presidente Sánchez por vías parlamentarias o extraparlamentarias. Pero las derechas españolas no soportan estar fuera del Gobierno y esa es una de las características del conservadurismo español desde el siglo XIX. De modo que las derechas y sus aliados empresariales han puesto a sus estrategas a idear cómo desembarazarse del Gobierno. Y han encontrado la vía ideal.
¿Qué mejor táctica que debilitar psicológicamente a un gobernante para que acabe tirando la toalla, que debilitarle por la vía familiar? Con la inestimable ayuda del azar del reparto judicial y la acción popular de la extrema derecha, el Partido Popular ha logrado inventar delitos inexistentes y sin víctimas en Madrid y en Badajoz para debilitar al Presidente Sánchez, quien, en la primavera de 2024, cuando se conoció la imputación de su esposa, ya mostró públicamente cómo le afectan estas maniobras destructivas. Y como el acoso judicial no parece haber tenido efectos en la estabilidad del Presidente, el pasado día 9 de julio Núñez Feijóo, en el debate del Congreso, subió un escalón más y exhumó las investigaciones ilícitas de Villarejo y de la “Policía patriótica” invocando al suegro, ya fallecido, del Presidente. El objetivo del dirigente popular no es hacer guiños a Vox y a sus electores (bastante hace su Secretario General, Tellado, como se ve en ABC del 14 de julio), sino erosionar psicológicamente al Presidente para que, a pesar del apoyo parlamentario que tiene y renovó el 9 de julio, llegue a la convicción de que su familia no tiene por qué aguantar tanta presión y tanto descrédito y acabe renunciando.
En la política española desde el siglo XIX, las derechas y sus aliados en la clase dominante han utilizado todos los medios imaginables e inimaginables para permanecer en el poder: golpes de Estado, guerras civiles, falsas acusaciones (como las que sufrieron Olózaga en 1843 o Azaña en 1934), atentados, etc. Pero el acoso familiar para debilitar psicológicamente al gobernante denota un grado de desesperación, de maquinación y al tiempo de crueldad que no se conocía en la Historia española. Indica, además, que la derecha va a por todas, que no conoce límites en su operación de acoso y derribo. Es una advertencia para saber que seguirán maquinando mientras dure el Gobierno porque, como escribió un comentarista conservador, “la derecha tiene problemas porque cuando no gobierna se pone histérica” (Salvador Sotres: “El suegro no”, ABC, 13 de julio de 2025).
Javier García Fernández
Subsecretario de Cultura y Deporte, Director general de Reclutamiento y Enseñanza Militar en el Ministerio de Defensa, Subdelegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid, Secretario General Técnico de los Ministerios de Vivienda, Presidencia y Relaciones con las Cortes, Delegado de España en la primera reunión Intergubernamental de expertos sobre el anteproyecto de convención para la salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, organizada por la UNESCO, en los años 2002 y 2003.
Fue fundador y director del anuario Patrimonio Cultural y Derecho desde 1997. Hasta la fecha ha sido también vicepresidente de Hispania Nostra, Asociación para la defensa y promoción del Patrimonio Histórico.