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Beatriz Gimeno

Nació en Madrid y dedica lo más importante de su tiempo al activismo y a la investigación feminista.

Está en Podemos desde el principio y ha ocupado diversos cargos en el partido.

Ha sido Consejera Ciudadana Autonómica y Estatal. Del 2015 al 2020 fue diputada en la Asamblea de Madrid, después directora del Instituto de las mujeres y otra vez diputada.

Fue la presidenta de la FELGTB en el periodo en que se aprobó el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género.

Le gustan las lenguas muertas y por eso estudió Filología Semítica.

Que les echen de una vez

(Tiempo de lectura: 2 - 4 minutos)

Como aficionada al futbol, como forofa casi, he disfrutado del Mundial y me he emocionado con la victoria de la Roja. Me he emocionado, como me ocurre siempre que veo futbol, y como feminista un poco más porque el futbol femenino es más que futbol, y lo será por un tiempo. Porque, como decía Ana Requena en este artículo el futbol ha sido durante demasiado tiempo un reducto del machismo más casposo y de comportamientos que no son ya admisibles en ningún otro ámbito. El futbol es eso a lo que juegan prácticamente todos los niños del planeta en los colegios. Y esa unanimidad sirve al mismo tiempo para excluir y señalar a otros niños que no cumplen con los estándares de la masculinidad y, por supuesto, a las niñas. Es difícil que si un niño juega bien al futbol sea señalado y acosado, y es muy fácil que lo sea si falla en esa prueba. Pero las niñas son siempre previamente excluidas de ese espacio, aunque deseen estar dentro, aunque quieran jugar e incluso aunque jueguen. Y cuando las mujeres se acercan al fútbol desde otros lugares, ya sea como aficionadas, como técnicas o como árbitras, por ejemplo, van a sufrir discriminación, bromas, acoso o insultos. El futbol es la prueba del algodón del machismo.

Benedicto XVI: la luz y las sombras

(Tiempo de lectura: 3 - 6 minutos)

Me dicen mis amigas que olvide a Benedicto, que llevo días dando la lata en twitter y que no hay quien entienda esa obsesión. A mí me importa la religión, que es en parte lo que estudié en la universidad y siempre me ha parecido que la izquierda no se acerca bien a lo que es, como dijo Marx, “al mismo tiempo la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real”. Las críticas a la religión en bruto que a veces se hacen desde algunos sectores de la izquierda son tan desacertadas como la convalidación acrítica de cualquier forma de religiosidad. El mismo Marx (y muchos otros revolucionarios antes que él) no dejó de apreciar las posibilidades de resistencia y de lucha que la religión podía ofrecer a los oprimidos y circunscribía sus críticas a las formas religiosas históricas y sociales concretas. Rosa Luxemburgo, por su parte, puso de relieve el espíritu cercano al socialismo del cristianismo primitivo. Y así podríamos hablar de las ramas progresistas de la teología cristiana extraordinariamente desarrolladas a raíz de las puertas abiertas del Concilio Vaticano II. Formas todas ellas a las que el recién fallecido Benedicto XVI no dio tregua, aunque él mismo entrara en dicho Concilio como supuestamente progresista, para salir como profundamente reaccionario.

El PSOE en su laberinto LGTB

(Tiempo de lectura: 6 - 11 minutos)

(… “El anteproyecto de Ley para la Igualdad Real y Efectiva de las Personas Trans y para la Garantía de los Derechos de las Personas LGTBI materializa un compromiso histórico tanto programático como orgánico del PSOE, y su aprobación supondrá el final de un largo camino que hemos recorrido junto con el colectivo LGTBI y muy en particular al lado de las personas trans para quienes el Gobierno de Zapatero elaboró la Ley 3/2007 que removió los obstáculos que les impedían ejercer sus derechos de ciudadanía; (…) Desde el PSOE hacemos nuestras las reivindicaciones de las personas trans con esta futura legislación que aborda la libre manifestación de la propia identidad sexual y apoya la inscripción registral del sexo declarado con plenas garantías jurídicas, para acabar con la exclusión y con las dificultades administrativas actuales, protegiendo especialmente a menores, y despatologizando el proceso, tal y como desde el PSOE siempre hemos defendido” (pág. 362, Resoluciones 40 Congreso del PSOE, octubre 2021) De esto hace poco más de un año.

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España fea

(Tiempo de lectura: 3 - 6 minutos)

Cuando era pequeña solía ir muy a menudo a Francia. Recuerdo que la diferencia entre el paisaje, urbano y rural, del país vecino, y el nuestro fue uno de mis primeros aprendizajes, porque mi padre siempre me lo hacía notar. Y eso que Euskadi, con todo y con pueblos terribles, conserva mucha belleza. Pero no había manera de escapar a la comparación cuando veías el litoral mediterráneo destrozado y el litoral francés, conservado.

¿A quien le dan miedo nuestras tetas?

(Tiempo de lectura: 3 - 5 minutos)

No vi el famoso festival ni me importaba nada. Me temo que soy de otra generación. Pero me enteré, claro, de lo que sucedió y debatí con amigas por culpa de esa mirada generacional diferente. Mis amigas de mi edad miraban con cierto desdén la canción de la teta. Algunas estaban indignadas, incluso. Esa brecha es insalvable, no motivo de guerra, desde luego, pero sí de cierta incomprensión. “Ahora resulta que tener el caldo en la nevera es revolucionario”, decía una. “Con lo que hemos luchado para poder decir: el caldo te lo haces tú”. Y lo de “mamá”, me temo que tampoco fue bien comprendido: “cursilada”, es lo menos que escuché anoche en mi franja de edad (aunque estoy generalizando, claro) Una intenta comprender y escuchar pero la mirada de cada una está condicionada por las experiencias vividas, por lo hablado, leído, aprendido, y una parte de todo eso depende, también, de la edad; aunque no sólo y sin renunciar a la apertura.

Trabajadoras, trabajo y vida. Del androcentrismo laborista

(Tiempo de lectura: 5 - 9 minutos)

Hace un tiempo que una parte de la izquierda ha decidido reivindicar el obrerismo enfrentado a una caricatura de las guerras culturales. En su neolaboralismo (no vamos a llamarle “nuevo laborismo”) la necesidad de asegurar vidas mejores frente a la continua desposesión capitalista, vidas más seguras y menos precarias, aparece enfrentada a las reivindicaciones feministas, lgtb o antirracistas. Supongo que dan por hecho que las personas feministas, lgtbi o racializadas no tienen derecho a vidas mejores ni a definir qué tipo de vida es mejor para ellos y ellas. En los artículos de estos neolaboristas la tesis central viene a ser una queja en la que se afirma que el problema de la izquierda es que ha abandonado el trabajo como centro de sus reivindicaciones y de ahí se sostiene que el trabajo no sólo ofrece seguridad, sino también dignidad y sentido de pertenencia (es decir, la vieja identidad) Reivindicar cierto sentido de pertenencia (identidad) es fundamental, se nos dice, porque la derecha, que desde luego no resuelve las cuestiones materiales, sí que provee, en cambio, de una identidad vinculada en este caso al nacionalismo y por eso lleva siempre las de ganar. Por eso, los neolaboristas afirman que la identidad de la izquierda debe entonces orbitar alrededor del trabajo porque al tiempo que es ahí donde se centra la posibilidad de combatir la inseguridad material, se ofrece, además, un sentido de dignidad, de solidez, frente al mundo fluido y cambiante.

La lucha por las Humanidades nos tiene que importar

(Tiempo de lectura: 3 - 6 minutos)

Estudié Filología Semítica, especialidad hebreo y arameo. No, no hablo hebreo moderno, por si alguien ha pensado que mis estudios podrían tener alguna utilidad en este mundo, pero leo hebreo y arameo bíblicos y hebreo medieval. No sé si es práctico ni para qué debería serlo, a mí me abrió muchos mundos. La Biblia es un universo en realidad, un libro oceánico. Un libro de libros en los que cabe todo: poesía, historia, literatura, canciones, filosofía, aventuras, crónicas, dolor, esperanza…La humanidad entera cabe en esos libros. Y si tuviera que enviar un libro al espacio para que unos supuestos alienígenas supieran quienes somos, mandaría este. Estoy segura de que hay libros similares en otras culturas, libros de libros, que juegan el mismo papel de mostrar cómo somos, por qué lloramos o cantamos, a qué tememos, qué nos hace felices, que nos angustia, cómo amamos, como vivimos. En mi cultura, todo esto está en la Biblia. No me gusta decirlo porque parece que necesito justificarme, pero sí, soy atea. La Biblia, al menos lo que llamamos AT, no es precisamente un libro muy espiritual, es pura carne.

  • Publicado en Opinión