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Cuando la ignorancia se impone a la sabiduría


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En la fachada barroca de la Universidad de Valladolid hay una estatua que representa la sabiduría aplastando a la ignorancia. Una bella imagen sin duda para una universidad pero que, sin embargo, tristemente no siempre se cumple. Se puede obtener sabiduría fuera de la universidad y a la inversa el hecho de recibir una enseñanza superior no es una condición necesaria para acabar con la ignorancia. Hay tantos casos de esto último en figuras públicas que no hace falta enumerar ejemplos.

La universidad prepara para alcanzar unos conocimientos, que sirven para desarrollar un ejercicio profesional, o dedicarse a la docencia e investigación, función que realiza más que aceptablemente. Pero una cosa es obtener conocimientos en bastantes casos de un alto nivel y otra cosa es la sabiduría. Lograr la sabiduría no es tarea sencilla, pues no hay nadie que sepa de todo, y sobre todo en los tiempos actuales en los que el avance del conocimiento requiere una especialización cada vez mayor. Se puede ser un buen especialista pero ignorante en todo lo demás.

Hay que ser conscientes de que la complejidad del conocimiento es una limitación para poder superar el estrecho marco en el que cada uno de nosotros se desenvuelve. En todo caso, lo que no se debe olvidar nunca es que la actividad profesional se ejercita en un contexto más amplio científico y sobre todo social. La universidad debe educar para desarrollar un pensamiento propio y crítico, así como motivar intelectualmente. A la vez que conviene tener una determinada modestia en los conocimientos que se poseen y con mucho más motivo no hablar de aquello que no se conoce. Resulta fundamental superar las propias limitaciones de los títulos universitarios leyendo, sobre todo acerca de temas que no se corresponden con lo que se ha estudiado.

Se pueden poner muchos ejemplos de ignorancia, como es el caso de las falsas noticias y los negacionistas, que van desde los que se oponen a la teoría de la evolución, pasando por el cambio climático y llegando a la pandemia actual. Lo peor de todo ello es que bastantes son universitarios y en algunos casos profesores de universidad. En esta ocasión quiero poner un ejemplo de ignorancia que es grave como es el caso de la decisión del ayuntamiento de Madrid al aprobar una propuesta de Vox apoyada por el PP y Ciudadanos de quitar las placas de las calles y estatuas de Indalecio Prieto y Largo Caballero. Ya lo ha dicho Ángel Viñas, uno de los mejores historiadores de la guerra civil, que son unos ignorantes. Cuando me enteré de esta decisión sentí una gran irritación por lo que suponía de agravio histórico a dos figuras tan notables.

No soy historiador pero sí que he leído sobre la II Republica y la guerra civil, tratando de suplir la falta de conocimientos que sobre este acontecimiento histórico tuve a lo largo de mis estudios. A través de determinados libros he llegado a tener mi propia versión de los hechos y desde luego acabar con los mitos del franquismo. Lo que me llama la atención es el desconocimiento que posee tanta gente sobre este periodo y lo que es peor siguen creyendo en esos mitos, que muchos historiadores han rebatido. Lo que suele suceder, lo digo por experiencia, es que hay gente que sigue aferrada a esos mitos y habla sin saber de nada y sin haber leído un solo libro de historiadores con alta reputación académica. El alcalde de Madrid ha sido un ejemplo claro de esto al haber tergiversado de una forma torticera la ley de la memoria histórica para justificar esta votación, cuando esta ley dice todo lo contrario. Se quiere hacer pasar a las víctimas como verdugos.

Ante el despropósito de esta decisión, un grupo bastante numeroso de catedráticos de historia contemporánea de universidades españolas y extranjeras, todos ellos de reconocido prestigio académico y bastantes con una gran reputación internacional, han hecho un escrito muy bien elaborado y argumentado que refuta las razones que se han dado por Vox para llevar a cabo la eliminación de las calles y estatuas de estos dos políticos socialistas. Estos historiadores recomiendan, entre otros, la obra de Julio Aróstegui Largo Caballero, tesón y quimera (Debate, 2013). Como no creo que puedan llegar a leerla, pues es demasiado para ellos, les menciono el artículo del mismo autor " Francisco Largo Caballero" en el libro dirigido por Ángel Viñas En el combate por la historia (Editorial Pasado y Presente, 2012) y en el mismo libro el de Ricardo Miralles “Indalecio Prieto. Un socialista reformista y pragmático". También es muy recomendable en el libro de Paul Preston Las tres Españas del 36 (Plaza Janés, 1998) el capítulo dedicado a Indalecio Prieto.

Uno querría esperar, que tras la lectura de estos textos y el firmado por tantos historiadores, tanto el PP como Ciudadanos rectifiquen la decisión tomada. De no ser así demostrarían que prefieren seguir en la ignorancia con un desprecio absoluto sobre el conocimiento. El acalde Martínez-Almeida y la Primera teniente de alcalde Begoña Villacís, que son universitarios, pondrían de manifiesto que prefieren seguir en el desconocimiento que hacen buenas las palabras que mencionaba al principio y en su caso es la figura de la ignorancia la que aplasta a la sabiduría.

Catedrático emérito Universidad Complutense.