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Los cátaros: las personas puras


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Un error muy extendido es la creencia de que la denominación de cátaros viene del griego kataros, y que quería decir puros, en realidad se trata de un mote despectivo que le dedicaban sus enemigos y que significa adoradores del diablo en forma de gato, o sea brujos. 

De hecho, ellos nunca se autodenominaron con este nombre peyorativo, sino que se llamaban simplemente cristianos. En Occitania se les llamaba popularmente buenos hombres y buenas mujeres o los puros simplemente. También se les ha conocido con muchos otros nombres, como albigenses, bogomilos, arrianos, búlgaros, etc.


Su influencia se extendía por toda la Occitania, en ciudades como Toulouse, Carcassonne, Béziers, etc. Allí tenían la protección de la nobleza.  Su presencia en esta zona incomodaba al rey Felipe Augusto de Francia, que recelaba además de la influencia catalano-aragonesa en el Mediodía francés, la nobleza occitana era aliada de la Corona de Aragón. Pero los obispos lo veían aún con más preocupación, mientras vivían en una gran opulencia.

El recelo eclesiástico venía motivado por el desapego que estos sentían hacia todo lo material, su vida en comunidad o su denuncia contra los abusos de los obispos y clérigos. Todo ello estaba motivando que las ciudades les apoyaran. Por si fuera poco rechazaban que el acto sexual solo fuera con fines de procreación. No creían en la adoración de imágenes, rechazaban el bautismo y veían en la cruz un símbolo de tortura. Vivían en comunidad, rechazaban la propiedad privada y el matrimonio. 


Rosa Montero también nos señala a las comunidades cátaras como unas sociedades muy avanzadas por la época que les tocó vivir: “Asombrosamente avanzados para la época”…”herejes muy intelectuales, muy racionales; tradujeron las Escrituras a las lenguas romances; consideraban que adorar la Cruz, un instrumento de tortura, era algo perverso y rechazable” (1)


En las comunidades cátaras el hombre y la mujer disfrutaban de la misma consideración, estaban dirigidos por las perfectas o perfectos cuya presencia no era un símbolo de poder, sino de perfección, de pureza. El modo de vida ascético predicado y practicado por los perfectos/as contrastaba con la corrupción y el lujo ampliamente extendidos en la Iglesia católica, especialmente por sus dirigentes. Por ello los hombres y mujeres buenos representaban una clara amenaza para la supervivencia de las diócesis católicas en un medio rural empobrecido y cansado de los abusivos diezmos eclesiásticos.


Pronto aparecieron los primeros bulos contra "los hombres puros", eran adoradores de gatos, sodomitas, herejes. Se amenazó con la excomunión a los nobles que les apoyaran, se organizaron hasta cuatro Concilios para acabar con la herejía cátara. Finalmente, Inocencio III y Felipe Augusto se aliaron y organizaron la primera cruzada en la que se utilizaba por primera vez la condena de la sodomía como una acusación contra los herejes.

Los cátaros creían que la procreación dejaba las almas cautivas de vil materia. Ello no significa que rechazaran el sexo, todo lo contrario, aceptaban las relaciones sexuales libres, practicaban la sodomía, es decir relaciones no procreativas. No rechazaban la homosexualidad. Boswell nos cuenta:  


"Es sabido que muchos movimientos heréticos influidos por el dualismo oriental y las filosofías maniqueas desaprobaban la procreación, pues ésta dejaba las almas cautivas de la vil materia. Esta desaprobación bien podía llevar a la estimulación tácita –o incluso explícita– de prácticas homosexuales en sustitución de las heterosexuales, tan objetables. Se creía que los albigenses, en particular, predicaban que las relaciones homosexuales no sólo estaban libres de pecado, sino que constituían un medio deseable de contrarrestar los esfuerzos del demonio para atrapar las almas en la materia." 

Al frente de la Cruzada pusieron a un sanguinario llamado Simón de Montfort, tristemente célebre por llamar a la matanza con estas palabras: "¡Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos!". Los nobles occitanos se aliaron con el rey Pere I el Católico, curiosamente poco amigo de los cátaros, pero defensor de los intereses catalano-aragoneses en Occitania. La Cruzada fue en realidad un enfrentamiento entre el norte francés y los condados del sur apoyados por la Corona de Aragón, con los “albigenses” como pretexto. La derrota de Muret acabó con la independencia de los nobles occitanos y significó la instauración de la inquisición en esta zona en 1229 y en 1250 en los condados del centro y norte de Catalunya. También significaron unas horribles matanzas contra las comunidades cátaras y la población en general. 


Los cátaros se refugiaron en bosques y montañas de difícil acceso, en Catalunya en las zonas próximas a la Serra del Cadí y llegaron a las actuales Guilleries. A partir de este episodio la utilización de la sodomía para desprestigiar y acabar con grupos incómodos se extendió a lo largo de los siglos, la siguiente ocasión fue el rey Francés Felipe IV el Hermoso para acabar con los templarios. El Papa Gregorio IX vio el poder que representaba la Inquisición y la instauró ligada directamente a la cabeza de la Iglesia Católica.

(1) Rosa Montero. El castillo endemoniado. EL PAIS, 27/VII/2008

SODOMIA, UN CONCEPTO TABÚ EN LA CATALUNYA MEDIEVAL

Experto en historia LGTBI.