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El rey de Francia es calvo


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Una de las cuestiones que más perplejidad despertaban en los filósofos, en el pasado siglo, a partir de los años veinte, era la relación entre el lenguaje y el mundo ¿Cuál era el proceso, por el cual una serie de letras, digamos por ejemplo “p-i-p-a”, cuando se disponían en el orden correcto, adquirían un significado? A principios del siglo XX, el credo era todavía, que todas las palabras representaban objetos. Y que esta era la manera, como una palabra obtenía su significado. La palabra “pipa” está en lugar del objeto pipa; la palabra significa el objeto. Pero esta perspectiva, sobre la relación entre el lenguaje y el mundo, no dejaba de ocasionar un buen número de perplejidades.

Una de las más famosas teorías de Bertrand Russell, se relaciona con la calvicie del monarca francés (seguramente en referencia a Carlos II apodado El Calvo). A pesar de que Francia, hace muchos años que es una República – decía Russell – nadie tiene dificultad alguna, en entender la oración: “El rey de Francia es calvo”. Podríamos formular esta oración en una fiesta y, alguien no versado en la Constitución francesa, podría creerla verdadera. En este caso, no sería lo mismo que oraciones sin sentido del tipo: “El rey es Francia calvo” o “Francia calvo es rey”. Pero entonces ¿cómo es que entendemos la oración “El rey de Francia es calvo” cuando no hay rey alguno en Francia? Si “el rey de Francia” se refiere a una persona, entonces esa persona tiene que ser calva o no serlo. Sin embargo, en el mundo real, no hay ninguna persona calva que sea el rey de Francia. Russell escribió a este propósito, que “los hegelianos, que aman las síntesis, probablemente concluirían que lleva peluca”.

A finales del siglo XIX, un lógico austriaco, Alexius Meinong, había propuesto una respuesta para este tipo de problemas. El hecho de que podamos referirnos a una “montaña dorada” (cuento de los hermanos Grimm) significa que hay una manera, en que la montaña existe fuera de la oración, no físicamente, por supuesto, sino lógicamente. Lo mismo que puede apuntarse a los unicornios, los conejos de Pascua, los ratoncitos Pérez y el monstruo el lago Ness. En el mundo de la lógica – decía Meinong – hay un monstruo del lago Ness. Su existencia en el mundo de la lógica, permite negar su existencia en el mundo de la realidad.

A Russell, que era un hombre extremadamente metódico y meticuloso, el dibujo del mundo evocado por Meinong, le pareció intolerablemente recargado y desordenado. “La lógica – pensaba – no debe admitir a un unicornio, más de lo que lo hace un zoológico”. Y para hacer una limpieza general y a fondo, de este caos lógico, fue para lo que inventó, su ingeniosa “teoría de las descripciones”.

Russell pensaba que el lenguaje, nos inducía a confusión. Que se pensaba que descripciones como “la montaña dorada” o “el rey de Francia”, se comportaban como nombres. Entre una muchedumbre que aguarda un desfile real, podemos exclamar lo mismo: “Finalmente llega aquí el rey de Francia” o “por fin, ahí está Luis XVIII”. Pensamos que esas perífrasis descriptivas, lo mismo que los nombres, han de denotar un objeto, para tener un significado. Pero, de hecho, no funcionan en absoluto como nombres. Aunque la afirmación “El rey de Francia es calvo”, parece de una gran sencillez y transparencia, en realidad esconde un complejo triplete lógico. Sus tres ingredientes son los siguientes:

1.- Hay un rey de Francia.

2.- Solo hay un rey de Francia.

3.- Quienquiera que sea el rey de Francia es calvo. Una vez que queda de manifiesto cómo es esta lógica, se puede entender cómo la afirmación “el rey de Francia es calvo” tiene sentido, pero es falsa: porque la primera premisa que contiene, que hay un rey de Francia, no es cierta.

Russell inventó una notación lógica, para tratar estos casos. Y es la que se utiliza hoy en día. “El rey de Francia es calvo”, se expresa como:

⌠3x⌡⌠Fx & ⌠Fy → y=x) & Gx⌡

Semejante deconstrucción de la oración, ha llegado a ser considerada, el paradigma del método analítico. A partir de ese momento, cuando se le preguntaba cual había sido su contribución más significativa a la filosofía, Russell acostumbraba a responder sin dudarlo: “La teoría de las descripciones.

Pues eso.

Comentario: A mi lo que más me gusta, es esa fórmula matemática. Je, je, je

 

Nacido en 1942 en Palma. Licenciado en Historia. Aficionado a la Filosofía y a la Física cuántica. Político, socialista y montañero.