Las pléyades
- Escrito por Emilio Alonso Sarmiento
- Publicado en Tribuna Libre
Cuando era aún un chaval y veraneábamos en Valldemossa, después de cenar mis padres si iban a tonar un café con sus amigos a Ca’n Perico. Yo me quedaba un rato, antes de irme a la cama, con mi abuela Marie Porcel Boucher en el jardín. Ella estaba siempre allí, con sus pensamientos y mirando a la bóveda celeste. Entonces me enseñaba a situar y conocer las constelaciones, explicándome el origen y el porqué de sus nombres.
Me acordaba de ello el otro día, al leer a Víctor Lapuente, relatando la leyenda de las Pléyades. Como muchos saben, las Pléyades en la mitología griega, fueron siete hermanas, hijas del titán Atlas, perseguidas por el cazador Orión. Su padre Atlas, condenado a sostener la bóveda celestial sobre sus hombros, no podía protegerlas. Así que, para salvarlas de las garras de Orión, Zeus las convierte en estrellas. Sin embargo, una de ellas, Mérope, se enamora de un mortal y huye. Por eso, cuando contemplamos el cielo únicamente con nuestros ojos, sólo vemos seis.
No deja de ser un misterio, que culturas dispersas por todo el planeta, desde los aborígenes australianos, hasta la Grecia clásica, pasando por Indonesia, la Europa nórdica y los nativos americanos, se refieran a la constelación como las “siete hermanas”, a pesar de que, a simple vista, sólo podían distinguir seis.
Pero, más intrigante todavía, las versiones de la historia son curiosamente similares, en poblaciones que jamás han estado en contacto entre sí, desde que sus ancestros dejaron África, hace 100.000 años. Así, por ejemplo, diversas tradiciones de los nativos australianos, se refieren también a las Pléyades, como siete hermanas perseguidas por cazadores, identificados como Orión. Y la séptima hermana, invariablemente, desaparece en todas las versiones. En el mito aborigen, porque cantó al ascender a los cielos y se evaporó. En el islámico, porque cayó a la Tierra y se convirtió en la Gran Mezquita.
Los investigadores Ray Norris y Barnaby Norris, proponen una curiosa explicación a este enigma, uniendo antropología y astronomía. Gracias a las mediciones actuales, del telescopio espacial Gaia, sabemos que, si bien hoy sólo seis Pléyades, son visibles al ojo humano desnudo, hace unos 100.000 años se podían ver siete, ya que dos se han ido acercando paulatinamente, hasta resultar indistinguibles una de otra. Es decir, es probable que, en las noches estrelladas del amanecer de la humanidad, antes de salir del continente africano, los humanos nos contáramos ya, unos a otros, la historia original de las siete hermanas.
Pues eso.
Emilio Alonso Sarmiento
Nacido en 1942 en Palma. Licenciado en Historia. Aficionado a la Filosofía y a la Física cuántica. Político, socialista y montañero.