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Einstein pierde, Niels Bohr gana


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El físico James Trefil decía que la mecánica cuántica, es una “región del universo donde el cerebro humano, no puede sentirse cómodo”. Y esta incomodidad viene dada, porque la naturaleza, a escala microscópica, responde a leyes que desafían, nuestra comprensión de la realidad macroscópica. Entre estos comportamientos está la superposición (una partícula puede estar en diferentes estados a la vez, como el gato vivo y muerto de Erwin Schrödinger) y el entrelazamiento a distancia – o acción fantasmal como la describió Einstein – es el principio que permite, que las partículas separadas y alejadas, respondan de forma instantánea y, se comporten como un solo sistema.

Raúl Limón nos informa, de un experimento publicado estos días en “Nature”, por un equipo internacional de científicos, liderados por el ETH (Instituto Federal Suizo de Tecnología) en Zúrich, con la colaboración de las entidades españolas ICFO (Instituto de Ciencias Fotónicas) y Quside Technologies S.L. (en Castelldefels) que demuestra, por primera vez, esta acción en sistemas separados por 30 metros y, con circuitos superconductores, los más habituales en computación cuántica. Este experimento contradice a Einstein, quien consideró imposible el entrelazamiento cuántico. Defendía que cada partícula tiene unas propiedades determinadas en su entorno y, que una acción sobre las mismas, solo se genera en un lugar determinado. Frente a esta teoría, la física cuántica venía sosteniendo – y ahora se ha demostrado – que dos partículas entrelazadas, comparten un solo estado unificado, aunque estén separadas 30 metros.

Uno de los mayores logros del experimento publicado en “Nature”, es que se ha probado el teorema de John Bell, del entrelazamiento cuántico sin “loopholes ”, término que, en física cuántica, se traduce como “escapatorias”. Esta ausencia de escapatorias, se refiere a que todo sucede, como predice la física cuántica, que no ha sido posible una comunicación entre partículas, ni responde a una mera estadística.

Para demostrar la ausencia de “escapatorias”, que la coordinación de estados no se debía, a señales enviadas entre los cúbits, se realizaron mediaciones aleatorias en 17 nanosegundos, el tiempo que tarda la luz en recorrer cinco metros. La medición completa requería otros 62 nanosegundos (el tiempo de la luz en alcanzar 21 metros). Al estar los dos sistemas, alejados 30 metros, era imposible la comunicación entre ellos.

La investigación es clave, no solo porque es una demostración de la física cuántica, sino porque tiene aplicaciones prácticas. Morgan W. Mitchell profesor del ICFO explica que “con los ordenadores clásicos es común que haya computación en la web y, que los resultados lleguen al dispositivo de tu casa”. “Para hacer algo equivalente con ordenadores cuánticos” añade, “necesitamos comunicarlos y, no será posible por medio de los bits clásicos. Tendrá que ser por bits cuánticos y, este entrelazamiento (del que hablamos) es la manera más eficaz de hacerlo. Este experimento ha creado un entrelazamiento, entre un gran número de electrones en un sitio y otro gran número de electrones en otro. Es la primera vez que se consigue sin “loopholes”, es decir, sin escapatorias.

Los resultados permiten, según Mitchell, “avanzar en la computación distribuida, con varios ordenadores en varios sitios diferentes”. “Es un objetivo a largo plazo, que no vamos a ver inmediatamente, pero este experimento demuestras que es factible”, concluye.

Pues eso.

Nacido en 1942 en Palma. Licenciado en Historia. Aficionado a la Filosofía y a la Física cuántica. Político, socialista y montañero.