Metro
- Escrito por Eduardo Montagut
- Publicado en Tribuna Libre
El Metro, tan presente en la vida de las grandes ciudades, empezó a gestarse como medio de transporte cuando surgieron graves problemas de congestión del tráfico rodado a fines del siglo XIX. El denominado ferrocarril metropolitano se convirtió en una posible solución, desarrollándose a través del subsuelo. La primera red de metro fue la de Londres, la gran metrópoli europea. En 1863 se inició la misma, pero hubo que esperar al cambio de siglo para que le siguieran otras grandes ciudades, como París en 1900, o Berlín dos años después. Fuera de Europa, New York, comenzó a contar con Metro a partir de 1885.
En Madrid, sin que los problemas de tráfico y de congestión fueran tan importantes como en estas grandes ciudades, comenzó a gestarse la necesidad de contar con su propio Metro. El primer proyecto estuvo listo en 1914; en enero de 1917 se dio la primera concesión y se formó la Compañía Metropolitano Alfonso XIII, por el apoyo y participación económica del rey. El Metro se inauguró el 17 de octubre de 1919. La primera línea iba desde Cuatro Caminos a Sol, con ocho estaciones.
Diez años después se inauguró el Metro de Barcelona con la línea Lessseps-Cataluña. Allí se había formado la Compañía del Gran Metropolitano de Barcelona. El Metro madrileño se amplió. La línea 1 se prolongó hasta Atocha y Puente de Vallecas. En 1929 se abrió la segunda línea, de Ventas a Sol, y desde Sol a Quevedo con el Ramal a Ópera. Después se ampliaron las dos líneas, y en tiempos de la República se abrieron las líneas de Goya-Diego de León, y Embajadores-Sol.
El Metro se convirtió en un importante refugio en la Guerra Civil, especialmente en Madrid, cuando se producían bombardeos, y han quedado imágenes intensas, que luego se repetirían en la Segunda Guerra Mundial, como en el caso de Londres.
Después de la Guerra Civil, en 1941 se inauguró la nueva sección Sol-Argüelles y en 1944 la nueva transversal Argüelles-Goya. A finales de esa década se concluyó el tramo de Embajadores a Delicias, y en 1951 a Legazpi. Pero el ritmo de construcción disminuyó porque los costes se elevaron y faltaba, sobre todo, hierro y cemento.
Eduardo Montagut
Doctor en Historia. Autor de trabajos de investigación en Historia Moderna y Contemporánea, así como de Memoria Histórica.