Los “puentes” que unen España y Portugal: Un caso singular del Comendador Nabeiro
- Escrito por Pedro Nogueira Simões
- Publicado en Tribuna Libre
El pasado domingo falleció el fundador de la mayor tostadora de café. Es decir, el hombre que fundó Delta Cafés en 1961, desde sus inicios como un reconocido empresario, a los pocos meses tuvo la capacidad de distribuir por todo el país lo que se dio a conocer como el Rey del Café.
Como uno de los mayores empleadores de la región del Alto Alentejo (Campo Maior, Portalegre), que limita con la frontera española, casi cuatro mil personas trabajan para ese grupo. De hecho, él mismo se consideraba el hombre que vivía “para la gente” y para su “tierra”, defendiendo que “todos los clientes son amigos, incluso los que no pagan, porque incluso los que no pagan también hacen publicidad y traer dinero”.
Una visión humanista es aquella que estará marcada por su persona, cuya vida no solo estuvo dedicada a los negocios, sino también a la política local como alcalde, antes y después de la dictadura de Salazar, pero también a la educación, con la creación de centros educativos respondiendo a las necesidades extraescolares de su municipio.
Los portugueses están muy agradecidos por haber tenido tal individualidad en el grupo de merecidos y distinguidos empresarios cuya visión de que cada persona es una persona y no un número, fue salvaguardada consecutivamente. Desde condecoraciones en España, como la encomienda de la Orden de Isabel la Católica, a las otorgadas por los difuntos presidentes de la República Portuguesa Mário Soares y Jorge Sampaio como Comendador, a Doctorados Honoris Causa por varias universidades portuguesas, y Medalla de Honor de la ciudad de Lisboa, tales hazañas para él estaban lejos de ser las más grandes. Para él, el mayor logro fue incluso haber casado a su esposa y entregársela a su vecino.
En cuanto a su relación con España, inicialmente de contrabando y de lucha contra la pobreza y la miseria, se inicia enseguida en el negocio del café, favorecida por el entonces pujante comercio clandestino que se desarrollaba en Raya durante la posguerra española, en torno a los tus 13 años. Posteriormente, e incluso antes de cumplir los 20 años, creó su empresa, en una nave de 50 metros cuadrados y tostadoras con capacidad para 30 kilos. Esta relación creció en tierras de Cervantes y, tras viajar por toda España, comenzó a introducir sustitutos como la achicoria en sus productos, manteniendo una marcada y sólida evolución en esta área de negocio.
Pero fue la región extremeña la que más sintió la importancia de ese empresario como figura destacada. En este sentido, el presidente del gobierno de la región española de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, se refirió así al “profundo agradecimiento” a uno de los hombres “cuyos sueños y proyectos son los mejores ejemplos que representan la unión entre dos territorios” . Frases no muy diferentes a las que el actual presidente de la República Portuguesa destacó como trayectoria de persistencia y construcción de una “marca global, con preocupación social y participación ciudadana”, a las del primer ministro que subrayó “su responsabilidad social” , pero sobre todo visión humanista y humilde.
Casos tan singulares no conducirán necesariamente a la consideración de algún retorno a una visión unionista propia del pasado común entre estos dos pueblos, ni a interpretaciones como la del premio Nobel de Literatura portugués José Saramago cuando afirmó que “Portugal acabará formando parte de España”, sin embargo, sin duda deben tenderse puentes entre estos dos países, siendo España el principal socio comercial de Portugal, con cadenas de valor cada vez más integradas, un exitoso centro común de toma de decisiones, y políticas de integración, inclusión y sociales llevadas a cabo de forma conjunta y con considerable éxito. Para todo ello hay que crear puentes, tenderlos, estrechar lazos, nunca romperlos...