Sobre las amenazas al orden social: reflexionando con Rafael Martínez en 1923
- Escrito por Eduardo Montagut
- Publicado en Tribuna Libre
En alguna ocasión hemos realizado algunas observaciones en artículos en este medio sobre los distintos conceptos que se han dado en la historia contemporánea, especialmente, en nuestro país, sobre orden, desorden y violencia, intentado demostrar que existen visiones distintas de estas cuestiones, a pesar de que tradicionalmente parece que solamente impera una de las mismas, las de los ámbitos conservadores en política y economía. Queremos profundizar con esta nueva entrega, reflexionando con uno de los pedagogos más interesantes que ofrece la historia del socialismo español, Rafael Martínez, un personaje al que nos hemos acercado más por su faceta educativa teórica y práctica. Se da la circunstancia de que Rafael Martínez sería víctimas de los defensores del orden tradicional.
En marzo de 1923 publicó un artículo en El Socialista con el significativo título de “El orden social amenazado, según los señores del “orden””.
Martínez contaba que constantemente se oía decir a los capitalistas y sus defensores que el orden social estaba amenazado, y que a toda costa debía ser defendido para que la sociedad estuviera bien organizada. Esa queja solía aparecer cuando había huelgas o agitaciones obreras, y se pedía por esos sectores que las autoridades emplearan la mano dura para restablecer el “buen orden social”.
Pero, ¿qué era el “buen orden social”? Martínez lo tenía bien claro: la anarquía desenfrenada y el libertinaje de poder explotar a los demás de la mejor manera posible; era una especie de derecho tiránico para poder explotar al pueblo sin que tuviera derecho a protestar. Todo lo que tendiera a modificar o suavizar la miseria de la inmensa mayoría de los españoles era atentar contra el orden social. Ese “buen orden social” era, en realidad, un desorden, y solamente se pretendía que continuase por tiempo indefinido la explotación de la mayoría, y se mantuviesen los privilegios.
Para Martínez los defensores del “buen orden social” eran los aristócratas que temían la pérdida de sus privilegios, los “modernos señores feudales”, los dueños de inmensas extensiones de terreno donde muchos habitantes sufrían espantosas condiciones, provocando la emigración, los que había hecho grandes fortunas durante la Gran Guerra, los comerciantes y traficantes sin conciencia que robaban a los ciudadanos, los acaparadores de artículos de primera necesidad que manipulaban al alza los precios, en fin, todos los que realizasen una “especulación infame con sus semejantes”
Esos elementos eran los que reclamaban siempre que los gobiernos se implicasen en la defensa del orden social.
Para Martínez, en cambio, el verdadero orden social, y que había de imponerse en un no muy lejano día, consistiría en la abolición de todos los privilegios, y donde el único medio de adquirir riquezas y comodidades en la vida debía ser el estudio y el trabajo constantes.
Pero mientras se instaurase el que consideraba el verdadero orden social en la tierra, la clase obrera organizada debía, en opinión siempre de nuestro protagonista, presionar a los gobiernos con toda la fuerza de su unión para conseguir ese objetivo de terminar con los privilegios y para que solamente el trabajo y el estudio fueran las fuentes de la riqueza, limitándose la propiedad privada, fomentando la colectiva, nacionalizando la riqueza y municipalizando los servicios públicos, con el fin de ir preparando el verdadero orden social.
Hemos trabajado con el número del 20 de marzo de 1923 de El Socialista. Sobre Rafael Martínez se puede acudir a la hemeroteca de El Obrero y al Diccionario Biográfico del Socialismo Español.
Eduardo Montagut
Doctor en Historia. Autor de trabajos de investigación en Historia Moderna y Contemporánea, así como de Memoria Histórica.