Nostalgia
“La nostalgia ya no es lo que era” (Simone Signoret)
No he conocido a nadie tan nostálgico como a un antiguo amigo, de cuyo nombre no quiero acordarme. Este hombre, al que llamaré EX, es un nostálgico sui géneris; la verdad es que él es especial en todo, incluido el cuidado de las amistades. EX tiene la particularidad de que no añora lo que ha vivido, sino el mundo que existió veinte años antes de nacer él. Así, su Madrid no es el de Almodóvar, sino el de Mihura. Echa tanto de menos el Madrid, que no conoció, el de Perico Chicote y los tranvías y los coches de caballos, que le hace a uno empatizar con él en su nostalgia, al punto de sentir también la desazón de no haber llegado a tiempo al sitio donde supuestamente sucedía todo. Y aun así, nuestro hombre era hace cinco años menos nostálgico que cuando lo conocí, hace casi cuarenta, y ya entonces era un nostálgico que estaba curándose, pues debió de ser a la altura de los quince años cuando estuvo más tocado de añoranza. Ya sé que parece natural que la nostalgia se acumule con los años, pero él se empeñó desde niño en vivir al revés, balanceándose en el árbol de la fantasía y despilfarrando nostalgia y amigos como el que se siente millonario en las cosas del querer y el vivir.
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