La superioridad de las democracias, con Paul Löbe
- Escrito por Eduardo Montagut
- Publicado en Opinión
Como vivimos un período en el que la democracia está siendo asediada por una renovada extrema derecha, primero en la Europa del Este, y ahora ya a punto de alcanzar el poder en una de las principales países de la Occidental, no está de más, ni mucho menos, recuperar materiales históricos y de épocas complejas, para seguir intentando hacer un poco de pedagogía en este continente donde ya parece que son legión los olvidadizos.
Recuperamos, en este sentido, un artículo del político socialdemócrata alemán, Paul Löbe, fundamental en la República de Weimar y después en la inmediata posguerra, en la reconstrucción del SPD, sin olvidar la persecución que padeció por parte de los nazis. El texto, en cuestión, se titula, “Comienza la era de las democracias”, y es de mayo de 1932, en castellano en El Socialista. No fue muy premonitorio, precisamente, porque terminaba afirmando que había pasado el tiempo de las dictaduras y comenzaba la era de las democracias, casi un año antes de que en su propio país subiera al poder Hitler. Pero sus ideas en favor de las democracias frente a las dictaduras nos parecen sugerentes, como queremos demostrar.
Comenzaba el artículo con este párrafo:
“En determinadas circunstancias quizá pueda asegurar la dictadura una concentración más fuerte de la voluntad del Estado, con respecto a una democracia dispersa, en un país donde han llegado a hacerse insoportables las luchas de los diversos grupos políticos. Pero, ¿qué beneficio reportan los ciudadanos de un Estado así? Una disminución, la represión, el aniquilamiento de toda otra opinión política, la exclusión de las masas populares de la gestión, de los asuntos del Estado, la prohibición para ellas de colaborar en éste y de tener en él un papel activo.”
Así pues, un aviso para los que desde el pasado y también en el presente defienden las supuestas bondades de las dictaduras frente a las democracias. ¿Qué beneficio traen aquellas para los ciudadanos? La respuesta se condensa en la frase final del párrafo, en una sola frase, pero determinante: represión, aniquilamiento de la opinión pública, y exclusión del pueblo de la gestión de los asuntos públicos.
La grandeza de la democracia estaría, para el político socialdemócrata, en que invitaba a cada ciudadano a participar del trabajo común y hasta con sus contrincantes.
La propia crítica y la oposición concurren a la construcción total del edificio público. La fiscalización y las críticas obligan a rectificar, a mejorar, frente a las dictaduras donde el poder y la decisión se reunen en el “Único”, es decir, el dictador.
La democracia se apoya en la evolución constante de todo el pueblo. Los Estados no pueden durar sino gracias a la colaboración y a la responsabilidad social de todos sus miembros. Frente a este modelo, la dictadura solamente exige obediencias, dirigiéndose a “niños y a seres incompletos”, una afirmación harto interesante, creemos. La democracia educa, persuade, habría sido creada no para niños ni seres incompletos, sino para ciudadanos. La dictadura suprime al hombre libre o lo convierte en un lacayo, mientras que la democracia lo eleva al puesto de colaborador consciente. Löbe sabía que no siempre se conseguía esto, especialmente si no había habido un gran desarrollo educativo y de los derechos, pero, aún así, y no podemos dejar de pensar en que esto que expresaba nuestro autor nos suena un poco a la Historia española, la democracia siempre concede toda su confianza al pueblo.
Así pues, no lo olvidemos, si la dictadura oprime al pueblo, la democracia es educadora del mismo. La democracia trata de servir al Estado preparando el porvenir, frente a la dictadura que lo subordina a sus fines propios y donde el Estado se debilita y entra en crisis al ser privado de sus sostenes. En este sentido, no deja de ser interesante, para nosotros, esta afirmación que vincula la dictadura con la crisis del Estado, no como solución, sino todo lo contrario, como estimuladora de los problemas, lo que pone el enfoque en el otro lado frente al argumento clásico de todos los dictadores que se presentan como salvadores de sus Estados en crisis, un asunto que conocemos bien los españoles.
Eduardo Montagut
Doctor en Historia. Autor de trabajos de investigación en Historia Moderna y Contemporánea, así como de Memoria Histórica.
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