El nihilismo de la derecha frente a las emergencias
- Escrito por Gaspar Llamazares Trigo
- Publicado en Opinión
La reunión con los consejeros de las CCAA en torno al decreto de ahorro y eficiencia energética ha terminado en un buen tono, pero con la reiteración en la exigencia pública de retirada del decreto por parte del PP y la amenaza del recurso de inconstitucionalidad de alguna de sus CCAA por una supuesta invasión de competencias. La doble moral entre lo privado y lo público y la nada como alternativa. En la derecha nada cambia, todo permanece. Todo ello en el verano más caluroso de este siglo que vivimos como efecto del cambio climático, el plan de ahorro energético frente a las consecuencias de la guerra y la confrontación política permanente del nihilismo populista de las derechas.
Primero fueron los incendios debidos al tsunami de calor como consecuencia de la emergencia climática, de la falta de prevención en el cuidado de los montes, del despoblamiento del territorio y de los escasos medios de extinción, que han sido despreciadas como meras incidencias, poco menos que inevitables, cuando no reducidas por las administraciones de las derechas al efecto casi exclusivo de una intencionalidad de naturaleza criminal. Todo ello, al objeto de desviar la responsabilidad de las administraciones propias y para culpabilizar a las ajenas y en particular al gobierno central.
Con ello, se ha tratado de convertir los incendios en una cuestión de seguridad y de carácter penal para atribuirlos en exclusiva a los ministerios de interior y de justicia y por extensión al gobierno de coalición de las izquierdas, sobre todo para eludir las responsabilidades de su propia gestión. Además, la intención de fondo es la negación vergonzante del cambio climático como causa última de las olas de calor y de la cadena excepcional de incendios catastróficos que han afectado y siguen asolando España y a buena parte de Europa.
En el mismo sentido negacionista, las derechas han reaccionado rechazando el plan de medidas de ahorro y eficiencia energética aprobadas por el gobierno central en el marco del consenso alcanzado por los países miembros en el Consejo de Ministros de la Unión Europea, con la única excepción de Polonia y Hungría.
Un compromiso alcanzado en el marco de la UE para paliar los efectos de la invasión y guerra de Ucrania y la respuesta de Rusia a las sanciones mediante restricciones a la exportación de gas a Europa. Al principio con el rechazo del gobierno español y de otros gobiernos del sur a la propuesta de reducción lineal, impulsando con ello una negociación cuyo resultado ha reducido el esfuerzo de España a la mitad de lo previsto por la Comisión Europea, en la línea de la llamada excepción ibérica, garantizando tanto la viabilidad del plan como protegiendo con ello en particular la recuperación de nuestra industria después de la pandemia. Un nuevo éxito negociador en materia energética que se suma a la excepción ibérica y que la derecha ha querido primero minimizar y ahora ridiculizar. Y no solo con el objetivo de poner en cuestión una vez más el liderazgo y la gestión del gobierno de coalición y del presidente Sánchez en Europa, sino también para rebajar el papel político global de la propia Unión Europea y de los organismos internacionales como la ONU frente a los retos globales como la emergencia climática o la guerra en Ucrania, en la línea de la ultraderecha y de su estrategia antiglobalista frente a los objetivos del milenio y la agenda 2030.
Por eso, en los últimos días las Naciones Unidas se han sumado a esta llamada al ahorro y la eficiencia energética, así como a la crítica a los enormes beneficios caídos del cielo de las grandes compañías energéticas multinacionales, respaldando el establecimiento de nuevos impuestos, como los aprobados por el gobierno español, para garantizar una respuesta global y solidaria a la escalada inflacionista.
Sin embargo, las medidas de ahorro energético han sido de nuevo rechazadas por la oposición conservadora con la excusa del método, por una supuesta falta de diálogo y por la extralimitación en sus competencias por parte del gobierno de coalición. Un diálogo y una cogobernanza que siempre son mejorables y que tiene por delante un largo camino por recorrer, pero que no son excusa para el rechazo y la exigencia de retirada de las medidas contempladas en el plan, sobre todo cuando no se han hecho propuestas alternativas ni a la carta del ministerio ni en la reunión previa de la conferencia sectorial.
En todo caso, una cuestión de formas que pretende ocultar de nuevo el fondo del asunto: La búsqueda de la polarización política entre la necesidad imperiosa de la sostenibilidad y la respuesta populista del negacionismo climático, de nuevo con el gobierno y la presidenta de la Comunidad de Madrid como líder del nacional populismo.
Antes fue la polarización entre las medidas de salud pública y el rechazo desde el negacionismo sobre la gravedad de la pandemia, y asimismo de la estrategia conjunta de vacunación y de los fondos de recuperación de la Unión Europea. Luego, ante los incendios explosivos como consecuencia de la emergencia climática y ahora ante el plan de ahorro y eficiencia energética, de nuevo con el negacionismo del cambio climático.
El último recurso de la derecha con la ocurrencia de la prolongación de actividad y de la construcción de nuevas centrales nucleares, como medidas de ahorro y eficiencia a corto plazo, rebasa el ridículo.
En definitiva, frente a la imagen de moderación que ha querido pregonar el nuevo PP y sus medios afines a raíz de la llegada del presidente Feijóo, se ha vuelto a poner en claro en este verano que, más que un pulso entre la dirección de Génova frente a los gobiernos de Castilla y León y en particular frente al de Madrid, en definitiva lo que estamos viviendo es al funcionamiento del tándem entre la derecha y la ultraderecha con el nacional populismo como estrategia. Por eso, la moderación, el diálogo y la negociación no están ni se les espera. En resumen, en la época de las catástrofes se acentúa el nihilismo político de las derechas.
Gaspar Llamazares Trigo
Médico de formación, fue Coordinador General de Izquierda Unida hasta 2008, diputado por Asturias y Madrid en las Cortes Generales de 2000 a 2015.