Pedro Sánchez prescinde de Pedro Sánchez
- Escrito por Joaquim Pisa
- Publicado en Opinión

La reorganización de cargos dirigentes del PSOE en los niveles orgánicos y de representación pública que acaba de llevar a cabo Pedro Sánchez, supone el despido político de los últimos fieles que le acompañaron en la aventura de reconquistar la secretaría general del partido, alcanzar La Moncloa y llevar a cabo la imprescindible regeneración de la política española, empezando por el propio Partido Socialista. Con su marcha se extingue cualquier influencia que aún mantuviera el movimiento de las bases del partido, aquella movilización de los afiliados de a pie que le devolvió a Sánchez la secretaría general en las primarias de 2017.
Han ido cayendo José Luis Ábalos, Carmen Calvo, ahora Adriana Lastra; el reducido grupo de cuadros del partido que estuvieron junto a Pedro Sánchez en aquellos días decisivos. Los ha substituido progresivamente por gente que, como en el caso de Antonio Hernando y Óscar López, están tan profesionalizados en la política más desideologizada, que desertaron de su lado en el momento en que le creyeron un perdedor seguro, en las primarias en las que Sánchez se enfrentó a Susana Díaz; otros, como César Luena, Óscar Iglesias, Francina Armengol y Rafael Simancas, se pasaron con armas y bagajes al bando de Patxi López en esas mismas primarias, según informaba El Plural en un artículo el 15 de enero de 2017. Patxi López fue presentado como una tercera vía entre el “radical” Sánchez y el PSOE de los jarrones chinos, los barones, las sultanas y el Ferraz de entonces, agrupados todos tras Susana Díaz.
En realidad, el lanzamiento de Patxi López a la arena de las primarias fue una maniobra desesperada de los más lúcidos entre los que iban a ser los perdedores reales, habida cuenta de la ola imparable que crecía en el interior del partido (y entre los votantes de izquierdas) a favor de Pedro Sánchez. Se pretendía con esa candidatura sobrevenida atraer a votantes de Sánchez de modo que aumentaran las opciones de Susana Díaz, y es obvio que Patxi López se prestó al enjuague. Finalmente, de nada sirvieron esos y otros apaños de similar estilo y nula elegancia política: Pedro Sánchez barrió en las primarias, apoyado por una entusiasmada militancia de base.
Son los hombres y mujeres que representaron de algún modo a esa militancia de base la gente de la que Sánchez ha ido desprendiéndose por el camino, a medida que consolidaba su posición en La Moncloa. En su lugar, ha ido llamando junto a sí a los Pedros que en su día le negaron las veces que hiciera falta, pero que ahora acuden raudos en auxilio de un vencedor tan generoso, que solo les pide que aporten sus presuntas dotes políticas, su experiencia de años, y una fidelidad que obviamente no es ya a un líder ni a un proyecto político, sino a la propia permanencia en el cargo para el que el presidente y secretario general les nombra. Sánchez les ha perdonado a todos, porque les necesita.
Así, Patxi López, entre abrazo y abrazo absolutorio con el presidente, se encargará de liderar el grupo parlamentario en el Congreso y ser su portavoz en la Cámara. Poco importa que López, a quien todo el mundo define como una buena persona, sea considerado en general como un político cuyo tiempo ya pasó a pesar de su relativa juventud: la imagen de la reconciliación vende. Como portavoz del partido, Sánchez ha nombrado a Pilar Alegría, hechura de Javier Lambán y probable sucesora de éste al frente de la Comunidad Autónoma aragonesa, lo que equivale a convertir en rostro y voz del partido ante los medios a quien ha sido, hasta el presente, la mano derecha de su más feroz enemigo en la fronda de barones supervivientes a las primarias que ganó Pedro Sánchez. Aparece, en fin, María Jesús Montero, convertida en vicesecretaria general del partido y futura vicepresidenta del Gobierno; de la parlanchina Montero son famosas sus inacabables y soporíferas ruedas de prensa, en las que la ministra de Hacienda habla por los codos a menudo para no decir nada.
La desilusión pues, va por barrios. El proyecto de regeneración socialista de abajo a arriba, iniciado en 2017, queda al parecer arrumbado de modo definitivo. El síndrome de La Moncloa domina ya a otro de sus inquilinos. Sánchez prescinde de quienes le llevaron hasta allí, para rodearse de un pequeño núcleo de profesionales capaces de servir a quien sea, incluso a un antiguo adversario interno, con tal de mantenerse o meterse, según casos, en el primer círculo de poder.
La sombra de un nuevo felipismo terminal, el desgraciado final de la presidencia de un Felipe González que ya solo escuchaba lo que quería oír, amenaza con convertir de nuevo el partido y el Gobierno en meras correas de trasmisión de un “núcleo duro” unidimensional y sumiso al líder. Sánchez prescinde de Sánchez.
Para esto no se ganaron las primarias de 2017, ciertamente.
Joaquim Pisa
Escritor. Ha publicado varios libros sobre literatura de viajes, investigación en historia local y memoria colectiva contemporánea. Algunos de sus títulos son “Un castillo en la niebla. Tras las huellas del deportado Mariano Carilla Albalá” (sobre la deportación de republicanos españoles a los campos de exterminio nazis), “Las cenizas del sueño eterno. Lanaja, 1936-1948. Guerra, postguerra y represión franquista en el Aragón rural” (sobre la represión franquista), y la novela “El cierzo y las luces” (sobre la Ilustración y el siglo XVIII).
En 2022 ha publicado “Una quimera burguesa. De la nación fabulada al Estado imposible” (una aproximación crítica al independentismo catalán).