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El chantaje marroquí y sus cómplices


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En estos días se han filtrado a los medios de comunicación los informes del Centro Nacional de Inteligencia en relación a la estrategia del reino de Marruecos y sus servicios de inteligencia, al objeto de presionar a España para cambiar su política tradicional con respecto al apoyo al derecho de autodeterminación del pueblo saharaui. Unas informaciones que no han provocado ni un solo comentario por parte del gobierno ni tampoco por parte de la derecha.

En coincidencia con estas informaciones, el juez que lleva la causa de la denuncia del espionaje con el programa Pegasus al presidente y a otros miembros del gobierno español, y después de escuchar a la anterior directora del CNI, ha decidido llamar a declarar como testigo al ministro de la presidencia, así como visitar la sede de la empresa Pegasus en el Estado de Israel. El único comentario ha sido de nuevo él debate sobre las competencias de los ministerios de defensa o de presidencia en la prevención del espionaje a miembros del gobierno, sobre todo en relación al cese de la directora del CNI. Nada se ha dicho sin embargo con respecto a la utilización del programa Pegasus en pleno conflicto con Marruecos.

Por otra parte, el presidente del gobierno ha reiterado en el pleno del Congreso su apuesta unilateral por la autonomía del Sáhara dentro de Marruecos como aportación a la real politik y a la estabilidad en el sur de Europa ante el desafío de la invasión y la guerra en Ucrania, llamando al resto de los partidos a actuar con sentido de Estado.

Un relato de chantaje y complicidades incómodo tanto para el gobierno, y en particular para su presidente, que parece haber cedido ante él, así como para la oposición de derechas que ha sido colaborador necesario sino cómplice en el éxito de su desarrollo.

Todo comenzó con el reconocimiento de la soberanía marroquí por parte de la administración Trump, dentro del acuerdo Abraham, no por casualidad con el correspondiente protagonismo del reconocimiento del Estado de Israel a pesar de la ocupación de Palestina al margen del derecho internacional. Un Estado que además cuenta con el programa Pegasus como instrumento de las relaciones exteriores, del espionaje y de la guerra cibernética.

La excusa inicial del gobierno de Marruecos fue el malestar por no haber sido informado de la entrada para la atención sanitaria al presidente Gali en España, aquejado de la covid19 en situación crítica, utilizada como una oportunidad de oro por el gobierno y la inteligencia de Marruecos.

Lo que no era tan previsible es la coincidencia en la crítica, tanto a la entrada discreta, como a la asistencia sanitaria, además del reino de Marruecos, por parte de las derechas, tan patrióticas ellas.

Una estrategia de la inteligencia marroquí y una oportunidad de desestabilización que las derechas no podían dejar escapar dentro de su estrategia de oposición, mostrando una vez más que tanto el PP como vox solo son partidos constitucionales y de Estado cuando están en el gobierno.

En ese contexto, se produce casualmente la utilización del programa Pegasus para espiar a los ministros y al presidente del gobierno. Una casualidad que no comporta causalidad ni para el gobierno ni para la oposición. De hecho no ha habido ni una investigación interna, salvo los informes del CNI, ni una protesta oficial ni una llamada a consultas al embajador, como sí lo hizo el gobierno de Marruecos.

La respuesta inmediata de Marruecos fue además una avalancha de jóvenes marroquíes sin precedentes en la Ciudad Autónoma de Ceuta, criticada por la derecha como una consecuencia más de la política migratoria del gobierno, cuando era evidente que formaba parte de un chantaje al gobierno y a la Unión Europea, todo ello con la honrosa excepción del presidente de Ceuta.

Más tarde, se vuelve a reiterar la coincidencia de la derecha con el reino de Marruecos en la estrategia judicial y más en concreto las causas contra Gali y contra el gobierno y el ministerio de y la propia ministra de exteriores. Primero resucitando una acusación de torturas en la Audiencia Nacional frente a Gali por una asociación vinculada a Marruecos. Y por otra coincidencia en la querella contra el gobierno y en particular contra el ministerio de exteriores en el juzgado de Zaragoza.

Sin embargo, el cierre de las causas por parte de la Audiencia Nacional y del Tribunal de Zaragoza no ha motivado ningún comentario ni mucho menos la rectificación por parte de la derecha patriótica.

Muy al contrario, en coincidencia con la visita del presidente del gobierno a Marruecos y sin solución de continuidad se ha producido el apoyo de las derechas a la resolución parlamentaria de rechazo del cambio de postura del presidente del gobierno en relación al Sáhara.

Con este nivel de cinismo, no extraña tampoco la banalización por parte de las derechas de la denuncia del gobierno por el espionaje de Pegasus.

Por último, la declaración de lealtad del presidente del PP con Marruecos, es el cierre a una sumisión al chantaje marroquí de los que dicen ser partidos de Estado. Un desastre mucho menos cruento que el de Anual, pero no menos vergonzoso.

Médico de formación, fue Coordinador General de Izquierda Unida hasta 2008, diputado por Asturias y Madrid en las Cortes Generales de 2000 a 2015.