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Daniel Estulín: sabueso con perilla, calva y ojos espantados


  • Escrito por Diego Medrano
  • Publicado en Opinión
(Tiempo de lectura: 3 - 6 minutos)

Nunca antes como ahora encontrar la verdad, seguir su rastro e hincarle el diente, fue una hazaña tan costosa. Daniel Estulín lleva en ello 16 libros uno detrás de otro: La verdadera historia del Club Bilderberg (publicado en 68 países, traducido a 42 idiomas) fue el pistolezo de salida de una carrera imparable) sin dejar de atender la propiamente académica (doctor en Inteligencia Conceptual, asesor internacional) o personal (director de cine). Dos premios embridan el volcán anterior: nominación al Premio Nobel de la Paz (2015) y Premio Nacional de Periodismo (México, 2021). La trastienda de Trump (2017) me mantuvo en vela durante una noche entera: golpe de Estado, guerras de la droga, Soros y Goldman Sachs, CIA contra NSA, fascismo 3.0 y WikiLeaks, etc. Fuera de control (2015) me engolosinó sin pausa certera: el verdadero interés de Estados Unidos y Gran Bretaña por Arabia Saudí, desde los atentados en París de Charlie Hebdo. Estulín es rock, velocidad, rastro sin ruido, mucho dato.

Publica ahora en España un tocho digestivo y sideral: El destino de la humanidad: el nuevo paradigma mundial (Libros Cúpula). Tres son los vértices del triángulo: mundo post pandemia, transformación global del planeta y guerras entre las potencias actuales. Ya nada será lo que fue, ni en términos geopolíticos ni económicos. Las élites mundiales imponen el nuevo orden mundial, el coranovirus acelera las tramas secretas entre bambalinas, todo es Geopolítica y el que no se entera no dormirá para siempre: la guerra entre China y Estados Unidos, los planes del Islam para Rusia, los escenarios confusos para América Latina, etc. La pandemia covid-19 se ha comido, a dos carrillos, la diplomacia. Una guerra sin bombas ni balas, guerra económica y de recursos humanos, entre naciones. La tormenta perfecta: descalabro económico, político y social. Vamos a ello, lectores. Los tiros en Ucrania son casi una pobre anécdota.

Estados Unidos: recesión incontenible desde marzo del 2020 y 18 millones de americanos desempleados eternos. Miseria, enfermedad, drogas, alcohol, suicidio y depresión. En la desaparición de la Unión Soviética –si miramos atrás- murieron 25 millones por las causas mencionadas. Añade Estulín: "El objetivo de los globalistas es obvio: asustar a la población con la pobreza, la conflictividad interna y las rupturas en las cadenas de suministros. Después la solución será la tiranía médica con la introducción de pasaportes de inmunidad, ley marcial, un sistema económico global basado en una sociedad digital sin efectivo con la destrucción de la confidencialidad”. Olé tus bemoles, tus santos timbales en el solo último de trompeta, Dani.

Los nuevos hipsters ya no hablan de “nuevo orden mundial” –tan sobado- sino de “reseteo global” (centralización del poder). Un solo poder –dicho de otro modo- lleva siempre a la resistencia y a la confrontación. El poder se reparte para no saber ya quién maneja el timón. Los arquitectos del “reseteo” solo tienen una misión: evitar la rebelión de la población contra su mando. Parece puro laboratorio: se lleva a la calle un problema, la población reacciona y se le acaba brindando una solución. Dani Estulín sitúa la salida al laberinto: comunidades más independientes, libres de la economía principal, una independencia como descentralización, porque lo contrario es ya esclavitud. Seguimos.

Dispara Estulín: “La élite financiera internacional no podrá hacer mucho si millones de personas al mismo tiempo hacen esfuerzos para, en vez de globalizarse, fortalecerse localmente”. La receta inmediata es todavía más breve: “Si las personas no dependen del sistema, no pueden ser controladas por él”. Vale.

Agárrese al asiento, pida palomitas, el escenario es el siguiente: la gran crisis vendrá cuando el Capitalismo estalle, y su entierro se lleve por delante a toda la civilización posneolítica. La humanidad disminuirá su número (entre quinientos y mil millones de personas) y el trance será reducir todo a un mínimo de pérdidas, como mucho a medio siglo o un máximo de dos. La fuerza que romperá el cesto viene de una Violencia que es ya el sistema financiero: drogas, mercados, bitcoins. Los mercados matan con impunidad sin tener en cuenta la ley y, según el autor, la fuerza bruta rara vez muestra su rostro. Así Occidente es una red de sistemas financieros, legales y políticos para hacer el trabajo sucio: “El control comienza con el hardware, no con el software. Hemos vivido un mundo donde la gente piensa que el poder proviene del software. Creemos que el control reside en los ordenadores. Pero no. El control se basa en la capacidad de matar y regular nuestro mundo físico con la fuerza bruta”.

Añade un ejemplo: “La moneda de reserva global es fiscalizada por las personas que dominan los flujos físicos de información y comercio analógico, no digital. Controlan los cielos y los cables en el fondo del océano. Controlan los satélites y los drones que vuelan sobre ellos. Controlan los medios para producir la fuerza física necesaria para proteger y mantener estos activos firmes. Este control les da la posibilidad de aplicar sanciones financieras a los países que dependen del acceso a esos flujos comerciales”. La fuerza física –del mercado, del dinero, de la élite- no es nada para una mente libre. Puro y duro Humanismo.

El mejor canto de Estulin es el del conocimiento: “El sistema de control más efectivo y económico es el mental. Si tú eres capaz de pensar de manera independiente, puedes navegar caminos sinuosos. Si no controlas tu propia mente, si crees todo lo que te cuentan, retozas en plena desventaja y trabajas para el Estado profundo”. Mentes fuertes, sí, en mitad de redes sociales y donde los adolescentes digitales no son capaces ya de la mínima concentración para una lectura literaria, seria, duradera. Bonita paradoja. La economía toma las decisiones; la geografía mueve la baraja sobre el tapete. El sueño del progreso aquí está: guerras, hambrunas, sequías, enfermedad, agitación social, agotamiento de los recursos naturales. La tecnología es fuerza, la fuerza permite la dominación, y ésta prepara el camino para el abuso.

“Europa sobrevivirá y llegará un nuevo banco Bizancio en el que Viena desempeñará el papel de la antigua Constantinopla. Se quitarán del plato con el cuchillo a las periferias liberales, y Europa será reconstruida alrededor de un nuevo centro, donde principios conservadores de izquierdas serán más importantes que los de derechas”, concluye Estulín. Se atreve hasta con una quiniela geopolítica, sí: Grupo 1 (austríacos, húngaros, serbios, croatas, alemanes del Este, checos, eslovenos, bávaros, norditalianos de Lombardía, y los polacos como contranúcleo, antagonista perpetuo, lo que hoy es Gran Bretaña dentro de la Unión). Grupo 2 (Escandinavia, Holanda y otras tierras marítimas construirán la Nueva Liga Hanseática). Grupo 3 (el resto de países serán entidades periféricas, territorios de nadie, donde los bárbaros se definirán por quienes estuvieron allí con anterioridad, una suerte de Roma aniquilada, de Italia despoblada, donde el estatus imperial es Constantinopla). Latinoamérica: cuando el mundo explote por hambruna generalizada (2050, la demanda alimentaria subirá del 20 al 70 por ciento) solo ella será la reserva agrícola planetaria. En fin, oiga, leer a Estulín es mucho mejor que te echen las cartas.