China: ¿qué efectos podemos esperar de la nueva política de tres hijos?
- Escrito por Isabelle Attané
- Publicado en Global
A pesar del espectacular desarrollo económico de los últimos 30 años, la República Popular China tiene importantes lagunas que cubrir antes de poder contarse entre los países más avanzados del mundo. En 2020, seguía ocupando el puesto 79 del mundo en cuanto a PIB per cápita y el 85 en cuanto al Índice de Desarrollo Humano.
Mientras su economía muestra signos de ralentización, China también se enfrenta a retos demográficos propios de los países más desarrollados.
Una tasa de fecundidad muy baja, que cayó por debajo del nivel de reemplazo generacional en la primera mitad de la década de 1990, y que se reducirá a 1,3 hijos por mujer en 2020.
La reducción prevista de 70 millones de la población en edad de trabajar (20-64 años) entre 2020 y 2035. Se prevé que la proporción de trabajadores en la población total disminuya del 65% al 57%.
El rápido envejecimiento demográfico, con un porcentaje de personas de 65 años o más que probablemente pase del 12% al 21% en 15 años.
La "política de los tres hijos", anunciada en mayo de 2021 tras la publicación de los resultados preliminares del séptimo censo nacional de población (2020), pretende mitigar estas tendencias. ¿En qué consiste exactamente? ¿Qué resultados se pueden esperar?
Fomentar los nacimientos
El objetivo del gobierno chino es lograr un "desarrollo demográfico equilibrado a largo plazo" para garantizar un "desarrollo económico sostenible".
La segunda modificación de la Ley de Población y Planificación de la Natalidad de 2002, aprobada en agosto de 2021, prevé diversas medidas para eliminar los obstáculos al aumento de la fecundidad que se pusieron de manifiesto tras el fracaso de la "política de los dos hijos" puesta en marcha en 2015.
En 2020, China registró solo 12 millones de nacimientos, casi 3 millones menos que en 2019 (14,7 millones), y la cifra más baja desde 1960 -cuando tenía la mitad de la población actual-.
El objetivo principal de estas medidas, similares a las aplicadas en varios países europeos, es aliviar las limitaciones económicas y materiales asociadas a la llegada de un hijo a la pareja, favoreciendo al mismo tiempo la conciliación de la vida familiar y profesional de las mujeres. Sin embargo, la enmienda de 2021 sólo establece principios generales, ya que la aplicación de estas nuevas medidas se deja, como en el caso de las anteriores, a la discreción de los gobiernos provinciales.
La primera modificación de la ley en 2015 eliminó tres grandes obstáculos para la reactivación de la fecundidad: el límite de un hijo (o dos o incluso tres en algunos casos), el incentivo para retrasar el matrimonio y la maternidad, y la obligación de utilizar métodos anticonceptivos para las parejas en edad fértil.
Esta referencia no me parece relevante porque este anuncio de 2013 no es posterior a la modificación de 2015
La enmienda de 2021 supone un cambio radical de enfoque al sentar las bases de una política favorable al nacimiento. Introduce dos cambios importantes: por un lado, se ofrece la posibilidad de tener un tercer hijo a todas las parejas, independientemente de su lugar de residencia (urbano o rural) o de su etnia. En segundo lugar, hay un cambio en el lenguaje relativo a la edad de matrimonio y nacimiento de los hijos, que ahora debe ser "apropiada".
Aunque en esta fase no se preconiza ninguna edad límite, el objetivo sería contrarrestar el rápido aumento de la edad media de las mujeres en el primer matrimonio y, por tanto, en el nacimiento de su primer hijo (cuadro), para, según se entiende, maximizar el número de las que están realmente unidas en las edades más fértiles.
También se reiteró la no obligatoriedad de la práctica anticonceptiva y la libre elección del método utilizado, introducidas por la enmienda de 2015. La planificación familiar "conforme a la ley" sigue siendo una obligación legal y se prevén recompensas -cuya naturaleza no se especifica- para las parejas que se adhieran a las nuevas disposiciones.
Por último, se mantiene la prohibición de realizar ecografías y abortos para seleccionar el sexo del feto. El objetivo, tal y como se recoge en la decisión del Comité Central del Partido Comunista Chino y del Consejo de Estado cuando se aprobó la "política de los tres hijos", es tratar de devolver la proporción de sexos al nacer a un nivel normal deteniendo la eliminación de fetos femeninos. Esta proporción, aunque ha disminuido desde finales de la década de 2000, sigue estando muy desequilibrada: 111,3 hombres por cada 100 mujeres al nacer en 2020 (tabla), frente a los 105 que se esperan en circunstancias normales.
Otra novedad introducida por la enmienda de 2021 pretende mejorar la gestión de la infertilidad. La aceleración de este fenómeno, que afecta actualmente a entre el 15% y el 20% de las mujeres y entre el 10% y el 12% de los hombres en edad fértil (es decir, casi cien millones de personas) y que se presenta regularmente como una de las causas de la baja fecundidad, se ha convertido en una de las principales preocupaciones del gobierno. La Decisión de 26 de junio de 2021 prevé la supervisión y el desarrollo de tratamientos de infertilidad y procreación médicamente asistida.
Facilitar la articulación entre la vida familiar y profesional
La desigual división del trabajo entre hombres y mujeres dentro de la familia y la discriminación de la mujer en el trabajo son algunas de las causas de la baja fertilidad en China. Por ello, la igualdad de género, la conciliación de la vida familiar y laboral y la protección de las mujeres en el mercado de trabajo se han situado en el centro de la enmienda de 2021.
El artículo 25, que en 2002 establecía que "las ciudadanas que retrasen su matrimonio y el nacimiento de su/s hijo/s podrán beneficiarse de una prórroga del permiso por matrimonio y maternidad", establece desde 2015 que esta prórroga podrá concederse a todas las mujeres que cumplan con las nuevas disposiciones. La enmienda de 2021 reitera la posibilidad de ampliar el permiso de maternidad -pero no pide una duración superior a los 128 días reglamentarios- y prevé la introducción de un permiso parental para fomentar la inversión de los padres en el cuidado de sus hijos pequeños.
Limitar el impacto de los partos en las oportunidades de empleo, los salarios y las carreras de las mujeres es otra de las preocupaciones del gobierno chino. En concreto, se trata de luchar contra la discriminación de las mujeres en la contratación, la desigualdad salarial por igual trabajo y el despido improcedente tras el permiso de maternidad, para no perjudicar a las mujeres que son madres. En este sentido, se han reforzado dos aspectos de la ley.
- En primer lugar, la protección efectiva de las mujeres embarazadas y las madres en el mercado laboral. El artículo 26, revisado en 2015, estipula desde 2021 que "el Estado garantiza los derechos e intereses de las mujeres en el empleo y apoya a aquellas cuya carrera se ve afectada por el nacimiento de un hijo".
- Por otro lado, el desarrollo de servicios de atención a los niños pequeños tanto en las administraciones locales como en las empresas.
La Decisión del 26 de junio también estipula que las empresas deberán adaptar las condiciones de trabajo de sus empleados para que puedan mantener el equilibrio entre la vida familiar y profesional.
Reducir la carga financiera de las familias
Otro cambio importante pretende reducir la carga financiera que supone tener un hijo para las familias chinas, que suele ser prohibitiva.
Esto se hará, por un lado, aumentando sus ingresos mediante el pago de prestaciones sociales a las familias que tengan hijos "de acuerdo con la ley" y la introducción de beneficios fiscales. Por otro lado, se hará reduciendo los gastos para el cuidado de sus dependientes (niños y ancianos).
Por último, también se prevén medidas preferentes en cuanto a la asignación de viviendas, el acceso al empleo de los padres y la educación de los hijos. Sin embargo, estos principios generales se verán respaldados por una reformulación de las políticas sociales y fiscales, destinadas a favorecer a las familias con hijos menores (especialmente los menores de tres años).
Otro objetivo es reducir los costes que los padres tienen que pagar por la educación de sus hijos. Esto incluye normalizar el acceso a los recursos educativos haciéndolo menos dependiente de las capacidades financieras de las familias. Esto incluye la regulación de la educación extraescolar, una fuente de gasto importante para los padres que buscan mejorar las habilidades de sus hijos en un sistema educativo que se ha vuelto muy elitista.
La Decisión de 26 de junio de 2021 también especifica que, para reducir la carga financiera de las familias y permitirles así centrar más sus gastos en sus hijos, será necesario limitar su participación financiera y material en el cuidado de sus padres mayores. Estas medidas deberían incluir el acceso prioritario a las residencias de ancianos para los padres de las parejas que se adhieran a las nuevas disposiciones legales, así como la reducción de los costes médicos y de los servicios personales.
¿Qué efectos cabe esperar?
Sin embargo, esta nueva política, cuyas modalidades de aplicación a nivel local están aún por definir, no podrá necesariamente eliminar todos los obstáculos al aumento de la fecundidad, lo que revela los límites del intervencionismo político del gobierno chino en materia demográfica.
Si las medidas adoptadas a nivel local resultan suficientemente incentivadoras, podrían resultar ciertamente eficaces en lo que respecta a las contrapartidas económicas y familiares (coste elevado de la educación, escasa protección de las mujeres en el mercado de trabajo, instalaciones poco desarrolladas para el cuidado de los niños pequeños, perspectiva de tener que cuidar a los padres mayores). Más que la propia política de control de la natalidad, son estas compensaciones las que han hecho descender la tasa de fertilidad de China desde la década de 1990.
Por otro lado, la nueva política tendrá poco efecto sobre las aspiraciones individuales de los jóvenes adultos, que determinan en gran medida su comportamiento reproductivo. La prolongación de los estudios, sobre todo en el caso de las mujeres, la búsqueda de la realización personal -que ahora prima sobre el deseo de fundar una familia- o la autonomía frente a los padres en cuanto a las decisiones matrimoniales y familiares, son factores que explican que los jóvenes se casen y tengan hijos cada vez más tarde. De hecho, aunque sigue siendo baja en comparación con otros países de la región, la proporción de personas solteras a los 30 años se quintuplicó en el caso de las mujeres entre 2000 y 2015 (del 2% al 10%) y se duplicó en el caso de los hombres (del 10% al 20%).
Permitir un tercer hijo tampoco aumentará significativamente la fertilidad a corto plazo, entre otras cosas porque para tener un tercer hijo es necesario haber tenido un primer y un segundo hijo. En 2015, solo una de cada cuatro mujeres en edad fértil tenía dos hijos (gráficos 2 y 3). Si se aplica este porcentaje al número de mujeres en 2020, significa que menos de 85 millones de mujeres se verían afectadas por esta nueva posibilidad.
Aunque la enmienda de 2021 no dice nada al respecto, es probable que los incentivos deban ampliarse a todos los nacimientos, independientemente del rango, para dirigirse en particular a las familias monoparentales y a las parejas sin hijos.
Además, existe la preocupación de que el gobierno chino siga utilizando la coacción para alcanzar sus objetivos demográficos, como ha hecho desde la década de 1970. Esta enmienda no muestra ningún signo de relajación del control que puede ejercerse sobre las parejas.
Por último, las ventajas que se conceden a quienes cumplen las nuevas disposiciones sugieren que podría continuar la estigmatización social de los demás, así como las sanciones a las que podrían ser sometidos de la misma manera que las aplicadas bajo la política del hijo único (multas, sanciones profesionales o administrativas, etc.).
Traducción del artículo original publicado por Isabelle Attané.
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