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Las elecciones y la educación en la Unión Europea


(Tiempo de lectura: 2 - 4 minutos)

En los últimos tiempos hemos contemplado el ascenso de la ultraderecha en prácticamente todos los países de la Unión Europea (UE). Este ascenso ha conducido a gobernar en países con tradición democrática desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, como en Italia, o lo han hecho en coalición, o bien se apoya desde el Parlamento a gobiernos conservadores. Su influencia en las decisiones políticas se hace cada vez mayor. Se está ante un gran retroceso en el que los valores democráticos y determinados derechos fundamentales están en peligro. Un crecimiento originado en un malestar cuyas raíces son varias, pero que esencialmente se encuentran vinculadas a las tendencias seguidas por el capitalismo global alimentado por las políticas neoliberales.

El problema principal, que nos debemos plantear, es por qué tiene lugar una disociación entre lo que se enseña y lo que se vota. ¿No será que a pesar de todo se está formando a personas acríticas y sin capacidad de pensar por sí mismas?

La creciente desigualdad, el estancamiento de los ingresos de las clases medias y la precarización del trabajo está generando una gran inseguridad. Si a esto se añade las tres graves crisis sufridas en el siglo actual, y que supone desde la guerra de Ucrania una elevada inflación con pérdida de poder adquisitivo para las clases de renta media y baja, se tiene el caldo de cultivo para la demagogia propia de los partidos de la ultraderecha. Todo ello fomentado por medios de comunicación poderosos que invaden la información con noticias falsas. Se asiste a una gran manipulación ante la que cabe preguntarse cuál es el papel del sistema educativo.

Me centraré en el caso de Finlandia por ser el primer país europeo en el informe Pisa, y por haber obtenido en las últimas elecciones la ultraderecha un 20,1% de votos, habiendo sido el segundo partido más votado por delante de la socialdemocracia 19,9% y con escasa diferencia del primero Coalición Nacional con un 20,8%. ¿Cómo es posible que en un país con un buen sistema educativo un alto porcentaje de la población se deje embaucar por la demagogia y las noticias falsas? La educación debe ser un buen antídoto contra todo ello, pero ya vemos que no es así. Resulta evidente que lo que hay que analizar es el tipo de educación que se imparte, y no solamente el nivel de conocimientos adquiridos.

El interés que me provocó el caso finlandés me llevó a adquirir el libro Aprender de Finlandia (Ministerio de Educación y Editorial Kaleida, 2008), en el que varios profesores de este país explican las razones del éxito. El buen hacer de Finlandia en la educación deber ser un ejemplo a tener en cuenta, aunque conviene matizar, como muy bien dice Marchesi en la introducción: “No es conveniente considerar a las alternativas de un sistema educativo como las únicas posibles. La razón es bien sencilla: cada país tiene su historia, su cultura, sus tradiciones, su estructura social, sus valores”. En todo caso, el sistema finlandés resulta muy atractivo, como se puede apreciar a lo largo de la lectura de los diferentes artículos.

En la introducción, los editores señalan como un país de un poco más de 5 millones de habitantes ha construido un sistema educativo público totalmente gratuito. La sociedad finlandesa, en general, tiene una actitud hacia la educación muy positiva. Pero un hecho muy importante, que se pone de manifiesto en uno de los artículos, es que, ”además de guiarse por objetivos centrados en la comunidad nacional y local, el trabajo de los profesores también responde a objetivos más generales. Los profesores abren puertas y ventanas al enriquecimiento cultural y ayudan a las personas a comprender a otros seres humanos y sus contextos culturales. Los profesores son actores clave en la promoción de los derechos humanos, de la justicia y de la democracia en un mundo globalizado”. No obstante, el problema principal, que nos debemos plantear, es por qué tiene lugar una disociación entre lo que se enseña y lo que se vota. ¿No será que a pesar de todo se está formando a personas acríticas y sin capacidad de pensar por sí mismas?

 

Catedrático emérito Universidad Complutense.