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Europa: sin grave contagio financiero


  • Escrito por Carles Manera
  • Publicado en Opinión
(Tiempo de lectura: 3 - 5 minutos)

La sombra de 2008 es alargada. Entonces, la crisis financiera se desató con fuerza y enterró un crecimiento que parecía exponencial. En Estados Unidos, la caída de Bearn Stearns abrió la espita del imponente contagio bancario, con intervenciones expeditivas de la Reserva Federal e, incluso, de parte de la banca privada, como JP Morgan. La quiebra de Lehman Brothers supuso ya el desagüe financiero. De ahí, a la revelación de las hipotecas subprime, incobrables, adobadas con ingeniería financiera de alta sofisticación matemática, con resultados letales. Todo esto lo ha explicado, entre otros economistas, el propio Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal en el epicentro de la Gran Recesión, en sus memorias de esa crisis. El propio Bernanke reconoció que sus conocimientos de historia económica –realizó su tesis doctoral sobre el crack de 1929– fueron decisivos para no incurrir en los errores que se habían adoptado al caer Wall Street, en octubre de 1929.

Sin embargo, ahora esa sombra a la que aludíamos es alargada, ha reaparecido. La caída del banco SVB, en California, está motivando un cuerpo de comentarios de alto voltaje. Los apocalípticos tienen un nuevo jinete con el que cabalgar, a su lado, casi con frenesí. Pero la situación no es la misma que en 2008, y deberían estirar las bridas. El contagio financiero generalizado en Europa no parece plausible, a pesar de los graves problemas del Crédit Lyonnais. Veamos, a nuestro entender, algunos elementos explicativos, de contraste.

En primer lugar, el modelo de negocio de los bancos europeos es distinto al de los americanos, esencialmente los medianos, que son los que manifiestan problemas. El SVB, por ejemplo, es una entidad que ha concentrado tanto su activo como su pasivo, mientras que la banca europea ha diversificado su cartera de negocio.

En segundo término, existen marcos regulatorios diferentes, que facilitan que los bancos europeos tengan requerimientos de capital y de liquidez muy superiores en comparación a los bancos medianos norteamericanos. Por tanto, disfrutan los europeos de una posición de liquidez y de capital más solvente, más sólida, para afrontar una turbulencia.

En tercer lugar, el SVB estaba posicionado negativamente ante subidas de tipos de interés, es decir: cuando éstos suben, se tienen menos beneficios. Por su parte, los bancos europeos tienen posiciones positivas a las subidas de tipos: ganan si éstos crecen.

Un cuarto aspecto es que las medidas supervisoras son menos estrictas en las finanzas norteamericanas. A los bancos medianos se les aplican stress tests no demasiado exigentes, cada dos años. Los bancos europeos tienen stress tests prácticamente cada año, auspiciados por el Mecanismo Único de Supervisión del Banco Central Europeo (SSM, por la sigla en inglés) con auditorías de liquidez, así como análisis sobre el riesgo actual o futuro para el capital y las ganancias del banco (IRRBB, sigla en inglés).

El problema se ha agudizado con la subida de tipos de interés. Su impacto depende entonces de la estructura del balance y de la duración de los activos y pasivos. El SVB tenía activos a largo plazo, a tipo fijo, y un pasivo a corto plazo y de gran volatilidad. Al subir los tipos de interés, el coste del pasivo subió de forma muy rápida, y los ingresos del activo permanecieron bajos. Resultado: cuenta negativa, e inviabilidad del banco. En los bancos españoles y en la mayoría de los europeos la situación es la opuesta: una estructura mucho más estable, ya que los activos mejoran más rápidamente que los pasivos. Es decir, cuando suben los tipos, crecen los ingresos de los activos, más que los costes de los pasivos. Consecuencia: incremento de beneficios.

Los problemas estructurales son la base de esta tormenta financiera: la falta de regulación bancaria en Estados Unidos, con la derogación de leyes importantes (la supresión de normativas de control durante la presidencia de Trump fue el último episodio). El control bancario en Europa es más sólido que en Estados Unidos, y más apuntalado a raíz de la Gran Recesión.

Ahora bien, otro elemento debe añadirse: los animals spirits, es decir, siguiendo la tesis keynesiana, la actitud, la visión, el digamos que “alma” de los agentes económicos. Éstos se contagian del pánico de manera bastante automática, a tenor de las noticias que se van divulgando: de ahí, por ejemplo, el vaivén bursátil. En tal sentido, pensemos en otro vector crucial: el capital siempre ha sido y es timorato. Contrariamente a las tesis más admirativas hacia el capitalismo y sus hacedores, el capital no quiere ruidos y no se arriesga en exceso si no tiene redes pertinentes.

En definitiva, no parece que lo que estamos viviendo sea una reedición de 2008. Pero no hay duda de que el sistema financiero de Estados Unidos –y el más opaco de China, con mucha “banca en la sombra”– constituyen factores de preocupación mientras las pasadas crisis financieras no nos enseñen una lección básica: urge regularizar más la esfera financiera de la economía. Los mecanismos de supervisión macro-prudencial deben intervenir con regularidad, de forma rutinaria, en los procesos de auditorías y de revisiones del estado de los bancos, sean del tamaño que sean. En tal sentido, Olivier Blanchard ha declarado que el SVB era “demasiado pequeño” para recibir excesivos controles. Pues esa dejación es la que ha propiciado el desaguisado, y el temor actual de la Reserva Federal en su política de tipos de interés. La subida de 0,25, reciente, es síntoma inequívoco de esto. Pequeños, medianos, o grandes, las herramientas regulatorias deben funcionar, para evitar, precisamente, que su ausencia conduzca a pésimas gestiones de algunos bancos y el traslado de esos despropósitos al conjunto de la economía productiva.