De docta ignorantia
- Escrito por Antonio F. Alaminos
- Publicado en Opinión
Nicolás de Cusa es quizás la mejor referencia sobre la “ignorancia aprendida”. Terminó de escribir De docta ignorantia en febrero de 1440 y casi seis siglos más tarde, también un mes de febrero, leyendo la prensa y sus estimaciones electorales, lo recordé. Las prácticas aprendidas, aceptadas sin reflexión ni revisión, conducen a una ignorancia “docta”. Un confort intelectual autosuficiente que conduce a predecir goleadas, que si doctores tiene la iglesia, no menos tiene la prensa radiada o no. Lo que ahora va a leer pertenece al libro “Teorías, métodos y modelos de estimación electoral”, ya en cuentas para ver la luz. Libro que por cierto contiene el modelo bifactorial “Alaminos-Tezanos” como ejemplo de aplicación del método de escenarios usado por el Centro de Investigaciones Sociológicas.
Para ser breves, importa advertir que existen variables que son polisémicas. Sin necesidad de Popper, el cuestionario es un ejercicio esencialmente lingüístico y allí donde hay palabras siempre aparece la confusión. Sucede incluso para variables consideradas estructurales y objetivas como es la edad de las personas entrevistadas. La edad es una variable que registra una cifra-significante para cada persona entrevistada, pero sin embargo sus significados analíticos son múltiples. Puede referir a maduración psicológica del individuo (por ejemplo, rasgos de personalidad), envejecimiento (enfermedades y patologías), al ciclo vital (fases relacionadas con el estatus, el estado civil, etc.), cohorte y generación (experiencias vitales comunes de socialización), impactos de crisis colectivas (pandemias, crisis económicas, guerras). Por lo general, los investigadores “tiran millas” de entimemas y dan por sentado que la variable edad explica, pero no se molestan en explicar qué significa la edad en cada caso particular. Estando así el patio en lo académico, para qué hablar de algunas empresas demoscópicas independientes de la ciencia y sus procedimientos, que no del dinero y el poder.
Las variables de opinión “recuerdo de voto” e “intención de voto” entran en la categoría polisémica, con el agravante de preguntar la última por situaciones hipotéticas y obligar a ejercitar la memoria la primera. En cualquier manual sobre el método de encuesta que consulte, leerá las dificultades especiales que plantean las preguntas sobre situaciones condicionales e hipotéticas, y sobre todo, el recurso a la memoria siempre traviesa en los
recuerdos y frecuentemente atravesada a la verdadera biografía por efectos “telescópicos” (tomar lo más pasado como muy presente) o reconstrucción de la autoimagen.
De las dos mencionadas, la opinión más polisémica es sin lugar a duda el “recuerdo de voto”. Es una variable cuyas categorías ofrecen pautas diferenciadas para cada partido político según el estado en que se encuentre su apoyo electoral. Así, tanto la infraestimación del “recuerdo de voto a un partido” (es decir que se mida un porcentaje inferior al obtenido en las últimas elecciones), como la sobreestimación al observarse un porcentaje de recuerdo superior, tiene una teoría detrás. Noelle Neumann propone la espiral del silencio, por la que los partidos que experimentan una sanción social generan una ocultación del voto. En este caso, los futuros electores se ocultan no apareciendo en los porcentajes de recuerdo.
Propone Neumann para dicho caso de ocultación (se detecta por la presencia de un patrón de infraestimación, es decir, no es aleatorio sino estructural y reiterado en sucesivas encuestas) ponderar el recuerdo de dichos partidos para ajustarlos a los resultados reales de las elecciones pasadas. Se sobreentiende que el diferencial es resultado de la ocultación, porque también puede ser (de ahí la polisemia) que el apoyo electoral se encuentre en declive y lo que se aprecie es un “borrado de memoria” en la persona entrevistada. En dichos casos, ponderar la opinión del recuerdo de voto es un error, dado que no es un voto oculto y sí que la memoria es la primera en abandonar el barco. Tratar todas las infraestimaciones del mismo modo es “naive”. Por ejemplo, en la opinión sobre el recuerdo de voto a Ciudadanos el diferencial respecto a sus resultados efectivos habla más del abandono de un partido en fase de hundimiento que de un voto ocultado.
Un caso diferente es la sobreestimación del recuerdo de voto a un partido. En la lógica de la espiral del silencio, correspondería con un partido cuya aceptación social es tan elevada que se produce un efecto “bandwagon” sobre el recuerdo de voto. En definitiva, la sobreestimación expresaría un proceso inverso al de infraestimación, mostrando un partido en crecimiento. Y aquí llega el último ejemplo de la “docta ignorancia”: los análisis erróneos de la matriz de transferencia de voto. Para leer la matriz es preciso tener en cuenta el estado de opinión expresado en el recuerdo de voto. Así, cuando un partido tiene un exceso sistemático de su recuerdo, el porcentaje de su fidelidad se debe referenciar al porcentaje del recuerdo y no a los resultados reales.
Veamos un ejemplo breve para PSOE y PP con los datos del barómetro de noviembre de 2022 (por referenciar las últimas elecciones de noviembre de 2019). El PSOE obtuvo en las elecciones generales de noviembre de 2019 un 19,37% de voto sobre censo CER. Su recuerdo de voto sobre censo en el barómetro fue de 25,7%.
Seguidamente se muestra un fragmento de la tabla de transferencia entre la opinión del recuerdo de voto y la intención de voto con imputación de simpatía. La fidelidad no se mide sobre la intención directa, sino sobre el conjunto de personas entrevistadas con disposición de voto al partido. Recordemos que la intención es una pregunta condicional que opera sobre situaciones hipotéticas.
Fragmento de la tabla de transferencia
Fuente: barómetro de noviembre. Centro de Investigaciones Sociológicas.
Ahora, si calculamos cuanto es el 75,7% del porcentaje que afirma un recuerdo de voto al PSOE (un 25,5%) el resultado es: 19,4. Vaya que cosas. Exactamente el resultado de noviembre de 2019. Ergo, doctos colegas, la fidelidad se estima comparando el recuerdo con el porcentaje diagonal, y no de forma independiente. Es más, tómense la molestia, se observa una asociación entre la variabilidad en los porcentajes de “fidelidad” de la tabla de transferencia y la magnitud del recuerdo de voto. ¿La interpretación? El PSOE mantiene neto el suelo electoral de noviembre de 2019 y de ahí para arriba.
¿Y el PP? Pues exactamente igual desde la desaparición de Casado. El recuerdo de voto al PP en noviembre de 2022 era de un 16,8%, y ya superaba sus resultados efectivos de 2019 (14,4%). Su “fidelidad” en la matiz de transferencia era de 83,5%. Hacemos lo mismo, ¿Cuánto es el 83,5% de 16,8%? El resultado es: 14,03%. Vaya que cosas. El PP también tiene consolidados su resultados de noviembre de 2019. En ese barómetro, casi hasta el decimal. Lo habitual es una oscilación entre +/- 1%.
¿Y la transferencia del 5,4% del PSOE al PP? Aquí toca eso de cómprese el libro, oiga.
Aún veo a Bendodo ante un público muy atento con la proyección de las transferencias del PSOE y recuerdo a un responsable de casa demoscópica afirmando que el estándar es utilizar la matriz de trasferencia ponderada por la variable de recuerdo. Por favor, la ponderación por recuerdo se desactiva en las matrices de transferencia. No es opcional, es matemáticas. Puede pensarlo o hacerlo. Comprobara que la matriz ponderada o sin ponderar es idéntica. En fin.
Antonio F. Alaminos
Catedrático de Sociología Matemática.