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Concepción Arenal y las mentiras del pobre


  • Escrito por Concepción Arenal
  • Publicado en La Zurda
(Tiempo de lectura: 1 - 2 minutos)

“Un niño tiene hambre; tiene frío; sus padres no pueden darle lumbre ni pan; sale á la calle, alarga la mano, nadie repara en él. Dice que no tiene que comer; todos pueden notar que está helado, pero todos pasan sin notarlo.

Entonces exagera la verdad como se esfuerza la voz para hacerse oir en medio del tumulto; dice que son seis hermanos, que sus padres están en el Hospital, que no tiene padre ni madre. Pasa uno, no le cree; pasa otro, le da crédito, se mueve á compasión y le socorre. Aprende prácticamente que con la mentira alcanza lo que con la verdad no consiguió.

La mentira, pues, es un excelente medio que adoptará sin escrúpulos; sus padres no se lo reprueban, á nadie hace daño con ella. . miente un día, dos, un año... mentirá toda su vida.

La mentira del pobre es una consecuencia de la dureza del rico y de su abandono. Si la desgracia, tal como es sobrado triste en verdad, nos moviera á compasión, no habría objeto en exagerarla; y si fuéramos á verla por nosotros mismos, quitaríamos al infeliz la idea del engaño.

Como está seguro que la mentira es lucrativa y que no se averigua la verdad, el pobre miente.

En su lugar, ¿no mentiríamos nosotros?

Hipócrita ó ciego, el que no lo sostenga.

La mentira y el engaño en el pobre son la transformación de nuestra dureza; allí podemos estudiarle, está de relieve, deja ver toda su repugnante desnudez.

Aceptamos la responsabilidad de las faltas que incitamos á cometer, y en vez de exclamar con altanería; ¡El pobre miente!, digamos con amargura: ¡Le hemos obligado á mentir!”

(Vida Socialista, nº 133. 1912)