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La palabra, lenguaje e integración: El milagro de Anna Sullivan


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Hoy quisiera recordar una película, importante y simbólica sobre las consecuencias en la mujer de las discapacidades a lo largo del tiempo. Se ha elegido para este tema el comentario sobre una película basada en la historia real de Helen Keller y su maestra Anna Sullivan, en la dura y apasionante aventura de transformar a una niña ciega y sordomuda en una persona enamorada del conocimiento. Historia de superación y de constancia en la labor de acogimiento e integración de la diversidad. Ganadora de dos Oscars en 1962, fue dirigida por Arthur Penn, quien filma en blanco y negro esta conmovedora historia imprescindible para la reflexión sobre el trabajo docente que siempre habrá de asumir la diversidad en el aula. Las interpretaciones son magníficas.

Sin duda, el tema fundamental del filme es la necesidad de la comunicación, y el aislamiento expresivo que provoca la falta de adquisición del lenguaje como elemento de relación que acoge e integra. Helen vive en la cárcel de su propia carencia: sordomuda y ciega por una enfermedad infantil, permanece en un mundo cerrado, donde los gestos que expresan emociones son también una proyección de su malestar y de no haber sido conducida a través de la educación comunicativa.

Las palabras son fórmulas que dan sentido a nuestras necesidades y emociones. Vías de aprendizaje. Helen no ha sido educada en ellas. Se la ha dejado a su arbitrio y muestra sus sentimientos de manera violenta y caprichosa. La familia se plantea internarla en una institución, porque parece un caso perdido. La última apuesta, en la que prácticamente ningún miembro de la familia cree, especialmente el padre y el hermano, es la presencia de una profesora, Anna Sullivan. Tiene dificultades con la vista, y ha pasado su infancia en un hospicio. Se trata de una mujer decidida, con una gran pasión pedagógica, inmune al desaliento a pesar de la tarea que tiene que llevar a cabo en un proceso experimental de alto voltaje emocional.

La adquisición del lenguaje no es la emisión de sonidos: consiste en adquisición comunicativa de la significación. De un universo de signos significantes. El camino del lenguaje es el del acceso a la cultura, con todas sus posibilidades de entrada a universos de aprendizaje. Por ello el momento más emocionante de la película, el climax en el que se produce ese milagro de la significatividad, es cuando, por fin, Helen, que ha aprendido el lenguaje de signos sin que ello le sirva para comunicarse, asocia la palabra agua al agua que toca. Se abre la puerta a un mundo que es el de la comunicación humana: puede ver y oír a través de esa significatividad que nombra. Invita a una reflexión profunda el hecho de que Helen aprendiera, el día que descubrió la capacidad de nombrar, más de treinta palabras, y que en pocos días enlazara oraciones.

La figura de Anna Sullivan, además de un ser real, representa la esperanza en su testimonio: la que debe prevalecer en la condición de quien educa. Su milagro es el de una constancia ajena a la desmoralización. El mensaje que nos traslada la película es que las discapacidades no impiden alcanzar metas y que la educación integradora y la comunicación, constructivista y significativa es el medio de alcanzar una plenitud vital en la adquisición de conocimientos. La inclusión es, pues, posible. Pero siempre contemplada desde estrategias y procesos educativos en los que se requiere no solo compasión sino energía para afrontar una responsabilidad difícil. En este caso la familia obstaculiza la educación porque no cree que la niña pueda rehabilitarse ni aprender. Estas barreras también impiden avanzar a la educadora con la necesaria disciplina y las normas que predisponen al aprendizaje.

Finalmente, comprendemos que la capacidad del ser humano para comunicarse nace de la motivación, del deseo de comunicarnos y también de explorar y descubrir el mundo que nos rodea. Anna Sullivan se convirtió, después de haber encontrado el camino para que Helen alcanzara la palabra, en su profesora y amiga inseparable. Helen Keller estudió en el Radcliffe College, y Anne la acompañó en esta andadura, interpretando y traduciendo al alfabeto manual los conocimientos adquiridos en el aula. La integración era ya un hecho. Helen escribió su autobiografía, y tuvo un gran éxito, al encarnar una superación personal ejemplar.

Doctora en filosofía y letras, Máster en Profesorado secundaria, Máster ELE, Doctorando en Ciencias de la Religión, Grado en Psicología, Máster en Neurociencia. Es autora de numerosos artículos para diferentes medios con más de cincuenta publicaciones sobre Galdós y trece poemarios. Es profesora en varias universidades y participa en cursos, debates y conferencias.