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Samir, el secreto entre las sombras - Capítulo IX


(Tiempo de lectura: 7 - 13 minutos)

Playa de Tánger

Conferencia en inglés, de Negrín en Nueva York por invitación del Council on Foreign Relations, celebrada el 8 de mayo en 1939.

Hay mucha curiosidad en estos días por el papel de Moscú en España. En mi opinión, Moscú trató de hacer en España lo que Francia e Inglaterra hubieran debido hacer por sí mismas. La premisa de la ayuda soviética a la República Española se sustentaba en la idea de que parís y Londres reconocerían finalmente los riesgos implícitos para sus intereses de una victoria italo—germana en España y se sumarían a la URSS en apoyo a nuestra causa. Munich, con su innecesaria rendición incondicional a las potencias totalitarias, probablemente destruyó esa esperanza sin remisión. Moscú, por si solo, nunca hubiera podido salvarnos. Francia e Inglaterra nunca actuaron como dictaban sus intereses imperiales. Puede que algún día tengan un rudo despertar y busquen al mismo pueblo al que ayudaron a destruir mediante la no intervención.

Por supuesto que compramos en Rusia lo que hubiéramos comprado en Estados Unidos, Francia e Inglaterra si las democracias hubieran respetado el derecho internacional y hubieran protegido sus intereses nacionales ¿Habrían podido pedirnos ustedes que renunciáramos a las armas rusas cuando éramos incapaces de obtenerlas en otro lugar?

—¿Cómo has conseguido este discurso Nabila? —Habló Samir en el salón de las columnas del Riad. ¡Mira los años que han pasado!, y ¡mira cómo la lucidez de Negrín anticipó lo que iba a pasar. ¡Advirtió a todos del peligro fascista y nadie le escuchó! Malditos desgraciados.

Los franceses siempre traicionaron a los españoles y lo seguirán haciendo. Nunca han perdonado que perdieran la guerra de la Independencia en España, a manos de aficionados, pero inteligentes guerrilleros. Eso quedó en los tiempos de Napoleón, pero daba igual. Durante la contienda de la guerra civil, impidieron el paso de refuerzos a los herederos legítimos de unas elecciones que habían sido ganadas por el gobierno de La República. El fascismo europeo realizó sus ensayos en esta guerra fraternal de España, donde siguieron enfrentados días y años hermanos y familias. En el contrabando de personas, de familias republicanas, muchos que conocían los itinerarios ganaron mucho dinero. Ya se relató cómo salieron Samir y su amigo El Argonauta.

Por esos días Samir se encontraba muy inquieto, compraba los periódicos, leía todo lo que podía sobre España y Europa.

Durante esas décadas de 1940 y 1950, España vivía una difícil posguerra, marcada por la autarquía, el bloqueo, el aislamiento, la miseria y el hambre. El desarrollo económico era muy bajo ya que la producción era principalmente agrícola. Fue entonces cuando se produjo el éxodo rural de miles de personas en busca de mejores condiciones de vida. Más de dos millones de personas habían emigrado de manera espontánea y caótica, instalándose en barrios marginales y viviendas precarias en las afueras y enfrentando nuevamente el desempleo. Esta situación había provocado la emigración a Europa. Samir tantos años en la cárcel y después liberado de aquella manera —todavía no sabía el porqué de aquel sacrificio de los jesuitas— le tenía preocupado por su amigo a quien, al llegar a Tarifa, ya no pudo seguir su rastro. Tenía que sobrevivir.

Los países europeos experimentaban una especie de "boom económico" desde la década de 1950. De las guerras, las economías hacen su agosto. Aquella economía europea impulsada por el sector industrial se basaba en la producción en serie y estaba dirigida por personal poco cualificado. Fue tan productivo que estos países se vieron obligados a recurrir a mano de obra extranjera. Además, habían sufrido una gran reducción de la población activa, sobre todo masculina, a causa de la guerra. Se inicia así una gran etapa de la emigración económica europea, que ya no se dirigió a América como a principios de siglo. para España, fue el mayor flujo migratorio del siglo. Los pueblos del sur de Europa (españoles, portugueses, italianos, griegos y turcos) bloqueados económicamente, se trasladaron a los países industrializados del norte de Europa (principalmente en Alemania, Francia, Suiza, Bélgica, Holanda y Reino Unido).

El sector más modesto de la clase obrera se vio empujado, por "las leyes del mercado", a cruzar los Pirineos de forma incierta. Esto a menudo era más beneficioso para el país de acogida que para el propio migrante. Su objetivo era huir del desempleo o de trabajos precarios, así como de condiciones de vida muy difíciles. Estas iniciativas individuales fueron fomentadas posteriormente por el franquismo, que vio en la emigración una solución de seguridad ante las tensiones sociales provocadas por el paro, las huelgas y el desplazamiento masivo de la población rural hacia la ciudad.

En la década de 1950, París experimentaba un periodo de recuperación y renovación después de los estragos de la Segunda Guerra Mundial. El carácter francés es a menudo olvidadizo, jamás reconocen sus debilidades, lo que hacen mal, siempre tiene su argumento.

El exilio en Francia continuaba como uno de los peores momentos psicológicos y humanos que vivir se pueda. Cualquier español, en la Francia ocupada por los nazis, era sistemáticamente sospechoso y pronto se desató una caza de comunistas españoles como nunca, que en pocas ocasiones se ha reconocido o lamentado. Muchos idealistas, además, trabajaron en la resistencia como combatientes y fue como se sabe La Nueve que formó parte de la 2ª División Blindada del general francés Philippe Leclerc desempeñando un papel destacado en la liberación de París.

La Nueve se había involucrado en intensos combates callejeros con las fuerzas alemanas y colaboracionistas en varios puntos de la ciudad. Samir no tenía noticias de ningún compatriota y eso le creaba feroz angustia, hasta sentía que no merecía estar en la casa de Nabila. Ella se había dado cuenta perfectamente de la amargura y tristeza que en los meses siguientes comenzó a desarrollar su protegido.

En París, Negrín se encontró con otros exiliados y líderes republicanos, y estableció contactos con figuras políticas y intelectuales. Participó activamente en actividades políticas y en la organización de grupos de exiliados españoles. Negrín también buscó apoyo internacional para la causa republicana y trató de mantener viva la lucha contra el régimen franquista en España. La vida de Negrín en el exilio estuvo marcada por dificultades económicas y políticas. Las tensiones dentro del exilio español, las diferencias ideológicas y las luchas de poder complicaron la situación. Además, las autoridades francesas tenían una actitud ambivalente hacia los exiliados españoles, lo que dificultaba su situación y limitaba su capacidad de acción. Negrín también enfrentó la presión del régimen franquista, que lo consideraba un enemigo y buscaba su extradición. El gobierno franquista presionó a las autoridades francesas para que lo detuvieran y lo entregaran, lo que lo obligó a vivir de manera discreta y a tomar precauciones para evitar ser arrestado. Su casa fue asaltada en varias ocasiones. Tenía que andarse con cuidado, con mucho cuidado.

Se levantó aquella mañana y volvió a mirar el mensaje:

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Mañana a las cinco de la tarde nos vemos en la playa.

Mossad

¡Qué quijotes y tontos somos los españoles! (Pensaba para sí). Malditos franceses, malditos ingleses, ¡malditos todos! Yo los maldigo. (Ahora, hablaba en alto) Seguía dando vueltas al asunto. ¿qué playa? Súbitamente decidió no agobiarse más. Salió del Riad de Nabila. Solo tuvo que bajar las escaleras por la cuesta de la playa, camino de la Avenida de España. Esa playa municipal es sin duda una de las mejores que se pueden contemplar. Pensó que quien fuera, quien quisiera hablarle, allí sería el lugar adecuado.

Vio un grupo de camelleros que le atrajo enormemente. Eran auténticos hombres del desierto. Eso le conectaba místicamente con algo insólito. Él sentía que era hombre de desierto, nómada. Siempre le gustó pensar así.

No había mucha gente a esas horas de la tarde, unas playas de arena blanca infinita, el azul azulísimo del mar serenaba su inquietud. Se cruzaba con algunos, gente de paso, tal vez traficantes, los miraba, en realidad no sabía muy bien a quien tenía que encontrar, se escuchaban las risas de los chavales jugando en la playa. Pensó que todo aquello era absurdo y que debía volver al Riad.

Después de pasar quince minutos de paseo decidió volver. Se encontró de nuevo el grupo de camellos que paseaban a veces a turistas y otras no. Se acercó a uno de ellos para preguntar si tal vez tenían un poco de agua. Tenía sed y no sabía donde podía beber, en medio de aquel desierto abrazado al océano.

— ¡Hola Joaquim! —se acercó a Samir un tuareg.

— ¿Yo? No soy Joaquim. Apenas se podía reconocer al sujeto que en cierto modo infundió desconfianza en Samir.

— Tranquilo, —dijo el hombre— soy yo, el Argonauta.

— ¡Pero, pero…! (mirando a un lado y a otro) ¿qué haces aquí, amigo?

— Yo soy tu enlace con el Mossad, —afirmó el Argonauta.

—¿Tu? ¿Quéeeeee? Bueno, vale, menos mal, ¡un amigo! Le dijo con lágrimas en los ojos. El mensaje en morse me inquietó muchísimo.

— Samir, ¡solo me vas a ver por esta vez!. (se quitó el turbante y se sentaron en un muro de la playa) pero si no vengo yo, no hubieras asistido a la cita. No hubieras querido colaborar en nada, no te hubieras fiado. Tenemos a los jesuitas en España, don Mariano…por ahora, tienen que seguir allí y no llamar más la atención, que bastante se montó con nuestra fuga.

— ¡Te perdí el rastro, amigo! Desde Tarifa… apenas podíamos hablar en la cárcel ¿recuerdas?

— (Con voz triste y seca habló el Argonauta) Así fue, pero ahora, ¡tenemos que seguir en la lucha!. Eres una pieza fundamental para nosotros.

— ¿Quiénes sois vosotros? Respóndeme, amigo, preguntó Samir.

— Prosiguió el Argonauta: en Tarifa modifiqué mi físico como bien puedes ver y con mi nuevo pasaporte me llevaron a París, con Negrín.

— ¡Ahhh! Respondió emocionado Samir. ¡Negrín! ¿cómo está él?

— Estos años —continuó el Argonauta— ha habido mucha actividad en el exilio. El SERE (Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles o Servicio de Emigración de los Republicanos Españoles) bajo la dirección de Juan Negrín y según informe de Azcárate en París se invirtieron más de setenta millones de francos para comprar dos grandes residencias, una en el departamento de Marne y otra en Pressigny Les Pins, donde se atienden a más de 3000 personas.

— ¡Eso sí es necesario!, ¡Cómo echo de menos a Azcárate, Negrín, Auriol…todos ellos, se quedó pensando Samir! ¡Hay más de doscientos mutilados, más de 900 con mutilaciones que afectan a más del 50% de su cuerpo.

— Hay que procurar alimentos, medicinas…todo. A Negrín le tienen a raya. El gobierno francés le ha impuesto absoluta discreción en todo. Vive con Feli entre París y Montgeron. Además de las declaraciones de Prieto en contra de Negrín, viaja a muchos países para conseguir fondos y ayudas a los refugiados.

— ¡Qué desastre amigo! —pronunció Samir.

— Sabemos que estás con Nabila, dijo el Argonauta.

¡No estoy con Nabila! Ella, me tiene como refugiado en su casa. —habló Samir con cierta dureza. Tampoco sé muy bien quien es ella ¿Me estáis espiando?

El Argonauta se echó a reír.

— No te enfades amigo. Tenemos que hacer seguimiento de todos nuestros lideres. Nabila lo es. Tu también.

— ¿Yo? Qué puedo hacer yo. Mírame bien, yo también soy un mutilado de guerra. Todo mi cuerpo derecho…apenas si puedo hacer algo. Respondió con cierta tristeza Samir.

— Traigo órdenes Samir. Sabes hebreo, hablas inglés, francés…y según me han informado en tan solo unos meses dominas el árabe culto y el dariya. Eres un magnífico escritor ¡No sabes lo importante que eres para todos! (animado seguía el Argonauta) eres importante para el exilio, para la resistencia en Rusia…y para la organización Mossad.

— Sí, hebreo: המוסד למודיעין ולתפקידים מיוחדים‎ HaMosad leModiġin uleTafkidim Meiuḥadim, Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales, respondió Samir. ¡No olvides que soy judío sefardí, pero judío, a fin de cuentas!

— ¿Recuerdas las citas de don Mariano en la cárcel ¿no?

— ¡Claro! Respondió Samir.

— Pues recuerda esta de Proverbios 24:6: “Porque con dirección sabia harás la guerra” Gritó al viento el Argonauta.

— בתחבולות תעשה לך מלחמה — Sí, “porque con dirección sabia harás la guerra” dijo Samir. Está entendido.

— El director de la agencia es Reuven Shiloah. Dijo el Argonauta.

— Habló Samir con voz firme: Sí, ראובן שילוח

— El 20% de la organización lo constituyen mujeres. Nabila…es una sayanim, y tu serás otro. Esta posición en el norte de Marruecos interesa por muchas razones. Argumentó el Argonauta.

— Nabila es musulmana, afirmó Samir.

— Bueno, amigo, hay cosas que ya no puedo hablarte más. Continuó el Argonauta: Es muy posible que tengáis que trabajar juntos, te lo digo para que lo sepas, puedes confiar en ella, te lo está demostrando. Tenemos varias operaciones en marcha, la operación Garibaldi…y otras más.

— ¿Cuáles son los objetivos? Solo quiero saber eso, habló Samir mientras sorbia su té verde, servido por los camelleros y clavando la mirada en el Argonauta.

— Nazis, espías de Franco, proyectos americanos en el Estrecho, la resistencia. Estamos evacuando a los últimos maquis a Francia y a Marruecos. Santiago Carrillo ha dado orden de desmantelar la guerrilla en España, está matando a todos…no solo la represión potentísima de Franco y de la guardia civil. Hemos pasado a lo que se podría denominar una guerrilla urbana. Jorge Semprún…bueno, seguiremos hablando. Nabila lo sabe todo. Hay varias piezas aquí en Marruecos que tendréis que ayudarnos a desenmascararlos o a matarlos. Organizaremos muy bien vuestras coartadas y vuestras diferentes misiones.

— ¿Pero Nabila? no lo entiendo y no quiero que se ponga en peligro. Avanzó Samir.

— Samir —habló con voz tranquila el Argonauta. Ya sabrás porqué o no, pero queda tranquilo con ella. No es que nunca entre en juego el elemento sexual a la hora de reclutar a un colaborador extranjero o de llevar a cabo otra actividad, pero en ese caso no será una mujer de las nuestras. Ninguna de nuestras mujeres se irá a la cama con un hombre como parte de su trabajo en el Mossad. Bueno, Samir, tengo que irme. Recibirás instrucciones. Puedes confiar en Nabila aunque de momento no lo entiendas. Los dos sois muy importantes. Por cierto, ¡qué bien te queda la chilaba Samir! ¡Pareces más musulmán que judío!

Se fundieron en un triste abrazo de despedida, pero con la sensación de que eran útiles y de que su vida, si la perdían, habría valido la pena.

Llegó Samir al Riad, pero no estaba Nabila. Salió nerviosa y llorando Jadiya:

— ¡Ay, señor Samir, ¡se han llevado a la señorita Nabila!