Cayetano Redondo y la Tercera Internacional
- Escrito por Eduardo Montagut
- Publicado en Historia y Vida
Continuamos planteando las distintas posturas de destacados socialistas en el intenso debate que suscitó la posible entrada del PSOE en la Tercera Internacional. En esta pieza nos acercamos a la opinión del segoviano Cayetano Redondo Aceña (1888-1940), que fue tipógrafo y periodista, llegó a ser diputado por su ciudad y alcalde de Madrid, siendo fusilado en las tapias del Cementerio de la Almudena.
Redondo planteaba que la cuestión de la Tercera Internacional estaba generando no poca alarma a muchos compañeros, y parece destilar en su primer planteamiento una cierta ironía. Su propósito era demostrar que si lo que, supuestamente, habían hecho los socialistas rusos, acusados de “subido sectarismo”, iba o no contra la integridad o pureza del socialismo marxista. Redondo buscaba destacar la importancia de la labor de los bolcheviques al frente de Rusia.
En primer lugar, se habrían hecho cargo de un vasto imperio arruinado por la guerra que el pueblo había soportado para que el zarismo hiciera “honor a sus compromisos con la burguesía francesa”, en alusión a la alianza que se estableció entre el imperio autocrático y la Tercera República, germen, como sabemos, del cambio de alianzas que se produjo en la época de la pasa armada. En segundo lugar, habrían sostenido el país durante tres años resistiendo el bloqueo y los ataques continuos y sangrientos de la política aliada. También habrían consolidado la Revolución socialista, poniendo en práctica la teoría comunista. Además, habrían salvado a Rusia de la anarquía a la que la habían conducido los crímenes del zarismo y la aristocracia. Y, por fin habrían luchado contra el analfabetismo del pueblo y contra las epidemias. Todo este balance no podía ser considerado como deshonroso para los socialistas que lo ejecutasen, siempre en el razonamiento de Redondo.
Tampoco lo habría sido la creación de la Internacional Comunista, que aspiraba a reunir a las organizaciones realmente revolucionarias cuando la Segunda Internacional había quedado deshecha por el abandono de sus líderes, que se habrían colocado al lado y al servicio del capitalismo en la guerra mundial.
Para Redondo la nueva Internacional suponía el triunfo de una clara afirmación de socialismo frente al reformismo de los socialdemócratas, que no habrían tenido ningún escrúpulo a la hora de servir como ministros.
Redondo era consciente que los críticos de la Internacional Comunista empleaban el argumento de que la misma actuaba de una forma autoritaria desde la perspectiva de Moscú. Pues bien, consideraba que una vez que se fueran incorporando nuevos Partidos, ausentes en los congresos donde se habían tomado las primeras resoluciones, la Internacional iría adquiriendo mayores amplitudes de criterio y sería lo que la mayoría de los socialistas adheridos aportasen y quisieran. Al parecer, Redondo pensaba que los partidos que se fueran incorporando cambiarían ese tono y actitud autoritaria, suponiendo que Moscú lo permitiera.
En definitiva, para los que seguían el marxismo nada “alarmante ni enojoso” podría haber en la “tiranía” de la Tercera Internacional.
Sobre Redondo es conveniente acercarse al Diccionario Biográfico del Socialismo Español, y el artículo del mismo se publicó en el número 3735 de El Socialista.
Eduardo Montagut
Doctor en Historia. Autor de trabajos de investigación en Historia Moderna y Contemporánea, así como de Memoria Histórica.