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Samir, el secreto entre las sombras - Capítulo XI


(Tiempo de lectura: 5 - 9 minutos)

Sacrificio

En los rincones más profundos del corazón humano, existe un lazo tan fuerte y poderoso que trasciende cualquier barrera. Es el amor incondicional, una fuerza que puede impulsar a alguien a dar su vida por otra persona. Este amor desinteresado no conoce límites ni condiciones, es capaz de enfrentar cualquier desafío y superar cualquier obstáculo en pos del bienestar y seguridad de aquel a quien se ama.

La historia de Jadiya era junto a Nabila una historia de amistad inquebrantable, en la que dos personas compartieron risas, lágrimas y momentos inolvidables. Su conexión fue tan fuerte que una estaría dispuesta a darlo todo por la otra, como así fue. Fue una lealtad inquebrantable, una gratitud profunda de esas que despierta el deseo de devolver un acto de bondad con un sacrificio supremo. Nabila enfrentó un peligro inminente y Jadiya no dudó en interponerse, hasta perder su propia vida. Nabila, a pesar del maltrato que sufrió, no logró sacarle ni una sola palabra sobre Samir. A su vez Samir estaba dispuesto a dar su vida por ella. Así es.

Además del amor y la gratitud, los valores de la musulmana y las creencias arraigadas que pueden impulsar a alguien a hacer un sacrificio supremo indujeron a Jadiya a salvar a su amiga. Aquellos que creen fervientemente en la justicia, la libertad o la protección de los más vulnerables, pueden sentir un amor que los obliga a estar dispuestos a dar su vida por una causa mayor. Su compromiso con estos ideales trasciende su propio bienestar personal y los impulsa a actuar con valentía y sacrificio. Son testimonios vivientes del amor incondicional, la lealtad, la valentía y la responsabilidad. Estos defensores de la justicia lo son hasta el punto de dar lo más preciado que uno posee: su propia vida.

El viento soplaba frío esa noche, mientras la oscuridad envolvía el sombrío callejón. En medio de ese escenario de sombras y silencio, Nabila estaba cautiva, prisionera de la maldad de otros. Sus ojos reflejaban el terror y la desesperación, marcados por los rastros de tortura física y emocional que había soportado durante esas horas interminables. Si no llega a ser por la decisión de Jadiya, no habría podido aguantar.

La operación de rescate fue una improvisación completa para Samir y como ya se ha relatado gracias a Jadiya y a su inmolación, llegaron a tiempo, pero por muy poco.

Samir se encontró con la consternación más grande y en su forma más despiadada. Algunos años habían pasado de la contienda civil republicana, de la guerra de Hitler…sus batallas eran cuerpo a cuerpo. Ahora tenía que programar su mente de otra manera, era una especie de justicia divina encargada en manos de un hombre santo. Claro que en la guerra había matado, todos mataron, pero era una guerra. Ahora y con la visita del Argonauta, se le pedía otro tipo de intervención. Los ecos de los gritos y lamentos de Nabila resonaban en las paredes, pero también resonaba su fuerza interior. Sus ojos se encontraron con los de sus salvadores, y en ese instante, supo que su pesadilla estaba llegando a su fin.

El francés -de quien todavía no hemos revelado su nombre- tenía su gente, que eran verdaderos sádicos. Secuestraron a Nabila, para tener la manera de amedrentar a Samir y dejarle el mensaje de que tenía que trabajar para él. De no hacerlo así, Nabila sería tratada mucho peor, la matarían, tal vez la llevarían a un burdel y desaparecería para siempre. Ese era el mensaje que le dieron a Samir, porque a Nabila nada le dijeron. Por otra parte, el Mossad también le pedía que se infiltrara entre esa gente. Al tiempo surgían algunos revolucionarios nacionalistas marroquíes con los que Samir había trabado lo que se podía llamar una amistad.

La gente del francés, no pensó en ningún momento que ella fuera una espía del Mossad, sin embargo, lo era. Imaginaban que colaboraba con Samir probablemente para ayudar a exrepublicanos españoles, algo así, pero no le daban importancia porque quien les interesaba era él.

Tras el tiroteo, el francés huyó, pero entró un grupo armado de guerrilla con su cabecilla al lado, no era otro que Ben Barka. Eran mujeres disfrazadas de hombres. Entraron para ayudar a Samir, le tenían vigilado de alguna manera. Cuestiones de amistad a veces inexplicables. Había publicado Samir alguna columna en los periódicos. Barka estaba muy bien informado gracias a su red de espías, y le habían puesto al corriente de los movimientos de Samir. Ben Barka, quiso ayudar a Samir y poder enterrar a Jadiya. Sabían que Samir y Nabila, no podrían hacerlo solos. Ella estaba realmente mal.

De acuerdo con las enseñanzas islámicas, se espera que los musulmanes entierren a sus muertos lo más rápido posible después del fallecimiento. La mayoría de las veces, se realiza un lavado ritual del cuerpo llamado "ghusl", que es llevado a cabo por miembros de la comunidad musulmana, generalmente del mismo sexo, siguiendo ciertos procedimientos prescritos. De ahí que fueran mujeres las que ayudaron a liberar a Nabila y a enterrar a Jadiya. Después del lavado, el cuerpo se envuelve en un sudario blanco, conocido como "kaftan". No se realizan embalsamamientos en el islam, ya que se considera preferible que el cuerpo retorne rápidamente a la tierra tal como fue creado por Dios.

Samir sintió agradecimiento por Ben Barka, este se convirtió pronto en una figura de referencia dentro del movimiento nacionalista marroquí. Ben Barka veía en el nacionalismo únicamente una bandera bajo la cual acometer lo que realmente importaba, que era la modernización de Marruecos: acabar con el subdesarrollo, el analfabetismo, las estructuras feudales y las desigualdades sociales. Ben Barka quería que el Istiqlal fuese el partido de la modernidad y que al mismo tiempo fuera un partido popular. De este modo, Ben Barka se acercó, y también acercó progresivamente al Istiqlal, a posiciones de tipo socialista, lo que a la larga sería causa de una fractura dentro del partido. En aquellos momentos, sin embargo, estas posiciones eran en gran medida la clave del éxito del partido y de la popularidad de Ben Barka. Samir ya era uno de los suyos.

El rescate de Nabila no solo significó el fin de su tormento, sino que también fue un triunfo contra la injusticia y la maldad. Los héroes, envueltos en cicatrices y emociones a flor de piel, sabían que habían hecho la diferencia en la vida de alguien. Habían restablecido la esperanza y devuelto la libertad a una persona que la había perdido.

Aunque el camino hacia la recuperación sería largo y lleno de desafíos, Nabila sabía que nunca más estaría sola. En los ojos de sus salvadores, encontró una nueva familia, un vínculo forjado en la adversidad y alimentado por la empatía y el amor. La libertad era el mayor estandarte. El rescate había dejado huellas profundas en todos los involucrados. Para la mujer rescatada, dejó cicatrices físicas y emocionales que tardarían en sanar. Las marcas de la tortura sufrida serían un constante recordatorio de la oscuridad que había experimentado, pero también serían un testimonio de su valentía y supervivencia.

En esos días de descanso en un Riad de Ashila, procedieron a celebrar la boda de Samir y Nabila. Las colinas de Marruecos se encontraban adornadas con los colores y sonidos de una celebración especial. Era el día del matrimonio de Samir y Nabila, un acontecimiento esperado y ansiado. La casa de la novia estaba llena de emoción y alegría. Las mujeres se reunieron para la ceremonia de la Noche de Henna. Nabila, con una sonrisa radiante en su rostro, se sentó en un cojín mientras las hábiles manos de las mujeres dibujaban delicados patrones de henna en sus manos y pies. Cantaron canciones tradicionales y compartieron historias mientras se preparaban para el gran día. El sol se alzó en el horizonte, anunciando la llegada del día de la boda.

La casa de la novia estaba llena de amigos, familia poca, algunos de Marraquesh, todos vestidos con sus mejores galas. Nabila, envuelta en un hermoso kaftan dorado, esperaba ansiosa la llegada de Samir. Habían estado preparándolo todo, aquellas amigas, hermanas del grupo de Ben Barka y algunas mujeres más de la familia lejana de Nabila.

La ceremonia comenzó con la lectura de versos del Corán y la recitación de oraciones. El imán bendijo la unión y pidió por la felicidad y la prosperidad de la pareja. Samir y Nabila intercambiaron votos matrimoniales, comprometiéndose a cuidarse y respetarse mutuamente. Tras la ceremonia, la celebración se desbordó en una fiesta vibrante. La música tradicional marroquí llenó el aire y los invitados se unieron en bailes alegres. Las mesas estaban decoradas con platos exquisitos de cuscús, tajín y pasteles dulces.

El intercambio de regalos fue un momento emocionante. La familia de Nabila presentó a Samir con un reloj, un símbolo de amor y compromiso. A su vez, Samir le dio a Nabila un collar de plata adornado con piedras preciosas, representando su aprecio y promesa de cuidarla siempre. Dicho collar se lo hizo llegar a Samir, un marroquí del desierto dos minutos antes de casarse. Era don Mariano que allí estaba en el evento.

La noche continuó con risas, bailes y alegría compartida. Los invitados se unieron en danzas tradicionales, como el famoso "chaabi", y se deleitaron con el sonido de los tambores y las melodías vocales. El matrimonio marroquí de Nabila y Samir, una unión de amor, tradiciones y comunidad. Durante esos días de celebración, se crearon recuerdos duraderos y se fortalecieron los lazos familiares y culturales.

Así fue como en Marruecos, Nabila y Samir, comenzaron su viaje juntos, esperando un futuro lleno de amor, respeto y felicidad.

Don Mariano, que estaba cambiadísimo y que, por supuesto Samir ni le había reconocido, cuando se acercó a su oído para darle el collar, le dijo:

— ¡Queridísimo amigo! Felicidades por esta boda que sin duda te mereces. Cuando pasen unos días, vengo a verte. Tenemos que hablar, hay muchos planes para ti y Nabila. Ya sé que vino a verte el Argonauta. Fui yo quien le proporcionó tus datos.

— De acuerdo, -respondió Samir con ciertas dudas. Pero también voy a estar en la lucha de Ben Barka, afirmó Samir con convicción.

Con un objetivo común en mente y límites de tiempo claros, los espías se comprometieron a trabajar juntos para enfrentar la amenaza. Aunque las dudas aún persistían, el reconocimiento de que la colaboración era necesaria para alcanzar el éxito fue más fuerte.