Como seguimos de vacaciones, quizá sea el tiempo de aburrirse, pero también de pensar. A Descartes le debemos un método basado en la razón. La pregunta que está en el origen de este método es: ¿cómo podemos llegar a la verdad? La cuestión era crucial en el siglo XVII porque, aunque la ciencia se estaba desarrollando (por ejemplo, en 1628 se descubrió la circulación de la sangre), la filosofía escolástica dominante no podía satisfacer las mentes de la gente. De hecho, dio demasiada importancia al principio de autoridad y no proporcionó, de hecho, un método verdaderamente racional. Descartes iba a llevar a cabo una revolución filosófica partiendo del sentido común/razón: La razón, la facultad de distinguir la verdad de la falsedad, es compartida por todos (lo que llamamos universalismo cartesiano). Es este "sentido común", lo más compartido del mundo (a veces llamado luz natural por Descartes), el que hay que utilizar con criterio, desarrollando un método, es decir, un camino, una ruta hacia la verdad. El método racional consistirá, en estas condiciones, en un conjunto de reglas cuya aplicación conduce, con certeza, al resultado. Para descubrir la verdad, dejemos de lado la casualidad y procedamos sólo de forma metódica. Aunque este enfoque puede parecer evidente, era un elemento nuevo en la época de Descartes, pero también era importante y decisivo: Todo el método consistirá en seguir un orden, es decir, en reducir las proposiciones oscuras a las más simples y luego elevarnos, por grados, de las más simples a las más complejas, apoyándonos siempre en la intuición y la deducción1.