Lo esencial sobre estos dos puntos se encuentra en el Manifiesto del Partido Comunista, de 1848, que luego, en 1884, desarrolló Engels en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Para los marxistas, la familia, y por tanto, la mujer en la familia -depende de la estructura económica y de la naturaleza del Estado. La familia burguesa, fundada en el beneficio, solo tiene una función (re)productora. El capitalismo explota al proletariado y destruye a las familias; la burguesía perpetúa, mediante el adulterio, la comunidad de mujeres casadas, y con la prostitución, la de las obreras. Según este análisis, la inmoralidad es consustancial al capitalismo y a la burguesía. Si se suprime la estructura económica, la familia burguesa desparece ipso facto, lo mismo que la prostitución. A partir de ese momento, la mujer obtiene la igualdad total de derechos civiles. La organización común de las tareas domésticas y la asunción de la educación de los hijos por el Estado le permiten trabajar y tener independencia económica. Pero entonces, ¿en qué se convierte la familia? Hemos asistido al sistema organizativo soviético que no vamos a relatar aquí por cuestiones obvias, pero sí, dar un salto en pensamiento desde los ideólogos primeros que lucharon y apuntaron como pioneros ideológicos lo que sería una conciencia nueva, ahora vemos con acritud la confusión generalizada.