Mis queridos bandoleros
Se podría decir sin temor a engañarse que ¡Me han empapelao! Literalmente, y te tienes que aguantar, ¡con lo que he sido yo!. ¿Cuándo le sucede esto a un ciudadano? Muy sencillo. Esto sucede cuando vives en Madrid y día a día vas sorteando a la pasma o picoletos (de toda la vida) y cuando casi lo consigues te pillan de marrón, te paran, te buscan las vueltas y te calzan la multa del día. Sin ninguna razón aparente o al menos con razones que siempre se pueden recurrir, empapelándote las ideas, el bolsillo y tu humor, maltrecho y bapuleado para esa semana. Ni qué decir tiene, claro, que a base de mucha madurez y actitud zen y por qué no, varios paquetes de Trankimazin pues te quedas como mirando al infinito y como dominando la situación, así, como por encima de las circunstancias intentando aparentar que te da igual, con lo del proverbio chino: homble supeliol domina homble infeliol. ¡Y un huevo! Yo ya no sé cómo hacer las cosas porque las haga como las haga Ellos siempre llevan la razón y siempre termino con una denuncia de 90 euros en la mano, aunque les regale una botella de Anis del mono, por lo de decirles que mi DNI está hasta en las botellas.
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