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Carlos Giménez cierra la serie “Paracuellos”: “Dejo la casa barrida y limpia”


(Tiempo de lectura: 1 - 2 minutos)

El dibujante Carlos Giménez (Madrid, 1941) ha anunciado que ha decidido poner fin a 45 años de vida de la histórica serie "Paracuellos" con "Un hogar no es una casa", su novena y última entrega: "He querido dejar la casa barrida y limpia".

"Más que nada, por la edad que tengo, he cerrado la serie", ha añadido el historietista, que, sin apenas vida pública desde hace años por decisión propia, ha decidido volver a exponerse ante su público para explicar esta decisión.

Y lo ha hecho en la Fundación Telefónica de Madrid, donde ha presentado la versión adulta de Pablito, Gálvez, Peribáñez, Pollito, Adolfo, Sánchez, Piraña o Cagapoco, algunos de los niños que España conoció en 1976 cuando salió "Paracuellos".

Ahora los ha dibujado "un poco mayores" y "más maduros" para dar así forma al álbum número 9, "Un hogar no es una casa" (Reservoir Books) que pone punto y final a esta histórica serie que había realizado, hasta 2017, en dos etapas diferenciadas.

La primera abarcaba los dos álbumes dibujados entre 1976 y 1982; y la segunda los cuatro álbumes elaborados dos décadas más tarde, entre 1999 y 2003.

Trece años después, y cuarenta años desde su primera aparición, Giménez volvió con el álbum 8, "Las madres no tienen la culpa", y ahora, a sus 82 años, echa la llave de esta puerta que abrió una nueva etapa del cómic español.

"Paracuellos" está considerada una de las crónicas más certeras de los horrores de la posguerra española, porque es Giménez quien relata aquí su experiencia de niño en un hogar de Auxilio Social de la España franquista, en el que "el hambre, la sed, el frio o los malos tratos estaban presentes".

"El tiempo lo cura todo, no he tenido rencor, he sido consciente de que esas personas que nos mal cuidaban eran trabajadores, como los carceleros en las prisiones", ha asegurado.

De todas esas experiencia, Giménez tiene gran respeto por el comida. "El hambre se te queda en la cabeza, es como el miedo, y ahora soy incapaz de tirar comida, incluso guardo trocitos pequeños", reconoce.

 

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