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Gloria Fortún: “Es importante unir poesía con deseo y amor”


  • Escrito por María G de Montis
  • Publicado en Cultura
(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

La segunda obra de la poeta Gloria Fortún, "Roja Catedral", es una historia de vaqueras onírica y vital en la que la autora intercala prosa y verso para tratar de dar contornos a la que, junto a la literatura, es su "gran obsesión": el amor.

"Para mí, es muy importante unir poesía con deseo y amor", cuenta a Efe. Fortún (Madrid, 1977) cuenta a raíz de la edición de esta novela o "poema largo", como prefiere denominarlo, la historia de Cielo, una mujer que habita un Madrid posapocalíptico y polvoriento donde un grupo de poetas forajidas, las Comensales, tratan de crear una nueva sociedad.

"A mí siempre me ha gustado el rollo vaquero, el Salvaje Oeste, supongo que porque soy filóloga y traduzco mucho el siglo XIX estadounidense", explica la también traductora.

"Todo eso se reflejó en mi primer poemario, 'Todas mis palabras son azores salvajes', en el que además me apetecía mucho crear mujeres míticas como la vaquera o la amazona, que de alguna forma representan la libertad, el deseo y la genealogía espiritual", añade.

De hecho, ambos libros, publicados con la editorial Dos Bigotes, pueden entenderse como una obra en dos partes. "Me parecía que no había terminado de decir todo lo que quería decir sobre esa concepción de la poesía, el amor y el deseo", apunta la autora, que ha traducido en España voces como la de Joanna Rus o la de Zitkala-Ša.

En ese sentido, para Fortún "Roja Catedral" es también la reivindicación de una "sensualidad femenina" lésbica, que no está "pendiente de la mirada masculina".

Y recuerda su adolescencia en la madrileña librería Berkana, la primera LGTB de España, buscando "cualquier historia lésbica". "Y salvo los clásicos, como 'El pozo de la soledad de la mujer invertida' o 'Carol', que debió de ser el primer libro con una pareja lésbica y un final feliz que se escribió en la Historia, todos eran malísimos", ríe.

Historias que, aunque se publican más "en los últimos años" gracias en parte al compromiso de editoriales especializadas, siguen siendo "pocas", lamenta.

Su propia escritura, atravesada por el activismo feminista y la visibilidad lésbica, no ha visto la luz hasta hace apenas dos años. Y, si Fortún ha terminado publicando, es gracias al taller de escritura creativa que dirige, la comunidad internacional de Escritoras peligrosas.

"Cuando escribes siempre te imaginas publicando. Y yo he escrito toda la vida y siempre me he imaginado sacando novelas más tradicionales, tipo Almudena Grandes", reconoce.

"Siempre tenía sueños, pero anteponía otras cosas: el activismo feminista, la traducción de otros…", enumera. Impartiendo el taller, que comenzó hace cuatro años al amparo de una fundación feminista y en el que solo participan mujeres, la escritora se percató "de que lo que les estaba enseñando a ellas me lo tenía que aplicar a mí también, que tenía que ponerme en el centro".

Y es que las escritoras, cuenta, tienen que lidiar con cuestiones que sus compañeros no suelen contemplar, como el síndrome de la impostora -"pensar que estás ocupando un lugar que no te corresponde", explica) o la concepción de su escritura "como si no fuera importante o relevante".

"Muchas veces te dicen que la novela está muerta, que ya está todo contado… y eso es mentira. Solo se ha contado la historia de los hombres cis, blancos y heteros: falta todo por contar", asevera.

De hecho, la propia Fortún tiene ahora "mucho por contar". "Ya estoy pensando en la siguiente novela para el año que viene, de repente no puedo parar", concluye.