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Aconteceres


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Un hombre que conoce a una mujer y la desea, finalmente, la abandona por sus circunstancias.

Lucha de gigantes es una de las canciones que estremece.

La droga y el alcohol te inutilizan para la vida, te convierten en una bestia intratable.

Tenía tal afición a decir no al interlocutor, a la asertividad personal, que se creía la mejor, incluso no siéndolo.

Era muy ingenuo y muy joven, sobre sus patines se deslizaba hacia la libertad sin rumbo al borde del mar.

La engañaron una vez más, era el café diario.

Se quitaron la chaqueta de pana y se pusieron un traje adquirido en unos grandes almacenes; se les empezaron a llenar los bolsillos de cash.

Alfonsina Storni, Alejandra Pizarnik, Lucía Berlín, Clarice Lispector…con su vida y obras nos muestran lo más hermoso y terrible de la vida.

Me pandemio, contagio, coronaviro, autoconfino, aislo, me derivo, me ahogo, me vacuno, me muero de miedo, asumo las variantes, el grupo burbuja , el grupo de convivencia, la incidencia acumulada, el aislamiento perimetral y la inmunidad de rebaño.

Le gustaban los pechos pequeños, redondos como limones.

Los días de lluvia, invitan a la reflexión y son la ruina de las iniciativas.

Sus nietos, y solo ellos, la libran de las pesadillas.

Al final todos al hoyo, decía después de gritar ¡qué rico el vino!

Los árboles son el abrazo que arrancan las penas.

Comía con hambre atrasada, nunca tenía bastante.

Nació el día que se anunció el estado de alarma, era un superviviente.

El latido herido revela la lucha de los que están al otro lado.

Si no era su presente, cómo iba a ser su futuro.

Qué hemos hecho, en qué nos hemos equivocado, preguntaban los padres al tutor.

Una bicicleta, un aire matinal veraniego y manchego, era todo lo que necesitaba.

Pedía independencia, esa era su decisión, aunque no fuera lo que le convenía.

Cogió un coche prestado y se fue de ruta para quitarse la puñalada que le habían dado por la espalda.

La risa nos despeja del triste miedo.En un país de gente que se opera para estar de baja y no ir a trabajar, el cuerpo de inspectores sobra.

Cuando aprendió portugués amó a Sophia de Mello, cuando aprendió catalán a Joseph Pla.

La palabra más poderosa es gratis y huele a mar.

Rompió su silencio y salió toda la mierda triturada.

No se nos olvide, guardaban el dinero en bolsas de basura bajo el colchón.

Mari lágrimas no tenía consuelo, su marido dejó de quererla cuando se le pasó el flus.

Con lo que no comía se podría alimentar un poblado, su delgadez era una práctica sistemática e irremediable.

Me colombianizo cuando me levanto: arepas y tamales.

La jubilación confinada se convirtió en su última oportunidad.

Compro abrazos inflamables para quemarme de amor.

Dos ancianos entre cucarachas y basura repasan el final de una larga trayectoria.

Todos tenemos secretos, hay una parte de nuestras vivencias que nunca revelaremos.

Como un cadáver agrietado por el tiempo, así era su pensamiento.

Las manzanas asadas avivan los mejores días de la infancia.

Era transfóbica, se notaba a primera vista.

Cuando follaban se movían como el agua de las olas del mar.

Las palabras nos acercan a la verdad que tanto ama el corazón. 

María C. Galera fue ayudante de Don Enrique Tierno Galván. Es Doctora en Filología Hispánica y profesora de Lengua y Literatura Castellana.